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Agricultura sin fronteras

Se ha vuelto una constante en toda reunión de carácter agrícola, como...

29 de diciembre de 2014 Por: Alberto Silva

Se ha vuelto una constante en toda reunión de carácter agrícola, como foros, congresos, conferencias y seminarios, satanizar a los 2.700 cultivadores de caña del valle geográfico del río Cauca, -Valle, Cauca y Risaralda- imputándoles ser causantes de la ausencia de otros cultivos en la planicie para la despensa colombiana. Demostración palpable de que existe bloqueo mental sobre el tema agrario en la población campesina y urbana de Colombia, que les ha sido inculcado con resentimiento por parte de personas con animadversión hacia la comarca, incluidos muchos profesionales mamertos del agro.El potencial agrícola de Colombia es incalculable. La verdadera despensa del país está en el país mismo. Tomando como referencia el auge de los productos frutícolas, debemos colegir que el valle geográfico del río Cauca no va a ser su único proveedor. El país posee cantidad de nichos con pisos térmicos a la medida, para diversos cultivos con todas las variedades, sabores y colores y con agua a disposición por todas partes. ¿A qué entonces ese empeño de mirar la planicie vallecaucana como el único sitio en Colombia capaz de producir insumos para su despensa?La pésima infraestructura vial, permite por el momento sólo al valle geográfico ser el líder en el incremento de esos cultivos especialmente frutícolas, por su proximidad con el mar y la calidad de sus vías y es entre otras la razón que exhiben los cultivadores de las regiones ribereñas del río Magdalena, para no comprometerse como exportadores por las distancias viales a que se verían sometidos respecto del puerto de embarque de Buenaventura en el Pacífico. Vuelve y juega el bloqueo mental expuesto al principio, porque no consideran los largos kilometrajes que transitan los grandes exportadores de frutas como México, Perú, Chile, Argentina y Brasil para llegar a sus puertos de exportación que hacen ver al caso nuestro como un paseo de alameda.Entonces el problema no es la falta de sitios para producir insumos agrícolas. Es más bien carencia de estructura vial para acercar el país andino a las costas de nuestros mares y actuar con actitud mental diferente a la de quitarle una o dos hectáreas a los cultivadores de caña de azúcar, como si los productos de la despensa del país han de cultivarse únicamente en la parte plana. Solo las sinuosidades o pliegues del piedemonte andino vallecaucano darían para satisfacer la demanda interna del país y excedentes para exportación. ¿Y el resto del país qué? ¿Dónde está? ¿Qué hay de las fértiles tierras de la Costa Atlántica, las sabanas del Sinú, el Alto y el Bajo Magdalena, los valles y el piedemonte del Tolima y del Huila, además del inmenso piedemonte llanero?La frontera agrícola del país no existe, porque todavía no se han alcanzado sus límites. Apenas se ha arañado su piel geográfica, demostrable con el pésimo manejo del campesinado, utilizado solo para lograr acuerdos de paz mientras su población se debate en la miseria. Infortunadamente intentan combatir a las regiones y a los gremios como el vallecaucano en cuya área se siembra con caña solo el 6% de su territorio, cultivo al cuál responsabilizan con mentiras, culpándolo hasta de las siete plagas de Egipto, pero eso sí, respecto a las demás regiones agrícolas nacionales, se cuidan de comentarle al país que en los municipios cañicultores se genera el más alto desarrollo económico y social de la nación. Además, las necesidades básicas están más cubiertas en municipios cultivadores de caña, que en aquellos con otros tipos de siembras, pues no existe en Colombia otro cultivo que supere el nivel de eficiencia, tecnología y rendimientos económicos como lo hace el de la caña de azúcar en el Valle del Cauca.