El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Mundo

Artículo

Venezuela, entre la polarización y el conflicto un año después de la muerte de Chávez

Tras la muerte de Hugo Chávez, Venezuela sigue sumida en la incertidumbre y con la ola de violencia de los últimos días se ha profundizado la crisis económica. El liderazgo regional también parece apagarse.

28 de febrero de 2014 Por: ElPaís.com.co | Resumen de agencias

Tras la muerte de Hugo Chávez, Venezuela sigue sumida en la incertidumbre y con la ola de violencia de los últimos días se ha profundizado la crisis económica. El liderazgo regional también parece apagarse.

Venezuela cumple un año sin Hugo Chávez inmersa en la polarización que siempre acompañó al gobernante y en un conflicto que muestra que el país transita de la mano de Nicolás Maduro en una dirección que no acerca las posturas entre las dos visiones que hay en el país.Tras semanas de manifestaciones y marchas a favor y en contra del Gobierno, y de balances de muertos y heridos en protestas, Venezuela se apresta a recordar el 5 de marzo que hace un año Chávez perdió la batalla contra el cáncer.La muerte de Hugo Chávez, tras una enfermedad de 20 meses rodeada de secretismo, dejó un país en la incertidumbre, con una crisis económica que no ha hecho más que profundizarse y con una inflación que está entre las más altas del mundo.La inflación más alta del mundoTras su muerte, Chávez dejó una economía con una fuerte intervención estatal luego de la expropiación de cientos de empresas y tierras agrícolas, junto con una intrincada amalgama de controles sobre vastos sectores productivos que según empresarios y economistas empezaba a mostrar señales claras de agotamiento.Los problemas económicos de un año después se han convertido en una bomba de tiempo en las manos de su sucesor, el presidente Nicolás Maduro.A poco de asumir la Presidencia en abril del año pasado entre interrogantes sobre su ajustada victoria, Maduro debió enfrentar varias urgencias económicas, entre ellas una ola de escasez de productos de consumo masivo producto del atraso en la entrega de dólares a los importadores.Desde entonces, la situación de desabastecimiento no ha hecho más que empeorar, llegando a un punto tal que según cifras del Banco Central casi uno de cada tres productos medidos en el país no pueda ser hoy adquirido o sustituido."El Gobierno de Maduro heredó las consecuencias del modelo económico aplicado por Chávez, lo cual le ha sido una camisa de fuerza porque no tiene manera de culpar al régimen anterior de la gravedad de la situación que tiene hoy la economía", dijo el economista Asdrúbal Oliveros.La inmediata convocatoria a elecciones tras la muerte de Chávez empujó al país hacia otro proceso electoral que volvió a dejar en un segundo plano la toma de decisiones económicas necesarias pero impopulares, como un enfriamiento del gasto público que ayudará a frenar la aceleración de la inflación.Este escenario se plasmó a lo largo del 2013 en una desaceleración en la tasa de crecimiento económico, en una inflación disparada hasta cerrar el año en un 56% y en una rápida ampliación de la brecha entre el tipo de cambio oficial y el ilegal paralelo.Maduro ha respondido denunciando una guerra económica librada por la oposición en alianza con las cámaras empresariales, aunque al mismo tiempo abrió la puerta a una reforma del control de cambios que rige en el país desde hace 11 años, considerado por muchos economistas como una de las causas de los desequilibrios de la economía.También lanzó una ofensiva contra la inflación con la intervención de comercios de electrodomésticos y la orden de bajar los precios de todos los productos de los comercios, después de denunciar ventas con márgenes de ganancia del 1.000%.Entre acusaciones a los empresarios de "chuparle la sangre a los trabajadores", se blindó con poderes especiales para legislar durante un año sin control legislativo y promulgó una ley de precios justos que regula los márgenes de ganancias de los comerciantes y establece duras sanciones para quienes acaparen productos o especulen con su precio.A ojos del economista y analista político Luis Vicente León, un año después de la muerte de Chávez "la relación con el sector privado empeoró y la economía tiene una crisis dramática".Para León, Maduro ha profundizado los controles y las políticas intervencionistas de su antecesor con resultados inciertos.Relaciones internacionalesSin Chávez, Estados Unidos y Venezuela arrastran el mismo antagonismo que mantuvieron durante su mandato, incapaces de superar una desconfianza mutua contra la que los intentos de acercamiento, a menudo erráticos, han resultado estériles.Meses antes de la muerte del líder venezolano, EE.UU. inició un acercamiento con su entonces vicepresidente, Nicolás Maduro, con la esperanza de superar una década de animadversión venezolana hacia "el imperio" estadounidense.No obstante, el convulso periodo electoral y la estrecha victoria de Maduro en las elecciones presidenciales de abril, seguida por insistentes llamados de EE.UU. a un recuento, pronto dejaron claro que el daño en las relaciones iba más allá de la figura de Chávez.Hoy, las relaciones bilaterales "siguen esencialmente igual, quizá marginalmente peor", dijo el vicepresidente del Consejo de las Américas, Eric Farnsworth."El Gobierno venezolano sigue haciendo de Estados Unidos un chivo expiatorio para sus propios propósitos domésticos, lo que limita las posibilidades de un deshielo", opinó el analista.A partir de marzo de 2013 y sobre todo de junio, cuando el secretario de Estado John Kerry y el canciller Elías Jaua acordaron en Guatemala iniciar un diálogo para normalizar las relaciones, todos los intentos de mejorar los lazos se han visto frustrados por la "tremenda desconfianza mutua", según el experto Michael Shifter."Cada paso hacia adelante iba seguido por dos pasos hacia atrás", afirmó Shifter, presidente del centro de estudios Diálogo Interamericano.El diálogo iniciado por Kerry y Jaua apenas sobrevivió un mes, ahogado por la indignación de Caracas ante unas declaraciones de la embajadora de EE.UU. ante la ONU, Samantha Power, sobre la supuesta "represión a la sociedad civil" en Venezuela.Tras meses de silencio diplomático casi absoluto, Washington y Caracas han retomado su tira y afloja en las últimas semanas con motivo de las protestas de la oposición en Venezuela, orquestadas según Maduro por Estados Unidos.El Gobierno de Barack Obama ha negado todo papel en las protestas, pero al mismo tiempo ha insistido en llamar al diálogo y denunciar un declive de las instituciones democráticas en Venezuela.Igual que la noticia de la muerte de Chávez estuvo acompañada hace un año por la expulsión de dos funcionarios estadounidenses en Caracas, la ebullición de las protestas opositoras ha ido seguida de la orden de abandonar el país a tres diplomáticos norteamericanos.Estados Unidos respondió a finales de febrero con la expulsión de tres funcionarios venezolanos en Washington, recortando aún más unas misiones diplomáticas que operan bajo mínimos desde la retirada de embajadores en 2010.Pero incluso esas evidentes señales de tensión han ido de la mano de "erráticos" intentos de acercamiento, como el anuncio en Venezuela del nombramiento de un nuevo embajador en EE.UU., que ha dejado "desconcertado" al Gobierno de Obama, según Shifter."Yo planteo una nueva era, una nueva etapa en las relaciones con EE.UU.", aseguró Maduro el 26 de febrero.Kerry reaccionó con escepticismo a la oferta, al indicar que su país "está preparado para un cambio en la relación", pero no va a "quedarse quieto mientras se le culpa de cosas que nunca ha hecho".En paralelo a la retórica política, Venezuela y Estados Unidos mantienen una pragmática relación comercial basada en las exportaciones del crudo venezolano, vitales para Caracas porque los estadounidenses son de los pocos clientes que siguen "pagando con dólares y a precio de mercado", de acuerdo con Farnsworth.Consciente de que su relación comercial y energética ha ido menguando año tras año, a Estados Unidos le preocupa cada vez menos el impacto que sus roces con Caracas puedan tener en sus intereses económicos en Venezuela, un factor que sí es muy importante en el caso de Colombia o Brasil, según ese analista. El liderazgo que dejó ChávezEl carisma, el empuje y también la generosidad con otros países que desplegó Chávez en los 13 años en que fue presidente dieron a Venezuela un liderazgo regional que, un año después de su muerte, da señales de estar apagándose.Chávez, que asumió el poder el 19 de agosto de 2000 y lo dejó el día de su muerte, el 5 de marzo de 2013, hizo que Venezuela tuviera más peso e influencia en América Latina y el Caribe.En relación con el continente americano sus pilares fueron una fuerte relación con el Gobierno de Cuba, el país que más se benefició de sus petrodólares, y un constante cuestionamiento o incluso enfrentamiento con Estados Unidos, que le hizo ganar no pocas simpatías también fuera de América Latina. Por los problemas que ha enfrentado desde que asumió el poder, especialmente por los económicos, Maduro no ha podido dedicarse tanto a cimentar las alianzas con otros países y los organismos de integración creados o promovidos por su antecesor.La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) no ha podido elegir secretario general desde el pasado agosto por falta de consenso y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) celebró en enero su segunda cumbre en la que tan solo se lograron compromisos muy generales para avanzar en la lucha para erradicar la pobreza.La Alianza Bolivariana (ALBA), basada en la afinidad ideológica de sus miembros y quizás la más sólida de las instituciones de cuño chavista, trata de reafirmarse tras la muerte de Chávez con la creación de una zona económica común.Petrocaribe, creada para ayudar a pequeños países caribeños a financiar sus compras de petróleo, se encontró a fines de 2013 que Guatemala declinó entrar alegando que los acuerdos no le convenían.Además, Honduras, último país en unirse, anunció que el primer envío de crudo pautado para septiembre no llegaría hasta diciembre por "problemas técnicos" en las refinerías venezolanas.En tiempos de Chávez, los miembros de la ALBA (Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, así como algunas pequeñas islas caribeñas) respondían coordinadamente a las "agresiones" del "imperio" y de otros enemigos de la revolución y se apoyaban mutuamente de cara al exterior.Hoy siguen haciéndolo, pero no tienen la misma fuerza.Chávez y sus aliados lograron incluso que países como Colombia y Chile, con presidentes conservadores, apoyaran la imposición de sanciones a Paraguay por la destitución de Fernando Lugo, simpatizante de la ALBA, pese a que el juicio político al que fue sometido en 2012 es una figura incluida en la Constitución del país.También propiciaron una respuesta unánime y contundente de Latinoamérica frente al golpe de Estado que derrocó en 2009 a Manuel Zelaya como presidente de Honduras, país entonces miembro de la ALBA, pese a que había reticencias en Panamá y Colombia.Ya sin Chávez, los países de la ALBA, comandados por Ecuador en este caso, no han logrado el apoyo necesario de la región para su objetivo de profundizar la reforma de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y cambiar su sede de EE.UU. a otro país.La ALBA ha contado tradicionalmente con el respaldo de Gobiernos como los de Argentina, Brasil y Uruguay, que tienen ejecutivos de una izquierda más moderada, en foros internacionales.El reconocido historiador mexicano Enrique Krauze, autor de "Por una democracia sin adjetivos" (1964) , entre otras muchas obras, deploró este lunes que "los Gobiernos de la región latinoamericana" permanezcan "callados" ante la represión que lleva a cabo el Gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela contra grupos estudiantiles."Chávez no era indispensable, nadie lo es, pero sí era un factor determinante en los procesos latinoamericanos", señaló en una reciente entrevista Modesto Emilio Guerrero, periodista venezolano y autor de la biografía "¿Quién inventó a Chávez?".

AHORA EN Mundo