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Perú, con poco interés en el medio ambiente

Pasaron casi dos horas antes que empleados de Antamina, el consorcio internacional dueño de la mina, arribaran y detuvieran la fuga. Cuando alguien abrió la cerradura con una palanca, una nube tóxica cubrió Santa Rosa de Cajacay.

21 de agosto de 2012 Por: Elpais.com.co | AP

Pasaron casi dos horas antes que empleados de Antamina, el consorcio internacional dueño de la mina, arribaran y detuvieran la fuga. Cuando alguien abrió la cerradura con una palanca, una nube tóxica cubrió Santa Rosa de Cajacay.

Sonó como una fuerte explosión de un neumático. Un cóctel tóxico de concentrado de cobre y zinc mezclado con los componentes volátiles de una tabla periódica se dispararon hacia el cielo.El ducto de 302 kilómetros que transporta, desde los Andes a la costa del Pacífico, el mineral concentrado de la mina a cielo abierto más rentable de Perú, se reventó en una estación de bombeo de este poblado de agricultores pobres.El concentrado de color plomizo se esparció por el aire claro y seco de una mañana soleada a 3.500 metros de altitud.Abraham Balabarca, quien construía muy cerca una casa, corrió junto a otros vecinos para detener la fuga pero cuando llegó descubrió que la estación estaba cerrada y encadenada. El guardián no tenía la llave.Pasaron casi dos horas antes que empleados de Antamina, el consorcio internacional dueño de la mina, arribaran y detuvieran la fuga. Cuando alguien abrió la cerradura con una palanca, una nube tóxica cubrió Santa Rosa de Cajacay.Un funcionario minero pidió ayuda a los pobladores para detener las 45 toneladas de la mezcla antes de que llegaran a un río cercano y los aldeanos lo hicieron sin equipos de protección pero con paños absorbentes otorgados por Antamina.Pronto los pobladores empezaron a sentirse enfermos. En total, unos 350 fueron atendidos por dolores de cabeza, sangrado del tracto respiratorio, náuseas y vómitos, según el al calde de Cajacay, Felipe Lázaro. 69 eran niños.Casi tres semanas después, Antamina no ha dicho mucho en público sobre la fuga y no ha divulgado la composición química de la mezcla, mientras el Gobierno exhibe escaso interés en investigar el impacto ambiental y sanitario.Después del derrame, muchos de los 410 pobladores que cultivan habas y crían ovejas pidieron al director de relaciones comunitarias de Antamina que limpie el lodo metálico que olía a veneno agrícola para gusanos, dijo el campesino Balabarca.“Todos los campesinos ayudaron y tenían sus manos sucias, ayudamos humanitariamente sin saber que el concentrado de cobre estaba contaminado”, precisó Hilario Morán, presidente de la comunidad campesina de Cajacay.“Esta es una clara señal del absoluto desinterés por la salud de la población”, dijo María Foronda, una activista local y ganadora en 2003 del prestigioso premio internacional Goldman para el medio ambiente.

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