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Capitanes de Llanogrande

Treinta días después llegaron a Piendamó, (hoy se llega en hora y media) donde Tacón y Rosique tenía una avanzada de observación, la cual retrocedió ante la presencia de los patriotas.

26 de agosto de 2018 Por: Alberto Silva

Una vez conformadas las tropas del ejército de las Ciudades Confederadas del Valle del Cauca, integradas por 1.080 vallecaucanos y 120 cundinamarqueses, acantonadas en Cali y Palmira, marchan a reunirse en el río Ovejas muy cerca de Quilichao rumbo al Bajo Palacé en las puertas de Popayán.

El coronel Antonio Baraya, nombrado comandante del ejército patriota en un acuerdo entre las Ciudades Confederadas y Santafé, inició el desplazamiento de tropas hacia Popayán, el 27 de febrero de 1811, con la partida desde Cali del primer cuerpo militar compuesto por 348 hombres. Eran comandados por los capitanes Ignacio Torres, Nicolás del Campo Larrahondo, José María Cancino, José Ignacio Rodríguez, José J. Ayala y el joven teniente Atanasio Girardot. Otros saldrían más tarde. Tomaron rumbo a Quilichao por el paso de La Bolsa en Jamundí, sobre el río Cauca; evitaron así el paso de La Balsa en Timba, que estaba custodiado por una guardia de Tacón y Rosique.

Enfrentaron un área anegada por el desbordamiento del río y sus afluentes que en esa estación invernal inundaba extensas áreas. Iniciaron mortífera travesía, similar a la que padecerían las tropas de Bolívar ocho años después, cuando atravesaron los Llanos Orientales en Arauca y Casanare para enfrentar la cordillera Oriental rumbo a Boyacá.

Los  integrantes de la Junta Superior de las Ciudades Confederadas del Valle del Cauca, permanecieron en Cali y Palmira a la espera de los resultados de la operación. Una cadena de mensajeros estaba prevista para tenerlos informados de los acontecimientos durante el trayecto. La extraordinaria caravana de hombres, acompañados con cantidad parecida de esposas, novias y amantes encargadas de su manutención, junto con sus caballerías, piezas de artillería, municiones e impedimenta, cruzaron el río y los profundos pantanales selváticos de aquel tiempo en la planicie y transitaron por los barrizales en que estaban convertidos los caminos de las lomas de tierras rojas y arcillosas, como las que se aprecian hoy en día entre Santander de Quilichao, Mondomo y el río Ovejas.

De manera consecutiva salieron más tropas desde “La Factoría” en Llanogrande, Palmira, comandados por los capitanes vallecaucanos Miguel Cabal Barona, Pedro Antonio Hoyos, José María Martínez, Juan Sánchez Silva, Manuel Cruz González y el teniente Francisco Cabal Barona. Se dirigieron también con rumbo a Quilichao y de ahí hasta llegar al río Ovejas.

Su desplazamiento implicó un gran esfuerzo logístico, donde se debió alimentar y atender las necesidades de ese regimiento de más de mil hombres, proveer granos y forraje a los caballos y mulas, lo cual demandó largas detenciones en algunos sitios del trayecto. Era el primer desplazamiento militar de esa magnitud que ocurría en el territorio de la Nueva Granada, allí se pagaría la inexperiencia que estuvo presente al inicio de las primeras campañas.

Treinta días después llegaron a Piendamó, (hoy se llega en hora y media) donde Tacón y Rosique tenía una avanzada de observación, la cual retrocedió ante la presencia de los patriotas.
Demetrio García Vásquez, caleño, decano de la Historia Patria vallecaucana escribió de Llanogrande tierra de aquellos capitanes que se aprestaban a dar la primera batalla de la Independencia de Colombia en estos términos: 
La historia de aquella región privilegiada de la comarca, que desde la Conquista y durante la Colonia tuvo características muy definidas, no pertenece a Cali ni a Buga. Esa historia que ha estado inédita, corresponde a la altiva y soberana Palmira, en cuyas dilatadas llanuras soplaron los vientos arrolladores de la Independencia vallecaucana. El ambiente vital de las fecundas haciendas comunicó el característico empuje belicoso de sus denodados habitantes, que ocuparon siempre la vanguardia de las filas libertadoras. El histórico sitio de Llanogrande fue el centro militar de las huestes vallecaucanas.