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Los aviones son cada vez más rápidos y grandes pero entrar o...

26 de abril de 2012 Por: Benjamin Barney Caldas

Los aviones son cada vez más rápidos y grandes pero entrar o salir de ellos es cada vez más lento, ineficiente, incómodo y hasta degradante. Largas colas para todo. Desde la que hay que hacer para la entrega de los pasabordos, hasta la de la única puerta para pasajeros con que hoy cuentan los aviones, sin considerar su tamaño, pasando por el espacio para bajar el equipaje de los carros o taxis al llegar a los aeropuertos, y su entrega y peso, los controles de seguridad, los filtros de emigración al salir, el nuevo control en la sala de espera, el control de inmigración al llegar, la aduana, y la cola final para tomar un taxi o bus. En total, mínimo una hora y media, y mucho más las más de las veces, lo que es insólito en vuelos que duran lo mismo o menos, y demasiado para los que no duran más de diez, y todo un irrespeto cuando son tres o más horas.Por supuesto hay medidas que podrían disminuir y agilizar considerablemente todos estos procedimientos. Por ejemplo, el pasabordo se podría imprimir obligatoriamente al comprar el pasaje, y no apenas el itinerario. La revisión de seguridad podría ser simultánea con una aduana previa y no posterior. Lo mismo que realizar el control de emigración junto con el de inmigración, con la misma lógica, en este caso deseable, con que nos han impuesto (abusivamente) que aquí controlemos la producción y el tráfico de drogas en lugar de controlar su entrada y consumo allá, y con la misma confianza que les toca tener a todos los países en los controles de seguridad que se hacen en otras partes pues necesariamente tienen que ser previos a los vuelos.Los aeropuertos son cada vez más grandes y complicados y finalmente inhóspitos, incluyendo los centros comerciales que se han apoderado de ellos. Las terminales deberían estar es dentro de las ciudades, desde las cuales se llevarían en buses a los pasajeros, con todos los controles y filtros ya resueltos, directamente hasta las plataformas junto a las pistas de los aeropuertos, necesariamente retiradas de las ciudades por problemas de seguridad y contaminación. Además se disminuiría el movimiento de los aviones en tierra y se facilitaría su abordaje por puertas a sus dos costados, mediante escaleras mecánicas cubiertas y móviles. Una operación similar a la cada vez más frecuente en los aeropuertos más grandes, que nunca disponen de sitios de parqueo suficientes, entre sus varias terminales y los aviones y entre ellas.También está el asunto de las conexiones y  rutas. Venir desde Madrid, pasar sobre Bogotá, aterrizar en Cali… y después de una hora devolverse a Bogotá. Ir de Cali a Bogotá, al norte, para llegar a Quito, al sur de Cali. Volar a Panamá, al oeste de Bogotá, para llegar a Caracas, al este, o a Buenos Aires muy al sur. Para pasar del calor de Cali al de Cartagena hay que llevar abrigo para la demorada espera en Bogotá para cambiar de avión. Y estar dispuesto a que se cancelen los vuelos con la disculpa de una congestión que debería ser previsible. Y que tal las ridículas ‘comidas’ a bordo, con sus vasitos de cartón que se arrugan con verlos, justo cuando el pasajero de adelanta recuesta bruscamente su asiento, y sus cubiertos transparentes que no se ven, pero tan letales como los metálicos que prohibieron.

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