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Abajo el unanimismo 129714

No hay nada peor para una democracia que no haya oposición. Lo...

22 de mayo de 2012 Por: Mario Fernando Prado

No hay nada peor para una democracia que no haya oposición. Lo anterior me lo refirió un amigo cercano al culminar una de tantas discusiones que -como plato obligatorio- se sirven en cuanta reunión a la que uno asiste.Y es que la discusión giraba en torno a los trinos de Uribe contra las actuaciones del actual gobierno que obtuvo su victoria -nadie lo puede negar- cabalgando al lomo de la popularidad y la aceptación al expresidente de los colombianos.Como es natural hubo voces encontradas: que Uribe deje gobernar, decían unos. Que ya le pasó su cuarto de hora, expresaban otros. Que le está haciendo daño al país con sus pataletas, agregaron por ahí. Que no se aproveche de las desgracias naturales para reencaucharse, se alcanzó a oír.Y claro también se escucharon salvas y vítores al ‘bipresidente’, llegando incluso a exacerbamiento de los ánimos y retiro de un comensal de aquella mesa de amigos.Sin embargo, tan sólo al comentario que inició esta columna fue capaz de calmar los ánimos, ya de por si exaltados. Es indudable que Uribe produce unas extrañas posturas de apoyo o rechazo que no se veían desde las épocas de Laureano Gómez e incluso de su hijo que heredó de su padre el amor o el odio hacia él.Gústenos o no Santos está gobernando con una agenda política tan audaz y tan versátil que ha logrado un unanimismo que le está dando vía libre a todas sus iniciativas. No hay parlamentario que se le resista a esa locomotora pedaleada con todas las mieles del poder de la persuasión. Y ello es bueno para gobernar. Lo otro sería tener un Parlamento en contra boicoteando las iniciativas del Ejecutivo y cambiando votos favorables por las eternas canongias que tanto mal nos han hecho.¿Empero, es bueno que no haya oposición? ¿Será que el mismo Santos no la requiere para que existan las controversias y la oportunidad para que -así sean las minorías- expresen sus opiniones?La Unidad Nacional es una aplanadora que impone su criterio. Allí están involucrados los partidos de la U, Liberal, Conservador, Cambio Radical y hasta los Verdes quedando como siempre una izquierda dividida en un Polo que pierde su cuarto de hora y otros partidos que no dan pie con bola, para no mencionar los Pines y los Míos, de cuyas actuaciones dan cuenta los prontuarios judiciales que los sindican.Y todos estos últimos, de alguna manera comen lentejas del plato presidencial que es generoso y abundante. ¿Quien entonces se resistiría?Al parecer y hasta el momento tan sólo los trinos uribistas están cuestionando, censurando y oponiéndose a algunas actuaciones del Palacio de Nariño, léase Presidente y colaboradores. Y así ericen y exasperen a muchos es preferible que alguien con el bagaje del expresidente asuma ese rol a que quien lo haga sea desde un anarquista hasta un demagogo estilo Chávez y ahí si apaga y vámonos.Ahora bien: No se trata de atravesársele a Santos como una mula muerta o a ponerle un palo en la rueda de sus locomotoras, pero si de que alguien lo este ‘tabaneando’ -para recordar a Doña Berta- o como sucedía con López Michelsen que con perversidad ponía a pensar al país con sus comentarios.Finalmente, si no es Uribe quien diga no, ¿quién diablos entonces va a asumir ese papel tan ingrato, cuestionable e incluso suicida?

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