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‘Indignados’ asumen reto hacia el cambio en España

Este sábado dos activistas de la nueva izquierda tomaron el mando en Madrid y Barcelona, luego de que los españoles rechazaran en las urnas el bipartismo y la corrupción.

14 de junio de 2015 Por: Diego Muñoz y Agencia AFP

Este sábado dos activistas de la nueva izquierda tomaron el mando en Madrid y Barcelona, luego de que los españoles rechazaran en las urnas el bipartismo y la corrupción.

[[nid:432482;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2015/06/manuela-carmela-espana.jpg;full;{La exjueza Manuela Carmena (centro) se posesionó ayer como alcaldesa de Madrid. Ella, que se postuló por la izquierda, defendió las banderas de los ‘desahuciados’ afectados por la crisis económica en España. Foto: Elpais.com.co | AFP}]]

El cambio que los españoles  demandaron en las urnas  el pasad0 24 de mayo, en las elecciones municipales,  cuando le dieron su voto de confianza a los candidatos de los partidos  de la llamada nueva izquierda (Podemos de Pablo Iglesias  y Ciudadanos de Albert Rivera), comenzó  este sábado en las alcaldías de dos grandes  ciudades. Lea también: Campanazo de alerta de los ‘indignados’ en política española

 La exjueza Manuel Carmena, de 71 años, apoyada por los “indignados” y Podemos, tomó este sábado las riendas de Madrid pocas horas antes de que la activista antidesahucios Ada Colau hiciera lo mismo en Barcelona. 

Veintinueve ediles, en principio los veinte de su lista Ahora Madrid y los nueve del Partido socialista, apoyaron su investidura en una votación secreta que puso fin a 24 años de ayuntamientos conservadores en la capital española. 

Cuando se leyó la última papeleta de voto con su nombre, los aplausos y los vivas estallaron en la sala del consistorio, un patio interior de cuatro plantas, lleno de partidarios de Carmena gritando “Sí, se puede” , la consigna de las manifestaciones “indignadas”. 

Entre ellos estaba rebosante de alegría Pablo Iglesias, el jefe de Podemos, que se integró en la lista Ahora Madrid junto a plataformas del movimiento del 15M y formaciones ecologistas y de izquierda alternativa. 

En las elecciones del 24 de mayo la dejaron en segunda posición a corta distancia de Esperanza Aguirre, histórica dirigente del Partido Popular, pero los socialistas del PSOE la apoyaron en nombre del “cambio” en esta capital impactada por la crisis y salpicada por numerosos escándalos de corrupción. 

 “Estamos al servicio de los ciudadanos de Madrid, queremos gobernar escuchando, que nos llamen por nuestro nombre de pila, que nos tuteen”, dijo Carmena en su discurso, explicando la historia de Julia, una mujer de 63 años y con un vestido rosa que le explicó cómo sobrevivía con una pensión de 300 euros mensuales. 

Aguirre, que ganó con 44.000 votos más, pidió responsabilidad a los ediles con Madrid y con España, pidiendo mantener las libertades que ve amenazadas por el auge de la izquierda alternativa. 

“Somos el primer escaparate de nuestra nación”, advirtió la conservadora. 

Las primeras medidas de Carmena se dirigirán a los niños pobres, a quienes quiere garantizar dos comidas diarias, y las personas en riesgo de ser desahuciadas. 

La juez, militante comunista en su juventud y defensora de los derechos humanos, hereda una ciudad de tres millones de habitantes, de avenidas arboladas y con un coqueto centro histórico remodelado pero donde escuecen las heridas de seis años de crisis y una tasa de desempleo del 16%. 

 Contra la exclusión social  

Una situación similar ocurre en la Barcelona de Ada Colau. Esta turística ciudad mediterránea de 1,6 millones de habitantes cuenta con casi un tercio de su población en riesgo de exclusión social. Su lista, Barcelona en Común, obtuvo once ediles contra diez del hasta ahora alcalde Xavier Trias, conservador nacionalista. 

 A pesar de la victoria, gobernar le será más complicado que a Carmena. En un consistorio con siete partidos y a diez ediles de la mayoría absoluta (21),  Colau tendrá que buscar acuerdos con al menos tres partidos para aplicar sus medidas destinadas especialmente a las clases más vulnerables.

En la tarde de este sábado fue  investida con los votos socialistas y de la izquierda independentista en una ceremonia en que empezó a dar muestras del nuevo talante gubernamental colocando a representantes de entidades de lucha contra la pobreza en los puestos de honor. 

Desde estilos diferentes, Colau más agresiva y Carmena sosegada, abordan los mismos temas: frenar las desigualdades, luchar contra la corrupción y gestionar de manera más transparente y participativa las instituciones. 

Listas con postulados similares dirigirán Valencia, un histórico feudo conservador plagado de escándalos de corrupción, Sevilla y Zaragoza, las ciudades más grandes de España después de Madrid y Barcelona. 

En ninguna de ellas gobernará el Partido Popular del jefe de gobierno Mariano Rajoy, que perdió 10 puntos en los comicios del 24 de mayo y se verá desbancado por coaliciones de izquierdas en varias de las 14 regiones que renovaron sus parlamentos.

 Para el exdirector del periódico ABC, José Antonio Zarzalejos, la mayoría absoluta ha llevado al presidente Rajoy a confundirse en un país en el que “desde 1979 las mayorías absolutas se consideran malditas”.

“Será muy difícil –agrega Zarzalejos- que el electorado vuelva a otorgar una mayoría a la vista de sus resultados. España ha iniciado el camino hacia un nuevo escenario de partidos con la necesidad consiguiente de adaptar su cultura política más a la colaboración que a la confrontación. Aquí no hemos tenido desde 1979 un partido de coalición, sino colaboraciones pero sin asumir responsabilidades de gobierno. Es el escenario que nos espera en 2016, de una gran fragmentación parlamentaria y de una situación precaria del sistema político”.

El varapalo forzó a Rajoy a prometer cambios en el gobierno y el partido con el objetivo de mantener su mayoría en las legislativas de noviembre. Mientras, Podemos y sus aliados, ascendidos a tercera fuerza nacional, empezarán a demostrar desde las instituciones sus políticas con la esperanza de seguir ganando terreno.

Se escuchan críticas

Las nuevas colectividades se  juegan mucho. La gente que les ha votado espera un gran cambio, un alejamiento de las maneras de gobernar de los partidos tradicionales, más claridad, más honestidad y más acercamiento a los ciudadanos de a pie, es decir, mas políticas sociales.

“Me parece muy grave que yo haya votado a Ciudadanos para sacar al PP del Gobierno de Madrid, para evitar que sigan robando y haciendo negocios con los fondos públicos y sea Ciudadanos el que con su apoyo vaya a permitir que el PP, los mismos que han gobernado la comunidad en los últimos años y que si no han estado en una trama corrupta la han permitido, sigan gobernando. ¿Qué espera Ciudadanos? ¿que le vote en las generales? Pues no, no voy a votar más por ellos”, dice Mauricio García Escudero, de 18 años, que por primera vez  votó

Las críticas también han estallado en el partido de Pablo Iglesias, donde una parte de los militantes reclama una mayor apertura a otras fuerzas en las próximas elecciones generales y mantener el espíritu y la marca de Podemos, donde el mayor activo es “la gente común haciendo política”.

El manifiesto por medio del cual se han expresado se llama Abrimos Podemos, por una candidatura constituyente, expone además que queda algo pendiente con mira a las próximas elecciones generales.

Podemos ha sido el tercer partido más votado en 11 comunidades, es decir, los dos partidos históricos están casi que obligados a negociar con él. Ha sido también cuarto en tres y quinto en la Comunidad Valenciana.

Esta situación puede ser transitoria y circunstancial, como vaticinan algunos, o de manera simple, puede consolidarse. Están las elecciones generales para comprobarlo. Si fuere de esta manera, el sistema de partidos daría un vuelco total afectando también a la cultura política y a la forma de hacer política.

No a mayorías absolutas  España demostró que  no quiere mayorías absolutas. El Partido Popular ha sido para muchos, el último en gobernar con una aplanadora que le ha servido para aprobar en solitario durante los últimos cuatro años  infinidad de leyes sin ninguna oposición.Desde las  elecciones  de mayo, quedaron dos cosas claras. La primera, que tanto el conservador Partido Popular como el socialista PSOE, cedieron una buena parte de su fuerza electoral. Es decir, perdieron la mayoría que ostentaban en decenas de pueblos y ciudades.  Y la otra, según una encuesta de Metroscopia, es que España no quiere saber más de esas mayorías absolutas: el 67 % de los ciudadanos está en contra de ellas y avala los resultados electorales que hicieron que los dos partidos tradicionales negociaran con los dos emergentes (Podemos de Pablo Iglesias  y Ciudadanos de Albert Rivera).  Las dos nuevas fuerzas no son más que el producto del descontento hacia la clase política tradicional, a sus programas de Gobierno y al alto grado de corrupción en el que se han visto sumergidos, en especial el PP. Los votantes habrían aprendido la lección y acudieron a las urnas convencidos que no ha sido tan buena la experiencia del pasado cuatrienio y es mejor no repetirla. “Hemos pasado –dice el periodista Frances Carreras— de un bipartidismo imperfecto a un cuatripartidismo imperfecto, todo un cambio en el sistema de partidos, lo que implica que si bien los dos partidos emergentes (Podemos y Ciudadanos) no logran desplazar a los tradicionales (PP y PSOE), empiezan a estar en disposición de condicionar sus políticas e incluso de obligarles a introducir cambios en sus funcionamientos”.atrienio y es mejor no repetirla.

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