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Mi verdad- la vacuna

Cuestionarse y correlacionar con hechos verificables. Si eso se hace con juicio y se aprenden rudimentos de matemáticas y estadística, se podrá evitar construir verdades que parecen disparatadas fábulas.

2 de diciembre de 2021 Por: Alberto Castro Zawadsky

¿Cómo construye cada cual su verdad? Solía ser fácil creer en lo que nos habían enseñado y estaba escrito en libros sagrados.

Vino la ilustración y creímos que el método científico nos revelaría siempre la verdad. Y no se puede negar todo lo que la humanidad ha avanzado gracias a la ciencia. Pero resulta que los problemas que enfrentamos no son sencillos.

Quisiéramos que todo se resolviera con un simple sí o no. ¿La vacuna sirve? ¿Tenemos democracia? ¿Estamos destruyendo el planeta?

Con internet, nuestra fuente de la verdad dejó de estar en unas pocas personas, o de los libros. ¿Tenemos acceso a miles de opiniones y datos que nos llegan empacados en todos los medios posibles y filtrados para que nos gusten.

¿Cómo construimos entonces nuestra verdad? ¿En qué creo yo? ¿Qué historias consumo? ¿Por qué me creo unas y rechazo, o ni siquiera miro otras?

Empecemos con el covid. La mayoría de la gente cree que la medicina está regida por la ciencia y, por tanto, los médicos son unos modernos sacerdotes. Eso es cierto en un buen porcentaje. Pero hay charlatanes, pseudociencia, fraude estadístico y locos con título. Sería lindo y fácil contestar la pregunta de la vacuna con un estruendoso Sí.

Sí reduce dramáticamente la ocupación de las UCI y las muertes. Pero no las elimina, especialmente en viejos y enfermos. Reduce la frecuencia de contagio, pero muchos vacunados se enferman y pueden transmitir la enfermedad.

La protección de la vacuna es buena, pero a los seis meses comienza a bajar por lo que todos vamos a terminar con dosis recurrentes. La inmunidad de rebaño aplica, pero está pareciendo que por la contagiosidad de las nuevas variantes va a tener que acercarse al 90%.

Esta es la verdad que hemos podido construir con la observación de los hechos y datos, constantemente corroborados por científicos honestos, con mentes equilibradas, que están en el oficio de observar la realidad del comportamiento de un virus nuevo y orientar nuestras decisiones.

Explica por qué a algunos países les está creciendo un diente más del fatídico serrucho que ha sido la gráfica de la pandemia. Y está llevando a que algunos gobiernos se desesperen con quienes han resuelto construir su verdad con pintorescas conspiraciones, elaboraciones simplistas y farsantes titulados, e inclusive están considerando vacunar a la brava.

Es que los deltas y ómicron de los no vacunados nos van a llevar a encierros. Es que todos pagamos por sus costosas y buscadas estancias en las UCI. Hay médicos y enfermeras que ya no dan más y están renunciando a lidiar con tan suicida e ignorante terquedad.

El valor más preciado es la libertad. Todos la debemos defender. Para informarnos, pensar y creer en lo que queramos. Pero si nuestras creencias generan acciones que pueden hacer daño a los demás, pisamos el límite de nuestra libertad. Para disfrutarla con responsabilidad tenemos la obligación de buscar fuentes serias, cotejarlas, verificarlas y usar el sentido común.

Cuestionarse y correlacionar con hechos verificables. Si eso se hace con juicio y se aprenden rudimentos de matemáticas y estadística, se podrá evitar construir verdades que parecen disparatadas fábulas.
Continuaremos con la democracia y el clima.

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