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Testimonio: Recuerdos del 11 de Septiembre de 2001

Un ciudadano de Estados Unidos compartió con El País su relato sobre lo sucedido el pasado 11 de septiembre de 2001 durante los ataques a las Torres Gemelas. A continuación reproducimos su conmovedor relato de lo vivido en ese entonces.

4 de septiembre de 2011 Por: Anthony Riani | Sammamish, Wa, USA

Un ciudadano de Estados Unidos compartió con El País su relato sobre lo sucedido el pasado 11 de septiembre de 2001 durante los ataques a las Torres Gemelas. A continuación reproducimos su conmovedor relato de lo vivido en ese entonces.

Yo trabajaba para American Express en el edificio World Financial Center No.3. Mi oficina quedaba en el piso 32 en la parte interior. El fin de semana antes de Septiembre 11 fui con mi familia de paseo a Manhattan desde nuestra vivienda en Nueva Jersey. Era un día espectacular.Cruzamos por el path train de Hoboken a lower Town Manhattan. Salimos en la estación de World Trade Center y disfrutamos de día en la parte baja de Manhattan. Regresamos en ferry desde Battery Park a Hoboken por el río Hudson. Tomamos varias fotos del ferry con las torres gemelas en la parte de atrás con un cielo azul precioso. No sabíamos que esa vista y fotos iban a ser las últimas de las torres gemelas en nuestras memorias.El día 11 de septiembre cogí como siempre, a la misma hora, el tren de Dover a Hoboken para ir al trabajo. Crucé de Hoboken a Manhattan en ferry por el río Hudson. Me bajé en Battery Park y caminé hasta la oficina. Llegué a mi oficina sin novedad como a las 8:30 a.m. Parecía todo como un día normal. Estaba sentado en mi oficina revisando correos electrónicos y papeles cuando de un momento a otro escuché un gran sonido como un viento huracanado con una explosión enseguida.Miré por la ventana de mi oficina y todos los otros empleados que ya habían llegado estaban atónitos, mirando para todos lados, con caras de asombro pensando en que pasó. Fuimos a la ventana de nuestro piso que tiene vista a las torres gemelas. Para mi asombro, vi un hueco enorme negro en la parte de arriba de la torre norte y gran cantidad de humo negro salir por todos lados. Al mismo tiempo vi una cantidad de papeles de impresión, vidrios y otras cosas caer por el hueco. Todos estábamos asombrados haciendo comentarios de que podía hacer. Salieron varias teorías como: "era un avión pequeño que se estrelló o de pronto un misil". Realmente no entendíamos que había pasado. Estando en la ventana, de un momento a otro, uno de los empleados gritó: “allí viene un avión bien bajito”. Todos volteamos a mirar y vi cómo el avión bajaba inclinado con dirección a la torre sur. Vi una gran bola de fuego salir del edificio. En ese momento todo los que estábamos en la ventana sabíamos que era un ataque de alguna clase. Empezó el nerviosismo entre todos los que estábamos allí. Algunos se fueron inmediatamente si decirle a nadie. Para mi asombro, por el comunicador del edificio, anunciaron que todo estaba bien en nuestro edificio y que nos quedáramos tranquilos en nuestra oficina hasta nuevo aviso. Como que la mayoría de la gente no oyó el mensaje porque el piso mío en poco tiempo estaba vacío. Yo tenía una reunión programada a poco tiempo de la tragedia. Mi primera reacción fue subir por el ascensor al piso donde era la reunión. Cuando salí del ascensor, no había nadieen el piso. Bajé nuevamente al piso de mi oficina y no había nadie. En ese instante, cogí mi maletín y decidí bajar por el ascensor para ver como podía ayudar. Cuando salí del edificio camine hacia las torres.Llegué hasta la esquina de mi edificio que era al otro costado de la torre norte. No podía seguir porque veía caer vidrios y papeles por todos lados. En ese momento todavía no habían saltado personas de los pisos altos. Estaba atónito mirando lo edificios cuando llegaron los primeros policías al lugar. Empezaron a acordonar la zona y dar órdenes a transeúntes. Una policía se me acercó. Yo le pregunté cómo podía ayudar y ella me dijo que era mejor que me fuera al instante porque era muy peligroso. Me quedé unos minutos más y luego decidí ir hacia el ferry para retornar a mi casa. Cuando llegué al parque de donde sale el ferry estaba lleno de gente. La mayoría estaban conversando nerviosos tratando de entender que había pasado. Yo estaba conversando con otro empleado cuando un momento a otro se oyó alguien gritar: “una persona se está cayendo del edificio”.Todos miramos al instante y para mi asombro vi una persona cayendo al lado del edificio. Solamente se oyó un gran eco de asombro entre la multitud. Seguí mirando a los edificios con su humarada negra salir de ellos y unas cuantas personas desde las ventanas agarrándose de lo que fuera. De un momento a otro vi una de las personas soltarse y caer al vacío con los brazos y piernas retorcidas como tratando de agarrar algo y en forma desesperada. Quedé con la boca abierta mirando con asombro. Luego vi otro saltar al vacío. En ese momento no pude seguir viendo semejante tragedia. Me entró un dolor en todo el cuerpo luego de ver esas almas desesperadas que tomaron la decisión de tirarse al vacío seguramente pensando de pronto que ocurriera un milagro en vez de morir quemado o ahogado por el humo negro. Un hombre de religión judía que estaba cerca de mi entró en un pánico terrible. Empezó a rezar en forma continua y se fue empujando entre la gente para llegar al ferry. La gente todavía estaba atónita por lo que estaba pasando, por ende no reaccionaban a los empujes de este hombre. En ese instante, por instinto, sin pensarlo, me fui detrás de él siguiéndolo. Llegamos al ferry. Me senté a lado del hombre que continuaba rezando en forma frenética moviendo su cuerpo para arriba y abajo. Yo tenía la mente tan bloqueada por lo que pasó que, aunque quería rezar, no me salía nada. A los minutos el ferry anunció su partida.Cuando empezó a partir se oyó nuevamente el eco atónito de los que quedaron en el parque. Seguramente otra pobre alma se había tirado al vacío. El ferry cogió su ruta por el Hudson a la estación de tren en Hoboken. Cuando estábamos en la mitad del río, yo estaba mirando las torres con su humarada negra salir. Un momento a otro se oyó una gran explosión y para mi asombro una de las torres empezó a caerse. Lo único que vi fue un gran hongo de polvo y humo subirse cubriendo totalmente el edificio de mi trabajo y el parque donde yo estaba hace un instante. Pobres almas que estaban todavía en el parque. Imagino el desespero de ellas, algunas corriendo sin dirección para salvarse. Realmente no sé qué les pasó. Cuando estábamos llegando a Hoboken, oí nuevamente otra explosión y vi otro hongo de humo grande. Se había caído la segunda torre. El ferry llegó a la estación de tren. La estación de tren estaba llena de gente. Anunciaron un enorme atraso de todos los trenes. Traté de comunicarme por celular con mi esposa pero estaban muertas todas las señales. Me tocó esperar como unas ocho horas hasta por fin salió el tren que me llevaba para la casa. Iba completamente lleno, hasta gente había parada. Algunas personas conversaban en forma nerviosa, otros trataban frenéticamente de llamar a su familia, otros oían las últimas noticias en la radio y otros simplemente estaban en otro mundo. No recuerdo nada de cuando llegué a la estación del tren de mi destino final, cuando me monté en el carro y cuando maneje a la casa. Solamente recuerdo que estaba sentado dentro del carro todavía prendido, agarrado del timón. No sé cuánto tiempo pasó. Mi esposa me cuenta que cuando oyó el carro llegar, salió inmediatamente a verme. Ella me cuenta que llego al carro, tocó varias veces la ventana y me decía que me saliera. También me contó que simplemente me vio sentado con el carro prendido, agarrado al timón llorando a chorros continuamente, como un niño pequeño, sin reaccionar a su llamadas. No recuerdo cuándo entré a la casa y cuándo me acosté esa noche. Al otro día cuando me desperté, pensé que todo era un sueño hasta que vi la noticias sobre todo lo que pasó y se me vinieron los recuerdos. Mis hijos estaban pequeños en ese tiempo. Cuando se despertaron lo único que hice fue abrazarlos por largo tiempo, como también a mi esposa, llorando, dándoles continuamente besos, y agradeciendo a Dios por darme la oportunidad de seguir con vida y poder seguir compartiendo con mi familia. Desde ese día de la tragedia, la vida me cambio por completo. Me di cuenta que hay cosas más importantes que el dinero, una alta posición o cosas materiales. Decidí no volver a trabajar en Nueva York. También me volví un hombre más religioso, porque me di cuenta, que realmente existen los ángeles guardianes (el hombre de religión judía), la vida espiritual es más importante que la material y que todavía no estaba en los planes de Dios llevarme a una mejor vida. Siempre estaré agradecido con el hombre de religión judía y espero algún día en el cielo darle las gracias personalmente.Fui muy afortunado de que no me pasó nada. Agradezco todos los días a Dios por esto. Pero en el fondo de mi ser siento un enorme dolor de no haber podido ayudar más ese día a los menos afortunados y tengo estampado en mi memoria el imagen de esas pobres almas cayendo al vacío como ángeles sin alas.

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