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La carrera por la Casa Blanca ha estado marcada por el escándalo y la guerra sucia

Ni Donald Trump ni Hillary Clinton se han librado de las críticas ácidas en su disputa por la Casa Blanca.

3 de noviembre de 2016 Por: Redacción de El País

Ni Donald Trump ni Hillary Clinton se han librado de las críticas ácidas en su disputa por la Casa Blanca.

Que las ideas, los argumentos y las propuestas cedan su lugar a los chismes, las acusaciones personales y el escándalo ya no es una novedad en las presidenciales de la mayor potencia del mundo. Sin embargo, también es cierto que  las campañas de Donald Trump y Hillary Clinton parecen haberse empecinado este año en batir todos los récords en materia de guerra sucia en la política de Estados Unidos. Es así como verdades a medias y mentiras a gran escala se han convertido de nuevo en la mejor arma para intentar frenar en las encuestas a los dos grandes contendores de los comicios que se llevarán a cabo el próximo 8 de noviembre. Trump, a la cabeza Sin duda, el candidato republicano es quien más ha dado de qué hablar en esta materia. Sus frases salidas de tono y su oscuro pasado han dado pie para que el New York Post se crea con derecho a publicar fotos de su esposa desnuda y a que muchos pongan en tela de juicio sus facultades mentales. Sin embargo, para otros sus frases ofensivas contra las mujeres, por ejemplo, no reflejan un intento por llamar la atención sino una forma de ser y de pensar que data de tiempo atrás.  Así pareció quedar claro en octubre pasado, cuando el diario The Washington Post publicó un video en el que Donald Trump le decía, hace un  tiempo,  al popular  presentador de televisión Billy Bush: “Puedes hacerles lo que quieras (a las mujeres) cuando eres una estrella”. Y aunque la proximidad del segundo debate presidencial obligó al  candidato republicano a disculparse, casi de inmediato anotó que “Bill Clinton me ha hecho comentarios mucho peores en los campos de golf”, lo que acabó de desatar la ira no solo de los demócratas sino también de sus propios copartidarios. Ya desde agosto  la  analista Luciana Manfredi le había dicho a El País que en la medida  en que pasaran las semanas la campaña iba a  subir de tono, sobre todo porque “ni el electorado demócrata está plenamente convencido con Clinton ni tampoco los republicanos tradicionales y más conservadores son amantes de Trump”. Por eso para algunos allí, en la guerra sucia, también está la  explicación de por qué a Hillary le acaba de estallar un enorme escándalo casi ad portas del día D para las elecciones, y justo cuando  la distancia que le había tomado a su rival en las encuestas para muchos ya resultaba casi  insalvable. Sin embargo, para  Carlos Chirinos, editor político de Univisión Noticias, era previsible que el tema de la investigación del FBI a los correos electrónicos de Clinton, así como las alusiones a su estado de salud, fueran asuntos previsibles. “El segundo republicano en el Congreso, Kevin McCarthy, se ufanaba de que la popularidad de Hillary había padecido por la investigación de Bengasi y de que esa era la idea: hacerle daño a la imagen de Hillary, cuando todavía ni siquiera se lanzaba como candidata”, plantea aludiendo al ataque terrorista al consulado estadounidense que a la postre evidenció que la entonces funcionaria había usado un computador privado para manejar sus correos del Departamento de Estado. “Hillary es una política de la élite de Washington y Trump es una persona de afuera; hablan de dos maneras completamente distintas, con declaraciones altisonantes, con poca sustancia propositiva a la hora de la verdad, pero con mensajes que se conectan con lo que piensa mucha gente”, agrega el experto que también alude a las insinuaciones que se han hecho sobre la Fundación Clinton. Es por esto que para el analista de política internacional de la Universidad de Texas Arturo López-Levy, los efectos de la estrategia política que ha hecho carrera en la primera potencia mundial   son “más cinismo, más abstencionismo y desaliento político, particularmente en la juventud”. Hasta el último minutoDebilitada nuevamente por el caso de sus mensajes electrónicos, Clinton   volvió a pasar a la ofensiva y acusó a Trump  de haber “pasado su vida denigrando, degradando, insultando y agrediendo a las mujeres”. “Ha demostrado que no tiene el temperamento ni la calificación para ser presidente”, lanzó la demócrata.  Pero el republicano no se quedó atrás: su rival, dijo, amenaza con provocar una “tecera guerra mundial” si accede a la Casa Blanca y es culpable de haber dejado ingresar a EE. UU. “a los más peligrosos y violentos clandestinos” cuando estaba a la cabeza de la diplomacia norteamericana. “No tiene sentido común, no tiene intuición”, arremetió en un mitin en el estado clave de Florida, después de pedir que Clinton sea puesta “tras la rejas”. La exsecretaria de Estado no pudo contener su ira el martes cuando, también en Florida, un manifestante le exhibió  una pancarta en la que acusaba a su marido, Bill Clinton, de ser un violador: “Ya tengo suficiente de estos comportamientos negativos, oscuros, divisivos y peligrosos de gente que apoya a Donald Trump”.

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