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Entonces preparémonos

No hay duda alguna que la riqueza de un pueblo se mide por la salud de quienes lo conforman.

5 de mayo de 2020 Por: Alberto Silva

No hay duda alguna que la riqueza de un pueblo se mide por la salud de quienes lo conforman. Y esa salud se logra con base al alimento que consume y este proviene indefectiblemente de la tierra donde se produce. El alimento de toda la humanidad -carne, pescado, vegetales y demás elementos nutritivos- entran por la boca de los seres vivientes en diversas formas y por supuesto entre más productiva sea el área donde se genera, mejores serán los individuos que sobre ella viven.

Esta cuarentena nos ha traído abundantes datos, gracias al flujo de información generado por los medios de comunicación, muchos de los cuales llegan en forma de notas de erudición para los campesinos quienes arribaron a las ciudades en los últimos años y olvidaron como se produce un litro de leche y la razón por la cual se trilla el maíz o a los granos de café y cómo se fabrica la panela o el azúcar.

Si se diera el caso de que en Colombia se pudiese consumir todo el producto agropecuario que esta bendita tierra produce, no bastaría todo el aparato locomotor que tiene para transportarlo, ni la gente capaz de consumirlo. En otras palabras, como lo dice la OMS, se desperdiciaría una tercera parte de la producción agropecuaria del país. Así de sencillo.

Una vez termine la cuarentena, es prioritario que la población colombiana conozca más a fondo su país por medio del turismo nacional. De esta manera sabrá de su estado real, comprenderá la razón de su letargo en vías terciarias de la Colombia profunda, donde las escuelas no existen, los puestos de salud no se conocen y las pequeñas cosechas se pierden por falta del vital transporte.

Son tantos los frentes que la Nación tiene por abordar, que su mismo contexto abruma y en esto, insistimos, el turismo nacional es imperativo para que la población entienda al país donde vive, donde vegeta y muere. Su desconocimiento es increíble, Por desgracia se viene vendiendo la idea de que su valor y emprendimiento se debe a máximo tres o cuatro regiones y las restantes que se las lleve el diablo, son secundarias; esto se ve palpable en los medios de comunicación donde se disputan la autoría de conocer de primeros tal o cual obra o tal o cual noticia. De esto dan muestras irreductibles nada menos que por la televisión, todos los días, con pruebas fehacientes muchos directores de programas y de medios, en parroquial instinto de competencia primaria que solamente en los animales se ve.

Claro que en el afán por exaltar lo propio, se pondera más lo de uno, que el de los demás. Por eso es importante conocer a fondo nuestro país en el cual todos somos actores y donde los teatros son incomparables; ¿Se atrevería alguien a desconocer los bellísimos parajes donde se producen los más variados tubérculos para la culinaria del mundo y donde nacen los ciclistas más galardonados a nivel del orbe? ¿Cómo pasar de soslayo por la Orinoquía colombiana con su enorme potencial agrícola y turístico, o transitar con desdén por el edredón de cultivos cosidos a la geografía nariñense?

Después de esta cuarentena se encuentra maduro el ambiente para conocer la topografía de las descomunales cuencas hidrográficas de los ríos Magdalena y Cauca, donde se fragua la industria nacional acompañada con un inventario de aves y de etnias humanas que envidian el resto de naciones del mundo actual. Y aunque parezca incongruente, estos atributos conforman la materia prima para trabajar el turismo a toda escala en los siguientes años, con el objetivo de obtener un pueblo saludable que pueda hacerse a más propiedades inmunológicas contra otras pandemias del futuro que indudablemente llegarán.