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Reforma migratoria en Estados Unidos avanza con prueba de obstáculos

Aunque la negociación de la iniciativa superó el Comité Judicial del Senado, todavía le quedan cuatro retos por enfrentar en próximos días.

26 de mayo de 2013 Por: Edwin Giraldo Ruiz | Corresponsal de El País en Washington

Aunque la negociación de la iniciativa superó el Comité Judicial del Senado, todavía le quedan cuatro retos por enfrentar en próximos días.

El 6 de noviembre de 1986, luego de que el expresidente Ronald Reagan firmara la entrada en vigor de la última Reforma Migratoria en EE.UU., el senador republicano Alan K. Simpson le dijo al Washington Post: “Esta reforma causará terribles problemas administrativos, pero es la mejor opción que tenemos hoy”. Tres décadas después, el Congreso está en una disyuntiva parecida. Hay consenso bipartidista sobre la necesidad de aprobar la reforma, pero no sobre la redacción de la misma. Entre las diferencias, persiste una fundamental: el presidente Barack Obama y los demócratas quieren ofrecer un camino mucho más rápido hacia la ciudadanía que los republicanos, quienes plantean más soluciones ‘alternativas’.El proceso venidero es largo y complejo, y puede resumirse así: es una carrera de obstáculos, con cinco vallas, de las cuales solo se ha superado la primera.Proyecto redactadoEl Comité Judicial del Senado (con mayoría demócrata) aprobó la semana pasada el proyecto de ley que fue redactado a comienzo de año por el denominado Grupo de los 8, compuesto por cuatro legisladores demócratas y cuatro republicanos para asegurar que la propuesta recoja inquietudes de ambos partidos.El anuncio se hizo después de semanas de discusiones, en las que se analizaron más de cien enmiendas. Al final, se anularon varias de las iniciativas más ambiciosas de los demócratas, como la de permitir que estadounidenses homosexuales puedan solicitar la nacionalización de sus parejas, cuando estas provengan del extranjero. También establecieron que la reforma solo aplicará para aquellos que ingresaron a EE. UU. antes de diciembre del 2011. Se calcula que esta decisión dejará por fuera de los beneficios a más de 400.000 personas que permanecen en el país sin documentación legal. Hasta aquí, la carrera supera la primera valla. Janet Murguía, presidenta del Consejo Nacional de la Raza, una de las mayores coaliciones hispanas, dice que los esfuerzos bipartidistas en el Comité y el sólido apoyo del Grupo de los 8 ayudó a derrotar medidas extremas que habrían minado una reforma real. “Con sus acciones, los miembros del comité le enviaron un fuerte mensaje al Senado sobre avanzar en un camino que entregue soluciones para reparar nuestro fracturado sistema migratorio y solucionar el alto costo económico y humano que conlleva la falta de acción”.Enfrentar a los republicanos Según los pronósticos, en este punto, los competidores comenzarán a sentir la fatiga de la carrera. Una nueva valla hay que saltarla en la Cámara de Representantes, en donde se repetirá el proceso del Senado, pero con una gran diferencia: el control aquí lo tienen los republicanos. También hay un grupo bipartidista, de ocho legisladores, encargado de redactar un proyecto de ley sobre lo que ellos consideran debe tener la Reforma Migratoria. Igualmente, estas labores se hacen en el otro Comité Judicial del Capitolio. Aunque ya se anunció ‘principio de acuerdo’, no se conocen los detalles. Sin embargo, persisten diferencias entre asuntos como la concesión de visas de trabajo para individuos con mano de obra no calificada, así como el acceso a los beneficios del Gobierno Federal por parte de inmigrantes favorecidos por la reforma, especialmente en el tema de la salud. Además, los republicanos plantean que, una vez una persona ingresa en el proceso de ‘legalización’, el tiempo para obtener la ciudadanía debe de ser de 13 años. Susana Flores, de la Casa de Maryland, que organiza constantes marchas y mítines a favor de la Reforma, reconoce que “la situación en la Cámara de Representantes será muy difícil debido a la mayoría conservadora. Por eso ahora intensificaremos nuestros acercamientos para que la reforma pueda pasar”.Minoría radicalUna vez la mayoría republicana en la Cámara de Representantes apruebe el proyecto, este debe ser votado favorablemente en la plenaria, como se espera que suceda en el Senado. En este punto es donde la política local tiene un gran impacto sobre la nacional. Mientras los senadores son solo cien y representan estados, los representantes a la Cámara son elegidos en distritos, tan pequeños como el barrio San Fernando o tan grandes como Santiago de Cali. Estos legisladores, 435 en total, tienen que demostrar en el Congreso que representan los intereses de sus electores y por eso sus puntos de vistan varían tanto. Por ejemplo, uno de los más reconocidos defensores de la Reforma en EE. UU. es el congresista Luis Gutiérrez, quien representa el Distrito 4 de Illinois, el cual es precisamente, uno de los que tiene mayor presencia hispana en Chicago. En el otro bando estaría Michelle Bachman, del movimiento ultraconservador Tea Party, y opositora a ultranza de la reforma. Ella representa el Distrito 6 de Minessotta, de histórica tradición republicana, y en donde el 95 % de la población es blanca; mientras sólo el 1 % es hispana.La firma final La última vaya es la más alta, y se necesitará mucho músculo para poder saltarla. Una vez los proyectos de ley sean discutidos y votados a favor en el Senado y la Cámara, ambos textos tienen que conciliarse en la gran plenaria del Congreso. Es decir, demócratas y republicanos combinarán sus propuestas y las transformarán en una sola: nacería la Reforma Migratoria Integral. Es aquí cuando el lobby político y el músculo de los legisladores influyentes pesa más. Es el final de la carrera, con los corredores agotados y la valla más alta, pero con la clara posibilidad de hacer historia si el último brinco se da en conjunto. Una votación a favor, por mayoría simple en la plenaria del Congreso, llevaría la Reforma directo al escritorio del presidente Barack Obama. En ese momento, cuando él estampe su firma con la mano izquierda, se abriría el camino para que once millones de personas en EE.UU. salgan de las sombras y se conviertan en parte integral de este país.

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