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No más llanto

Han pasado dos semanas desde que se produjo el fallo de la...

5 de diciembre de 2012 Por: Alberto José Holguín

Han pasado dos semanas desde que se produjo el fallo de la Corte Internacional de Justicia sobre los límites marítimos entre Nicaragua y Colombia por lo que pensé que esta nota no iba a ser de actualidad. Pero lo es. Los ánimos no se calman, los isleños siguen protestando, los políticos tratan de pescar en río revuelto, nuestro país se retira del Pacto de Bogotá, el Canciller Nica dice que Colombia se está precipitando, la comunidad internacional no se pronuncia y la CIJ no dice ni mu. Y uno, como simple ciudadano, sigue en Babia. Tan pronto se conoció el fallo, muchos colombianos se rasgaron las vestiduras porque se les salió el nacionalismo, al tiempo que una buena cantidad de políticos echó por la borda los principios jurídicos que debían conocer, al ver la oportunidad de ganar adeptos haciendo demagogia. Hasta el mismo presidente Santos, cuyo gobierno heredó este chicharrón, asumió una posición equívoca. Por fortuna hubo también voces sensatas. El ministro del Interior, Fernando Carrillo, afirmó: “La Haya se equivocó, pero Colombia no puede equivocarse”, dando a entender que nuestro país cometería un error al no seguir las reglas del juego de las que voluntariamente hizo parte. Por su lado, el constitucionalista José Gregorio Hernández dijo que “cuando un país firma este tipo de documentos o acude a las Altas Cortes para que se pronuncien sobre alguna diferencia, toca someterse a sus decisiones, así sean tan nefastas como la de la CIJ”. Y agregó: “Imagínese que en el futuro haya un fallo internacional a favor nuestro y el otro país decida no acatarlo; ¿con qué cara podría Colombia defenderse? En cuestiones de derecho internacional tenemos que ser muy serios”.La opinión de los nativos del archipiélago queda muy bien reflejada en estas palabras: “Desde que nací hace 66 años he oído que el Gobierno va a mejorar nuestra calidad de vida, dándonos los más elemental como agua potable, luz permanente y buen alcantarillado. Y no nos ha dado nada de nada. Hemos estado siempre en total abandono. Y ahora lloran porque nos quitaron un pedazo de mar que los burócratas capitalinos ni sabían dónde estaba”. Esa es la verdad. Perdimos a Panamá por dejados, el Chocó no existe, los llanos que podrían ser una enorme fuente de trabajo y riqueza están a la buena de Dios. Y en cuanto al fallo de La Haya, nuestros distintos gobiernos con sus abogados y diplomáticos se dedicaron a defender la soberanía de las islas y los cayos y se olvidaron del mar. Ellos son los culpables de que hayamos perdido cerca de 80 mil kilómetros de aguas territoriales.¿Y yo qué opino? Siempre me enseñaron que si es necesario acudir a la justicia para decidir quién tiene la razón en un pleito, hay que ser consiente de que, surtidas todas las instancias, el fallo será aceptado por las partes. Y lo mismo si se nombra un árbitro, cuya decisión es inapelable. Insistir en lo contrario es no tener palabra. Colombia históricamente la ha tenido y no debe dejar de tenerla. No más llanto. En vez de seguirse lamentando, lo que el Gobierno Nacional debe hacer es meterle la mano de verdad al archipiélago, darle vivienda digna y bienestar a quienes allí nacieron que son tan colombianos como el más cachaco de los cachacos y crear la infraestructura necesaria para que San Andrés, Providencia y Santa Catalina sean una fuente de trabajo y divisas, convirtiéndolas en un verdadero paraíso turístico.