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Por cuenta del conflicto en Siria, ¿está cerca una nueva Guerra Fría?

Por cuenta del conflicto en Siria, líderes de EE.UU. y Rusia se han acusado mutuamente de incendiar el mundo. Análisis.

16 de octubre de 2016 Por: Gerardo Quintero Tello | Jefe de Cierre de El País

Por cuenta del conflicto en Siria, líderes de EE.UU. y Rusia se han acusado mutuamente de incendiar el mundo. Análisis.

A sus 85 años, Mijaíl Gorbachov, expresidente de la antigua Unión Soviética, es como aquellos sabios de la tribu que poco hablan, pero cuando se pronuncian hacen advertencias que dejan a todos cavilando.Esta semana no fue la excepción, sus declaraciones a la agencia rusa RIA Nóvosti  traspasaron la frontera y retumbaron en la comunidad internacional: “Creo que el mundo está al filo de una situación peligrosa. Hay que detenerse”. El hombre fuerte de la política mundial de los años 80, premio Nobel de Paz y baluarte de la caída del Muro de Berlín, teme un resurgir de la Guerra Fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos, la misma que él ayudo a sepultar junto con otros líderes de Occidente como Ronald Reagan y Margaret Thachert. No es la primera vez que Gorbachov plantea sus inquietudes. Hace dos años el promotor de la ‘Perestroika’, que desembocó en el final de la Unión Soviética, advirtió que las tensas relaciones entre el presidente ruso Vladimir Putin con sus homólogos de Estados Unidos y Alemania, Barack Obama y Angela Merkel, podrían traer “terribles consecuencias para el mundo”. “Con las emociones volando tan alto, como ahora, podríamos no sobrevivir a estos años. Alguien puede simplemente perder el control. Debemos hacer todo lo que podamos para invertir la tendencia”, escribió Gorbachov en el diario Rossiskaya Gazeta. En ese momento la preocupación del exlíder soviético giraba en torno a las sanciones y duras advertencias luego de que Rusia se anexionara la península de Crimea y fuera, además, acusada por la Otan de enviar tropas y armas para apoyar a los separatistas prorrusos en el este de Ucrania. Este hecho desató una andanada de protestas del bloque occidental comandado por EE.UU.  Pero ahora, sin solucionarse aún lo de Ucrania, las alertas de Gorbachov están prendidas porque la tensión ha subido de tono por otro conflicto: la intervención de ambas superpotencias en un país clave para ambos, Siria. Este nación del oriente próximo, con 23 millones de habitantes, fronteras con Turquía, Iraq, Israel, Jordania y El Líbano, se encuentra sumida en una guerra civil desde marzo del 2011, que ha dejado más de 300.000 muertos y por lo menos 6 millones de desplazados.   Tanto Rusia como EE.UU. tienen intereses económicos y geopolíticos en la zona y aunque hace unos meses  hicieron un remedo de pacto para atacar las bases del Estado Islámico en el país, lo cierto es que Washington acusa a Moscú de no estar bombardeando posiciones yihadistas sino a los  opositores del régimen de Bashar al Asad, presidente de Siria y a quien Putin respalda a muerte. El último choque tuvo lugar el pasado  8 de octubre, cuando en pleno Consejo de Seguridad de la ONU Rusia vetó una resolución propuesta por Francia llamando a un cese de bombardeos en la ciudad de Alepo, donde el régimen Sirio y Moscú adelantan una feroz ofensiva militar, con decenas de civiles muertos. Se trató de la quinta ocasión en que Moscú utilizó su derecho de veto para bloquear una acción de la ONU para poner fin a la guerra en Siria. El presidente de Siria, Bashar al Assad, opina que la situación actual en el mundo es similar a la de “una Guerra Fría en evolución”, ya que “Occidente y, en especial, EE.UU., no detuvieron la Guerra Fría ni siquiera después del desmembramiento de la Unión Soviética”. El líder sirio agregó en una entrevista con el rotativo ‘Komsomólskaya Pravda’ que “Siria es uno de los escenarios más importantes” en esta guerra. Una guerra que, según Assad, tiene como objetivo principal “preservar la hegemonía estadounidense en el mundo, no permitir que aparezcan socios en la arena política o internacional, ya sea Rusia o sus aliados en Occidente”. Un escenario complejo ¿Pero más allá de la retórica, estamos realmente ad portas de una nueva Guerra Fría que pueda afectar dramáticamente la geopolítica mundial? El profesor Marcos Peckel, experto en relaciones internacionales, afirma que aunque en la actualidad se vive una situación muy compleja entre Estados Unidos y Rusia no se puede asimilar a lo que sucedía en los años 60 o 70. “No se puede comparar una época con la otra, aquella era una guerra con un componente ideológico marcado. Ahora no tenemos nada de eso, se trata de un conflicto distinto, donde hay una serie de desacuerdos de la geopolítica mundial que comienza por Ucrania, pasa por Turquía, el tema de Europa, las mismas elecciones en Estados Unidos que causan ruido y termina en Siria, donde Rusia aprovecha el vacío que dejó Estados Unidos y donde Moscú tiene la sartén por el mango”. Peckel agrega que lo que se percibe es un factor de fuerza de Putin, que está clavando bandera para cuando llegue el nuevo Presidente de EE.UU.  notificarle que nada se podrá hacer en esta convulsionada región del oriente próximo sin el visto bueno de Moscú. Para el experto, la Guerra Fría se manifiesta en pequeños conflictos y Rusia no está interesada en confrontar a Estados Unidos, y además  agrega que el único país que tiene presencia global es Estados Unidos.Arturo López Levy, catedrático en la Universidad de Texas y experto en política latinoamericana y estadounidense, sostiene que no se puede hablar de un regreso a la guerra fría entre Rusia y EE.UU porque el sistema internacional es distinto, sino de un nuevo conflicto con características distintas a la que ocurrió entre 1947-1989 pero de la mayor seriedad por la magnitud y los intereses envueltos.  “No hay una bipolaridad estratégica en el sistema internacional con riesgo de una confrontación nuclear, y una competencia global ideológica.  Rusia está de vuelta como gran poder en el escenario internacional, pero no es ya una superpotencia al nivel de los EE.UU. ni militar ni política ni económicamente. Rusia es apenas un octavo de la economía estadounidense, muy por detrás en números brutos de China, y no tiene el nivel de atractivo ideológico como rival que tuvo anteriormente”, explica el analista.   López-Levy sostiene que Putin se ve a sí mismo como un nuevo Pedro I, gestor de una modernización de su país que incluya una recuperación rusa como gran potencia.  “En Georgia y  Crimea, Rusia está actuando como un gran poder regional en el Este de Europa y el Cáucaso. En Siria hay una proyección de gran poder a favor de su principal aliado, el régimen autoritario del presidente al Assad, con quien Moscú tiene acuerdos de acceso militar estratégico al Mediterráneo oriental”. Para Juan Albarracín, candidato a doctor de la Universidad de Notre Dame, en Indiana, aunque las tensiones entre Estados Unidos y Rusia llegaron a niveles alarmantes, es muy poco probable que se repita el escenario de una Guerra Fría, por lo menos no con las características que tenía en el pasado.  “Rusia hoy no tiene la capacidad para sostener una confrontación de este tipo con los EE.UU.. La intervención de Rusia en Siria y Ucrania claramente afecta los intereses de los Estados Unidos y sus aliados europeos, pero estas intervenciones tienen costos altísimos para Rusia. Con la economía en un Estado tan frágil, es poco probable que Rusia logre sostener estas intervenciones a mediano plazo”. Una posición similar es la que expresa Javier Leonardo Garay, profesor-investigador de Relaciones Internacionales de la Universidad Externado, quien cree ver en la situación actual una cuestión más de retórica que de hechos reales que vayan a relanzar al mundo a las mismas lógicas que dominaron la Guerra Fría hace cuarenta o cincuenta años. “En términos de contexto internacional es difícil que se repliquen esas lógicas, como por ejemplo la creación de esos dos hemisferios que existieron en ese periodo. Adicionalmente, tampoco se ve claro en la capacidad de impulsar estrategias de carreras armamentistas por parte de Rusia y en tercer lugar, los dos países están seriamente afectados en este momentos, en términos de su identidad”. Lo que importa a Rusia El experto internacionalista de la Universidad Icesi, Vladimir Rubinsky, explica que para Rusia el Oriente próximo es importante por varias razones: “la primera, desde la perspectiva geopolítica, después del fin de la Guerra Fría Rusia estaba perdiendo su incidencia política y Siria es uno de los pocos lugares donde todavía existían algunas esperanzas para ‘no perder todo’; la segunda, después del anexo de la península de Crimea, los Estados Unidos lograron, aunque solo parcialmente, aislar a Rusia en la arena internacional.  El hecho de entrar con la fuerza dura a Siria obligó a Estados Unidos a ‘dialogar’ con Rusia y negociar las salidas de varias situaciones, no solo en Siria. La tercera, las actividades de Estado Islámico también son una amenaza para Rusia que cuenta con una población grande musulmán”. El profesor López-Levy se muestra pesimista del futuro inmediato y prevé que la situación entre los dos países se puede agudizar porque hay una animosidad latente entre Washington y Moscú.  “En Rusia prevalece una actitud excesivamente suspicaz hacia todo lo que viene de EE.UU, incluyendo acciones de la sociedad estadounidense motivadas por sus valores liberales como la solidaridad con los derechos homosexuales en Rusia. En Washington, el partido demócrata y parte de las elites republicanas han exhibido una fobia anti-Putin que complica una difícil relación entre grandes poderes con demagogia y analogías exageradas”, enfatiza López-Levy.

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