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Francia vive una nueva revolución juvenil

Los estudiantes, que se han unido a las huelgas de los trabajadores, son ahora protagonistas de protestas.

24 de octubre de 2010 Por: Diego Muñoz | corresponsal en Europa

Los estudiantes, que se han unido a las huelgas de los trabajadores, son ahora protagonistas de protestas.

a joven está sentada en hombros del que debe ser un amigo suyo y es la única que sobresale por entre las cabezas de los demás en medio de banderas blancas pintadas con consignas. Levanta el brazo derecho y tiene en el rostro el gesto de un grito. No fue la foto más de una joven, quizá estudiante de bachillerato que no llega a los 16 años y muy guapa, en medio de una protesta. No, quienes la tomaron y la publicaron en portada de muchos diarios europeos a comienzos de semana, han querido con ella rememorar las protestas de Mayo del 68 en estas mismas calles del gran París, cuando miles de estudiantes de aquel entonces hicieron tambalear la ‘grandeur’ y los cimientos de la Quinta República Francesa.Ella, con su pelo castaño, su moda de salón de otoño de bufanda marrón y abrigo gris, se ha convertido en el ícono de los movimientos que sacuden Francia en protesta por el aumento de la edad de jubilación de 60 a 62 años, como medida para palear la crisis económica. Porque su gesto y su edad, le dicen al mundo que las protestas no sólo son de obreros, de sindicalistas, de jóvenes de barrios alejados, de bandas de los suburbios de la capital francesa, sino que además entre ellos hay estudiantes.Y es que todos los movimientos callejeros franceses se han forjado y cuajado siempre desde las más pequeñas solidaridades. En mayo de 1968 a los estudiantes se unieron los obreros. Hoy a los obreros se les unen los estudiantes que luchan por tener un futuro libre de esclavitudes. La esclavitud, según ellos, de un salario mínimo y un trabajo precario. Y por eso han fijado para el 28 de octubre y el 6 de noviembre las próximas movilizaciones.No siempre han sido las mismas razones las que los hacen lanzarse a la calle. Pero lo que no ha cambiado en estos años ha sido el espíritu rebelde. Los motivos de las marchas de hoy, por ejemplo, difieren de aquellas que buscaban incendiar las calles de los extramuros de París en el Otoño del 2005, cuando decenas de jóvenes sin futuro, muchos de ellos franceses de tercera y cuarta generaciones (nietos y biznietos de inmigrantes), que vivían en barrios olvidados de los proyectos sociales, protagonizaron incidentes que dejaron millones de euros en pérdidas.Esto sólo sucede en Francia -explica el sociólogo Manuel Olivar- ¿La razón? parece ser que la formación de los estudiantes aquí es mucho más humanista, que se enteran de lo que sucede a su alrededor, saben la realidad que les depara el destino. “Por eso dicen que Francia es diferente, porque los estudiantes de Gran Bretaña tienen un buen nivel de vida; les dicen que es un país al que vienen muchos jóvenes a cambiar de vida; un país de oportunidades y eso los mantiene tranquilos; su juventud nunca protagonizará una lucha como la francesa a pesar del enorme corte del gasto social que acaba de anunciar el Gobierno. Y ni qué hablar de España, cuya juventud piensa más en divertirse, en salir ‘de marcha’ y encontrar un día un trabajo de un sueldo miserable”, explica el experto.Las marchas de los obreros franceses contra la reforma de las pensiones comenzaron en abril, cuando el gobierno de Nicolás Sarkozy hizo públicas sus medidas económicas para enfrentar la crisis.Pero para octubre, el clima de tensión ya estaba en las calles, no sólo por estas medidas sino porque, además, miles de personas salieron para manifestarse en contra de la expulsión de los gitanos de la etnia roma, a quienes acusa el Gobierno de crear un clima de inseguridad en el país.“Creo que la diferencia de Francia con otros países es que a mi sobrino de 11 años le explicaron en el colegio, el mismo día que se anunciaron las medidas, el alcance que estas iban a tener en su futuro, como es el caso del atraso en la edad de jubilación. Y creo que, además, los jóvenes franceses siguen teniendo un espíritu de beligerancia que no se ha apagado nunca”, dice Caroline Deschamps, profesora de francés en Madrid.“De hecho, agrega, allí comenzó en Mayo del 68 un movimiento que se extendió por el mundo. Y mientras los jóvenes del resto de Europa ven cómo se quema su futuro en sus narices, los franceses reaccionan. No estoy de acuerdo con la violencia por la violencia, pero sí en que no pueden quedarse callados”.Las siete marchas programadas hasta ahora han sido de obreros, de ciudadanos comunes y corrientes a los que se les han ido uniendo los estudiantes.“A diferencia de otros años, del 2005 por ejemplo, esta vez ha sido poca la presencia de jóvenes de bandas de antisociales que han logrado reventar las marchas enfrentándose a la Policía y quemando autos y contenedores. Pero en la mayoría de las movilizaciones, los estudiantes han decidido no enfrentarse. Para las marchas del 28 de octubre y del 6 de noviembre esperamos, además de mucha mas gente, más jaleo” dice el corresponsal de CNS News, Luis Altozar.Un derechoPara el sociólogo Michel Fize, delegado Nacional del Movimiento Unitario Progresista de Francia, hace mucho tiempo que los jóvenes se ganaron el derecho a salir a la calle.“El gobierno del presidente Sarkozy ha dicho que no es conveniente que hagan parte de las marchas, que vayan a la calle, porque son muy jóvenes y es un asunto (la reforma de las pensiones) que no les incumbe. Pero como ciudadanos que son, ellos tienen ese derecho. También se queja el Gobierno de una manipulación de los estudiantes por parte de la izquierda, pero no saben que los estudiantes franceses ya saben lo que está ocurriendo y lo que les espera”.Se pregunta Fize, por qué para el Gobierno tener 16 años es una edad en la que puede un joven firmar un contrato de trabajo, hacer parte de un sindicato, pero no puede hacer uso de su derecho a manifestarse con el argumento de que son “demasiado jóvenes”.“La juventud francesa -agrega Fize- tiene miedo de lo que está sucediendo, del futuro que le espera. Sólo el reaccionario ministro Luc Ferry, esta vez un poco filósofo, es capaz de decir que el destino de los jóvenes franceses nunca ha sido tan envidiable. A esta guerra económica que están viviendo los jóvenes y que llega de Occidente, no se le ve la salida. Diezma ideales y deja a la juventud como chivo expiatorio, son problemas graves y reales”.Aunque algunos insisten en que podrían repetirse los hechos del 2005 cuando pandillas de jóvenes, que en su mayoría no eran estudiantes, incendiaron miles de carros y contenedores en París y otras ciudades convirtiendo las noches en una verdadera pesadilla para las autoridades, esta vez han sido los obreros y sindicatos los que han dado el primer paso y esperan tener el mando de las acciones.El 72% de los franceses apoya a los huelguistas y aprueba los llamamientos a la huelga para tratar de bloquear la reforma de las pensiones. Y los obreros no quieren perder este crédito dejando que las cosas se salgan de su cauce.De 2005 hasta ahoraA diferencia de la revuelta del Otoño del 2005, cuya chispa fue la muerte por electrocución de dos jóvenes después de una persecución policial, en Clichy Sous Bois, la de este Otoño del 2010, parecer estar siendo controlada por los sindicatos de obreros.“Sin embargo, ha habido casos en los que los estudiantes han estado solos y a ellos se han unido otros sectores, gente común y corriente y jóvenes desempleados”, dice el periodista Claude Argent.Explica que en Octubre del 2005 la solidaridad fue creciendo por barrios en los alrededores de París y entre las ciudades, sobre la base de que había problemas graves comunes en cada uno de ellos.“Al existir estos problemas comunes, los manifestantes se dieron cuenta que había que ajustar las protestas a la sociedad del espectáculo, que había que dejarse oír y ver. Eran en su mayoría jóvenes, varones, franceses hijos o nietos de inmigrantes, pero también mucha gente inconforme que nada tenía que ver con los inmigrantes”, agrega el reportero. Añade que estamos hablando de jóvenes que rara vez aparecen vinculados con movimientos como los parados o sin papeles, estos que expresan sin tapujos sus derechos. “Y estamos hablando también de iniciativas que acabaron por desplegar una violencia ejercida contra las cosas y no contra las personas. Por eso quemaron 10.000 coches y 30.000 contenedores de basuras y atacaron varios edificios públicos. Hoy este fenómeno no se ha dado, estas pandillas no han participado. Sólo obreros y estudiantes”.Algunos medios de comunicación franceses que estaban reacios a dejar ver las protestas han terminado presentándolas como un “movimiento sindical salpicado de acciones violentas de estudiantes radicales”.Avanza la reformaNo han bastado las movilizaciones. El Senado de Francia aprobó el pasado viernes, con 177 votos a favor y 153 en contra, el proyecto de ley que elevará la edad mínima legal de jubilación de 60 a 62 años y de 65 a 67 años la edad para cobrar la pensión completa.Una comisión paritaria de senadores y diputados consensuará mañana un texto definitivo, que será ratificado por la Cámara Alta el martes y por la baja el miércoles, día en que quedará listo para la firma del presidente de Francia Nicolás Sarkozy.Lo hará en medio del ruido de fondo de las protestas que continúan en el país y que amenazan con radicalizarse en los próximos días, ante el llamamiento de sindicatos y organizaciones estudiantiles a seguir oponiéndose a un proyecto que consideran injusto.No sólo se protesta por las pensionesPero las protestas de este Otoño no sólo son contra las pensiones. Mas bien, contra el gobierno del presidente Sarkozy y todas sus medidas económicas y sociales para paliar la crisis. Mientras aumenta el número de estaciones de gasolina que se están quedando sin combustible, un tercio ya, el Gobierno ha ordenado la recuperación de las refinerías a cuya entrada campaban los obreros al tiempo que advertía que no se echará para atrás en sus decisiones de aprobar la Ley de Pensiones. Los camiones van a paso lento y el sector de los trenes está dispuesto a parar de nuevo. Todos quieren salir a la calle en el octavo día de movilización programado para este fin de semana.“Yo creo en realidad -explica el periodista Axel Veiel- que estas manifestaciones son una cuestión de principio. Millones de personas se manifiestan en las calles, no sólo por una reforma en parte injusta, sino por el sentimiento de injusticia a secas. La presidencia de Nicolás Sarkozy ha despertado las viejas sospechas, según las cuales los de ahí arriba exigen sacrificios al pueblo, mientras ellos viven en el lujo y la opulencia”.Las revelaciones sobre el ministro de Trabajo encargado de dirigir la reforma de las pensiones, Eric Woerth, del que se ha sabido que recibió el apoyo financiero de Liliane Bettencourt (multimillonaria dueña de L’Oreal que supuestamente evadió impuestos) en beneficio del partido en el poder, constituyen sólo el último episodio de una serie poco gloriosa, añade el comunicador. Sea como sea, Francia está ad portas de una revolución, no como la de Mayo del 68, ni tampoco como las revueltas de 1995, ni mucho menos como la del 2005 o la del 2006, sino una revolución como suelen llamarle los franceses, a aquellas luchas que para muchos lo único que buscan es no dejar morir ese espíritu revolucionario de sus jóvenes, para los que Francia seguirá siendo diferente a los demás. Basta ver las fotos de esos jóvenes gritando, con las caras pintadas y vistiendo su colección de otoño, muy franceses ellos. Pero con el gesto de un grito en la boca.

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