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Japón, seis meses después del terremoto

Dos japoneses y un colombiano residentes en el país nipón narraron cómo es la vida tras la tragedia.

10 de septiembre de 2011 Por: Margarita Rosa Silva, especial para El País.

Dos japoneses y un colombiano residentes en el país nipón narraron cómo es la vida tras la tragedia.

Cuando Chika Omoishi va al supermercado en su ciudad, Saitama, al norte de Tokyo, ve que está lleno de alimentos, igual que antes del terremoto que hace seis meses sacudió a Japón. Pero ahora los compradores, incluyéndose, son más selectivos. Ya nadie adquiere los productos originarios de Fukushima (donde están las plantas nucleares) o sus alrededores, porque contienen algo de cesio y yodo, especialmente las verduras. En cambio, compran arroz de años pasados y escogen algunos alimentos extranjeros. Luego Chika ve las campañas en televisión: “¡Comemos los alimentos del oriente de Japón!” y piensa que, aunque el gobierno y Tepco (compañía de electricidad de Tokyo) afirman que la situación está controlada, intentan no mostrar los reales riesgos que vive el país por el accidente de Fukushima. Por eso este japonés tampoco le da agua del grifo a su pequeña hija.Por su parte, Luis Enrique Duque, un caleño que vive hace tres años y medio en el país oriental, se sorprende con los muchos comerciales de televisión que, después de la catástrofe de marzo, comenzaron a promover “una conciencia de ahorro” de agua y energía. Los restaurantes, los supermercados y hasta los bares invitan a los japoneses a no desperdiciar dos recursos que se vieron en riesgo crítico con el accidente nuclear que vino después del sismo y del tsunami. Desde su punto de vista, la unión por causas como esta es una de las virtudes más destacadas de la cultura japonesa.Luis Enrique cree que esto se debe, en gran parte, a que no es la primera vez que el país nipón es afectado por una catástrofe. En la memoria del país está grabada la experiencia de la Segunda Guerra Mundial y, según él, tal vez sea por eso que estuvieron más preparados a la hora de enfrentar una situación de esta magnitud.Tanto Chika como Luis Enrique coinciden en que el miedo aún sigue latente para los japoneses. Por eso frecuentemente las ciudades hacen simulacros. Por barrios, se reúnen en las escuelas para aprender sobre prevención de desastres y estar listos a la hora de atender una nueva desgracia.Y es que seis meses después del terremoto, Fukushima parece un pueblo fantasma. A 40 kilómetros a la redonda de la ciudad no puede vivir nadie por el peligro de las emisiones radiactivas de la planta nuclear en quienes estén en el perímetro. Muchos de los que tenían familiares en la ciudad aún no saben nada de ellos.Hace pocos días la agencia nuclear de este país reportó que la cantidad de cesio radiactivo que se ha fugado de la planta nuclear equivale aproximadamente a 168 bombas atómicas como la arrojada en Hiroshima.Masatomo Yonezu, quien vive al sur de Tokyo, en la prefectura de Shizuoka, lamenta que su ciudad, famosa por sus siembras de té verde, se vea afectada económicamente porque las industrias extranjeras ya no compran el tradicional producto japonés, por miedo de los efectos que la radiación haya podido tener sobre él. Todo pese a que esta población está a 360 kilómetros de la planta nuclear, es decir, más lejos de Fukushima que la misma Tokyo. Según los expertos, las emisiones no tuvieron efectos directos en estos cultivos. Sin embargo, Masatomo dice que vive igual que antes y cuenta que ya la normalidad hace tiempo retomó su camino en Japón. El drama del tsunamiEn las costas nororientales es donde se sintió el mayor drama. Así lo recuerda Luis Enrique, el caleño de 22 años que hoy vive en Tokyo y que asistió como voluntario con su iglesia Tenrikyo, a la ciudad de Kamaishi, una de las más afectadas por el tsunami.En Kamaishi, el 24 de marzo, Luis enrique sólo vio algunas casas en pie, pero vacías. También muebles en las calles, carros apilados sin pasajeros y escombros, entre los cuales caminaban miembros del ejército buscando a algún sobreviviente. Cuenta que nunca había visto tiburones en su vida, pero en esa ciudad, después del tsunami, los había por todas partes, sin vida.Y recuerda la mirada de incertidumbre y cansancio de quienes perdieron todo por el tsunami, alojados en supermercados, centros de convenciones y escuelas. Hoy algunos de ellos han podido reconstruir sus casas mediante subsidios del gobierno y ayudas internacionales. No obstante, hay muchos que aún viven en centros de alojamiento. Chika coincide en que, si bien las cosas están mejor para estas personas, es cierto que muchos damnificados han tenido que irse a otras ciudades lejos del mar y empezar de cero. De cualquier forma, el Gobierno japonés se ha encargado de hacer una remoción minuciosa de los escombros en las ciudades destruidas. Así lo comprobó Luis Enrique, después de regresar a Kamaishi, dos meses después de la catástrofe. Relata que encontró montañas de basura separada por materiales. Separan el barro, la madera, el hierro, el plástico. Tal vez por eso se han tomado tanto tiempo en esta tarea, dice.Ahora para ésta nación, como su primer ministro Yoshihiko Noda lo expresó hace unos días tras su segunda visita a Fukushima, queda la tarea de seguir trabajando en conjunto e intensificar esfuerzos para salir de una crisis que conmovió al mundo.Japón aplica invento de Raúl CueroUno de los inventos de Raúl Cuero, científico vallecaucano, está siendo aplicado en Japón para descontaminar la planta de Fukushima y sus alrededores. Se trata de un suelo capaz de destruir material tóxico, como plomo o hierro, y material radio nuclear, como galio o mercurio. Lo que este invento hace es despolarizar material radiactivo y destruirlo en el acto. Es, hasta ahora, el único capaz de eliminar por completo este tipo de materiales, pues otros inventos para este propósito tan sólo absorben dichas sustancias, pero no las destruyen.Todo comenzó por un estudio que Cuero realizó sobre suelo marciano. Aunque no tenía muestra de él, la nave Vikingo en 1978 obtuvo imágenes que permitieron que la Nasa construyera un suelo similar. El científico lo probó por electro conductividad y descubrió las propiedades que éste tenía para eliminar material radiactivo. La Nasa le confiró el Premio Brief Tecnology por este descubrimiento.En el estado actual del invento aún no se puede utilizar en seres vivos. Sin embargo, ya se está trabajando en ello, lo cual significará un gran paso para reducir las letales consecuencias que el material radiactivo tiene en los seres vivientes.

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