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Guerra civil en Siria, conflicto que ya afecta a sus países vecinos

Los enfrentamientos entre los grupos en contra y a favor del presidente sirio, Bachar al Asad, ponen en riesgo la estabilidad en el Líbano e Israel.

9 de enero de 2014 Por: Sal Emergui | Corresponsal de El País en Oriente Medio

Los enfrentamientos entre los grupos en contra y a favor del presidente sirio, Bachar al Asad, ponen en riesgo la estabilidad en el Líbano e Israel.

La sangrienta crisis en Siria, que ha dejado ya más de 130.000 muertos y 2,3 millones de refugiados, se instala peligrosamente en el vecino Líbano despertando los viejos fantasmas de una guerra civil y las posibilidades de un duelo regional con Israel. El último atentado en el feudo del grupo chií Hizbulá en Beirut, el pasado 2 de enero, con un balance de cinco muertos y 80 heridos, confirma que su guerra en Siria en defensa del presidente Bachar al Asad produce un efecto boomerang que daña sus intereses y efectivos en casa. Al margen de los enfrentamientos en el pasado con el Ejército israelí, la infraestructura política y militar de Hizbulá en el Líbano no era tan vulnerable como ahora.Atentados en sus barrios y ataques contra sus líderes se suman a los 300 milicianos que el grupo proiraní ha perdido en los combates en Siria. Es lo que pasa cuando para salvar a al Asad, el Partido de Dios (chií) se enfrenta a la poderosa amalgama de grupos yihadistas (suníes) contrarios al régimen de Siria. Los movimientos armados vinculados a Al Qaeda, y con cada vez mayor protagonismo en la lucha opositora en Siria, emplean las ciudades libanesas como arma de presión ante Hizbulá. A nivel coloquial se puede resumir de la siguiente forma el mensaje de las Brigadas de Abdula Azzam y otros grupos en la órbita de Al Qaeda a Hizbulá: “¿Vosotros nos atacáis en Damasco, Alepo y Homs y sois cómplices de las matanzas de Asad? Pues nosotros llegaremos a Tripoli e incluso atentaremos contra vuestro corazón blindado en Beirut”. Y así lo han hecho cuatro veces desde julio en el barrio chií de Dahia.El mismo día (jueves) de la explosión de un jeep verde oscuro, dirigido al parecer contra el brazo político de Hizbulá, 30 misiles sirios impactaban en territorio libanés. La gravedad es de tal dimensión que esa semana y, por primera vez en tres años de conflicto sirio, el Ejército libanés disparó contra un cazador que había penetrado en su espacio aéreo. Muy cerca de la ciudad fronteriza de Jebet Daoud. No hubo muertos pero refleja la enorme tensión en esa zona.Al mismo tiempo, el Líbano arrestó a Muhammad al-Majid, destacado líder de las Brigadas de Abdula Azzam, el grupo que entre otras acciones asumió la autoria del doble atentado suicida ante la embajada iraní en Beirut (23 muertos).Un terrible panorama a tener en cuenta de cara a la Conferencia Ginebra II prevista el próximo 22 de enero. En su mesa, el polvorín sirio que está provocando el pánico en los países vecinos.Líbano, el bello país de los cedros, es el escenario de la guerra entre partidarios y contrarios a al Asad en Siria. Ya no se trata de una profecía, un pronóstico académico o un temor de los habitantes sino un hecho tan real como los casi 900.000 refugiados sirios acogidos en el Líbano. El presidente libanés, Michel Suleiman, advierte del peligro que acecha a los suyos y expresó la necesidad de “proteger e inmunizar el país ante los complots y de las repercusiones de las crisis regionales”.Por si no fuera suficiente, los grupos yihadistas que golpean a Hizbulá en el Líbano se han trazado otro objetivo: provocar a Israel para que entre en el cuadrilátero y no tenga más remedio que atacar a Hizbulá. Así se explica el reciente lanzamiento de Katiushas (lanzacohetes) desde el sur del Líbano contra la ciudad israelí de Kiriat Shmona. El Ejército israelí respondió con 30 proyectiles de artillería contra el foco de los disparos, supuestamente de un grupúsculo de Al Qaeda. Pero nada más.Aunque responsabiliza al Ejecutivo de Beirut de los ataques lanzados desde su territorio y las amenazas a Hizbulá, el Gobierno israelí no respondió de forma contundente. Sabe que el principal interesado en una escalada bélica es el frente yihadista que hoy tiene dos enemigos: Israel e Hizbulá. El estallido de una guerra entre ambos bandos fortalecería a los rebeldes en Siria ya que los milicianos del grupo de Hassan Nasralá deberían dedicar el grueso de sus fuerzas desplazadas a Siria a la guerra frente al Estado judío.Por este motivo, Hizbulá no estaría interesado en calentar la frontera israelolibanesa cuya calma reinante puede explotar en cualquier momento.En medio están los habitantes libaneses que ven como desde hace ocho meses tienen un Gobierno provisional. El profesor de la Universidad de Tel Aviv y especializado en los países árabes, el, Eyal Zisser, reconoce la “explosiva situación en el Líbano también como efecto colateral de la guerra en Siria. La mayoría de libaneses recuerdan las heridas de la guerra civil y no quieren repetir ese trauma. Por eso solo los grupos yihadistas están interesados en un conflicto armado en Líbano incluyendo a Israel”.Según Zisser “solo un ataque de Asad contra Israel obligaría a este país a actuar de forma masiva en Siria pero no es una probabilidad muy alta”.Los combates en Siria han afilado aún más las ya de por sí enormes tensiones étnicas y políticas libanesas entre el bloque suní (apoyado por Arabia Saudí) y el chíi (Irán).El asesinato del dirigente de la Coalición 14 de marzo (antisirio), el exministro de Economía, Mohamed Chatah, recordó hace una semana a los libaneses un atentado parecido el 14 de febrero del 2005. Entonces, otro coche bomba asesinó al exjefe de Gobierno, Rafik Hariri, conocido por su oposición a Asad e Hizbulá.En los medios libaneses, se alerta de una guerra civil. En declaraciones al diario The Daily Star, el politólogo de la Universidad Americana de Beirut, Hilal Khashan, afirma que “el objetivo del asesinato de Chatah era eliminar las voces de moderación en la comunidad suní libanesa y el aumento de su radicalismo”.La docente de la Universidad de Note Dame, Carol Maalouf, añade que Chatah estaba muy involucrado en las gestiones para la creación de un Gobierno de tecnócratas antes del 15 de enero. “El círculo de violencia empezó con la participación de Hizbulá en las batallas en Siria. Cuanta mayor sea la violencia, más cerca estaremos del punto de explosión”.Un dato importante acompaña este despunte de la violencia sectaria y política: el inminente juicio del Tribunal Especial para el Líbano (TEL) contra cinco miembros de Hizbulá por su responsabilidad en el atentado contra Hariri. Desde la coalición suní anti al Asad exigen a Hizbulá que cese su intervención armada en Siria ya que “está arrastrando el país al abismo”. Pero Nasralá no tiene intención alguna y, quizás tampoco opción, de darle la espalda a su aliado, al Asad, y a su patrón, Irán. El eje Teherán-Damasco es vital para Hizbulá a nivel económico y militar. Gracias al dinero iraní y las armas que llegan desde la vecina Siria (por ejemplo, misiles sofisticados antiaéreos), posee un arsenal superior al de muchos ejércitos de la zona.Desde la frontera israelí, se sigue con atención y mucha preocupación los movimientos en Siria y en el Líbano. Sin perder de vista a Hizbulá, crece el temor al auge yihadista que tarde o temprano se fijará de forma más activa en las líneas fronterizas de Israel.Según fuentes militares israelíes consultadas por El País, “hoy hay casi 20.000 miembros armados de la Yihad Global en Siria. Su prioridad ahora es derribar a al Asad e instalar un régimen islámico. Pero cuando lo consigan atacarán a Israel por lo que debemos estar preparados. Nos espera un 2014 tenso”.

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