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¿La reelección de Dilma Rousseff se apagó con el sueño mundialista?

El desastre de la selección brasilera en el Mundial de fútbol puede tener serias repercusiones en el futuro político del gigante suramericano.

13 de julio de 2014 Por: Jessica Villamil Muñoz | Reportera de El País

El desastre de la selección brasilera en el Mundial de fútbol puede tener serias repercusiones en el futuro político del gigante suramericano.

"¿Cuál es el deporte más popular en Brasil?El voleibol.¿Y entonces el fútbol?El fútbol... el fútbol es una religión”.No es broma. Tampoco frase de cajón. Para los brasileros ese deporte, en el que por regla compiten once contra once, tiene poderes curativos, espirituales. Es capaz de aislarlos de sus tristezas, dolencias, preocupaciones, inconformidades.Seguramente por eso, a Dilma Rousseff, presidenta del país más poblado de Suramérica, no la desvelaban las protestas en contra de las millonarias inversiones que hizo para sacar adelante la organización de la Copa Mundial de Fútbol Brasil 2014. Dicen que sabía, en el fondo, que si la ‘verde amarela’ se coronaba por sexta vez campeona del mundo, esos problemas se iban a olvidar y su reelección para el periodo 2015-2019 sería casi que automática. Pero los cálculos fallaron y al santo que iluminó su camino en las últimas semanas, se le extinguió la llama.**El problema no fue ser sede del máximo certamen del fútbol, sino el “despilfarro” de Dilma, quien invirtió US$11.000 millones en las obras de infraestructura y los preparativos del evento. Se construyeron estadios hasta en la selva, donde solo se programaron cuatro de los 64 partidos en disputa.La mujer que batió el récord por ser la primera en dirigir los destinos del país también se volvió célebre por hacer de este mundial el más costoso de la historia.Entonces, millones de personas salieron a las calles a quejarse. Lo hicieron como nunca antes en los últimos 20 años de ese país. Con arengas y pancartas exigían más educación, mejores escuelas, trenes, hospitales. El metro paró varios días por semana, pero la Policía de Brasil diluyó las inconformidades con gases lacrimógenos, chorros de agua y balas de caucho. Llegó el 12 de junio y apareció dios.Desde aquel primer pitazo en el partido entre Brasil y Croacia las protestas se hicieron una cada vez más pequeña que la otra. El Ministerio de Justicia Nacional indicó que de las 209 manifestaciones presentadas, solo en 18 hubo actos violentos. Muchos de los indignados prefirieron quedarse en casa frente al televisor.Una encuesta del instituto de estadística brasileño Datafolha mostró en el 2013 que el 81% de los ciudadanos estaba de acuerdo con las críticas. En febrero de este año, esta cifra bajó al 52%. Y quienes rechazaban al movimiento que promueve las protestas por el Mundial variaron de 15% al 42%.Ni siquiera importó que un puente, que hizo parte de esas obras cuestionadas en una de las ciudades sede, se hubiera caído días después de su inauguración, dejando dos muertos y diecinueve heridos.Nadie se fijó en esa catástrofe porque al día siguiente la Selección se enfrentaba a Colombia en los cuartos de final. El dolor de la muerte fue exorcizado con el 2-1 que llevó a los brasileros a la semifinal.Como un mal presagio, en ese mismo encuentro, Neymar salió lastimado y el equipo médico anunció que no estaría en los dos partidos siguientes (semifinal y final). La Presidenta, a través de Twitter, lamentó la desaparición del ‘santo’. Ahora sí Dilma tuvo razones para desvelarse. ***“Si hubiéramos ganado —dijo un brasilero en televisión— el pueblo habría olvidado que se gastó tanto dinero en el Mundial; ahora la realidad vuelve a ser el centro de atención”.Los triunfos de la Selección hicieron que en los últimos días la candidata-presidenta mejorara su imagen ante el pueblo. Y la intención de voto para las elecciones de octubre subió de 34% a 38%. Aún así, los expertos en política internacional no se atreven a augurarle un futuro político.Juan Pablo Milanesse, politólogo de la Universidad Icesi, sostiene que los resultados de las elecciones populares dependen del humor social, así que decir que Dilma pueda ganar o perder en los comicios por cuenta de los resultados del Mundial de fútbol es apresurado.Indica que “indudablemente” el 38 % de aprobación puede verse afectada de manera negativa con la pérdida de la Selección, pero faltan tres meses para las elecciones y eso le deja un margen para recuperarse.El internacionalista Enrique Serrano asegura que por ahora se puede presumir que la situación del Gobierno de Brasil está comprometida con los resultados del Mundial, no solo por el aspecto deportivo, sino económico. “Hubo gloria durante unos partidos ganados, pero eso ya terminó. Entonces el descontento de la gente, que es tan grande, regresará y eso puede hacer que la crisis continúe durante las próximas semanas”.Comenta que Dilma se puede favorecer porque los candidatos opositores no son muy fuertes y solo si logran una campaña de desprestigio eficaz podrán sacarla del poder.Explica que los partidos opositores no tienen candidatos fuertes, pero la posición de Dilma frente al electorado en general es mala, débil. “Si hubiera alguien que arrastrase los votos que necesita la presidenta-candidata seguramente la vencerá o al menos forzaría una segunda vuelta”.Recuerda lo ocurrido en Ecuador el año pasado cuando Rafael Correa se enfrentó en los comicios a otros siete candidatos, pero ninguno se alzó con el triunfo en las urnas porque su poder político fue tan bajo que no se reflejó ni en un 30% de respaldo.“En Ecuador no querían a Correa, pero la gente se debatió entre siete candidatos que eran desconocidos y terminó ganando el presidente”.Sin embargo, Santiago Londoño, docente de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, explica que, precisamente, por todos los componentes políticos y sociales que reune la crisis en Brasil puede aparecer el factor sorpresa, ese que haga que un candidato desconocido se catapulte como la mejor opción.Indica que en Colombia ocurrió hace doce años cuando Álvaro Uribe era el candidato que no llegaba ni al 2% de favorabilidad para las Presidenciales de 2002 y el fin del proceso de paz con las Farc en el gobierno Pastrana hizo que su programa fuera el más atractivo.“Él apostó por la guerra en un momento de crisis de seguridad y la gente lo eligió con el 53% de los votos en la primera vuelta; en Brasil puede pasar lo mismo con los candidatos que potencialicen esa crisis política, económica y social que atraviesan”.Aunque advierte que Dilma, al igual que todos los políticos que buscan una reelección de su cargo, tienen a su favor el aparato estatal. Además, Brasil es un país muy grande con unos quince partidos políticos, que si quieren llegar a tener poder, tendrán que aliarse entre ellos para vencer al Partido de los Trabajadores que puso en el poder dos veces a Luiz Inácio Lula da Silva y después a Dilma Rousseff.**Dilma Rousseff dijo que ni en su peor pesadilla imaginó que la ‘verdeamarela’ iba a recibir siete goles de una Alemania que derrumbó el sueño de 200 millones de brasileros. Un estudio de la Escuela de Graduados de Economía de Stanford sostiene que las victorias deportivas 10 días antes de una elección pueden aportar 1 o 2 puntos porcentuales al candidato de Gobierno, pero los partidos jugados dos semanas antes tienen poca repercusión.En Brasil no ocurrirá ninguno de los dos casos porque para las elecciones faltan tres meses. Para ese tiempo la hipnosis que produce la religión de ese país habrá pasado y aún se desconoce si la poca simpatía por la presidenta Dilma también.Periodistas opinanLa opinión de periodistas brasileros sí está divida frente al futuro de la presidenta Dilma Rousseff. Por lo menos, Marcelo Prada, de Globo sport.com, sostiene que “el fracaso de Brasil en el Mundial no va a afectar la reelección porque son dos cosas distintas”.Indica que pese a las críticas que hubo en torno al certamen por los altos gastos que se registraron para su preparación, el campeonato dejó una buena imagen del país.Sin embargo, Fernando Nascimiento, de Futura Press, asegura que sí habrá repercusiones en la posible reelección de la actual presidenta.“Las presiones ya estaban cantadas. Si Brasil hubiera ganado podría disminuir la falta de estructura que la población alega, pero el haber perdido en la semifinal, las manifestaciones en contra del Gobierno por los altos gastos en la organización del Mundial van a ser más fuertes; la recriminaciones ahora”.

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