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Tras 15 meses de disturbios, la incertidumbre rodea elecciones en Egipto

Los egipcios dicen que salieron a las calles para derrocar al régimen de Hosni Mubarak y recuperar la dignidad. Sin embargo, más de un año después de su renuncia, el cambio apenas lo han notado en sus vidas diarias y siguen expectantes.

18 de mayo de 2012 Por: Agencia EFE

Los egipcios dicen que salieron a las calles para derrocar al régimen de Hosni Mubarak y recuperar la dignidad. Sin embargo, más de un año después de su renuncia, el cambio apenas lo han notado en sus vidas diarias y siguen expectantes.

Los recurrentes estallidos de violencia y la controvertida gestión de la Junta Militar han empañado el caótico proceso de transición en Egipto, que se abrió tras la revolución del 2011 y que ahora pasará a una nueva etapa con la elección de un presidente civil, el 22 y 23 de mayo.Los egipcios dicen que salieron a las calles para derrocar al régimen de Hosni Mubarak y recuperar la dignidad. Sin embargo, más de un año después de su renuncia, el cambio apenas lo han notado en sus vidas diarias y siguen expectantes, a la vez que resignados, un devenir político que les ha dado muchas sorpresas.Los disturbios y cambios bruscos que se han generado en Egipto los últimos 15 meses han llevado a que Egipto no tenga una nueva Constitución por las divisiones políticas, con lo que es más que es probable que el futuro Presidente no conozca sus prerrogativas (poderes).Asimismo, hay que mencionar la comparecencia de Mubarak, en pijama y postrado en una camilla, ante el tribunal que lo juzga y que deberá dictar sentencia a principios de junio.Pese a los avances, durante todo este tiempo el país ha parecido estar siempre al borde del abismo. A estas dificultades se suma la discutida actuación de la Junta Militar que gobierna Egipto desde la renuncia de Mubarak y los frecuentes episodios de violencia.Frente a los disturbios, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, máxima autoridad del país, ha rehuido asumir responsabilidades y ha optado por acusar a “terceras partes” que conspiraban contra el Estado.Este tipo de reacción, unido al hecho de que los generales de la Junta Militar fueran compañeros de armas de Mubarak, contribuyen a su mala imagen ante la sociedad egipcia. Tampoco ayudan las dudas que existen sobre el papel que desempeñarán cuando haya un Presidente, pese a que la Junta ha reiterado que tras los comicios volverán a los cuarteles y cederán el poder a un jefe de Estado civil antes del 30 de junio.A falta de un presidente, en la actualidad la máxima autoridad civil elegida es el jefe del Parlamento, el islamista Mohamed Saad Katatni, de los Hermanos Musulmanes, aunque la capacidad de trabajo de esta institución ha resultado mermada por las trifulcas con el Ejecutivo interino y las diferencias entre islamistas y liberales.Bajo estas disputas subyace el modelo de Estado que cada partido quiere para el futuro Egipto, un país conservador donde hace año y medio era imposible prever que el omnipresente Partido Nacional Democrático de Mubarak desaparecería y que los islamistas se harían con la mayoría en un Parlamento elegido democráticamente.

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