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Exclusión de musulmanes en Francia, un pasto abonado para el terrorismo

Los musulmanes de segunda generación en Francia están descontentos ante la exclusión social a la que permanecen sometidos. ¿Qué hacer para detener el conflicto?

11 de enero de 2015 Por: Santiago Cruz Hoyos | Reportero de El País

Los musulmanes de segunda generación en Francia están descontentos ante la exclusión social a la que permanecen sometidos. ¿Qué hacer para detener el conflicto?

El 7% de la población francesa es musulmana. En total, suman un promedio de entre cinco y seis millones de personas. Gran parte de ellos, son de segunda generación. Es decir: son ciudadanos franceses, viven inmersos en la cultura occidental, pero también son influenciados fuertemente por la cultura musulmana de sus padres. Miles de ellos, lo han dicho a la prensa, pese a haber nacido en Francia, no se sienten como franceses. Todo se debe a la exclusión estatal y social a la que están sometidos. Lea también: Musulmanes en Francia, preocupados por represalias tras ataques terroristas“En los suburbios musulmanes de Francia existe un sentimiento de rechazo al país y al Gobierno. Socialmente, cuando alguien dice ‘soy de la periferia’, donde vivimos la mayoría de musulmanes, no es tomado en cuenta. ¿La prueba? Cuando los jóvenes enviamos nuestros currículums para pedir trabajo, si estos llevan una dirección que no está en el centro significa problemas. Algunas empresas favorecen a la gente del centro de París”, le dijo Hanane Guedjal, hija de inmigrantes, al portal RT. “Yo exijo el derecho a vivir como el resto. Si ganas entre 1.000 y 1.300 euros vives en una barraca debajo de los cables de alta tensión con goteras y condiciones poco saludables. La gente muere aquí sin que a nadie le importe. Yo digo ¡basta! ¡Basta! Esto está pasando en Francia y llegará el momento en el que nos revelemos”, agregó a la publicación un inmigrante musulmán que no reveló su nombre. Un informe de Amnistía Internacional certifica la exclusión laboral de los musulmanes, no solo en Francia sino en toda Europa.El documento, titulado ‘Elección y prejuicio: la discriminación contra los musulmanes, asegura que “en muchos países europeos, los índices de empleo entre la población musulmana son inferiores a los de las personas no musulmanas. El contraste es aún mayor en el caso de las mujeres musulmanas. Por ejemplo, en Países Bajos, la tasa de empleo para las mujeres de origen turco y marroquí era respectivamente del 31 y el 27 %, mientras que ese mismo índice para las mujeres neerlandesas que no pertenecían a minorías étnicas era del 56 %”.La discriminación, asegura el informe, también es fomentada por los gobiernos. En Francia, por ejemplo, prohiben usar velos islámicos y la kipá (pequeña gorra ritual) en lugares públicos. Lo mismo sucede en los colegios. “Estas prohibiciones discriminan a los alumnos musulmanes en su ejercicio de los derechos a la libertad de expresión y a la libertad de religión o de creencias”, denuncia Amistía. Todo esta exclusión ha generado un gran descontento entre los franceses musulmanes. Y la desazón está siendo aprovechada por células radicales para reclutarlos. De hecho cientos de franceses musulmanes han viajado a Siria para unirse a la guerra Santa. Tras los atentados al semanario Charlie Hebdo la problemática social de esta comunidad se ha convertido, de nuevo, en el centro del debate.La docente francesa Victoria Fontan, del programa de Maestría en Derechos Humanos  y Cultura de Paz de la Universidad Javeriana de Cali, asegura que justamente la exclusión social es el principal combustible de la radicalización de los musulmanes. “Para mí lo que va a pasar después del atentado de esta semana es una polarización muy fuerte en la sociedad francesa, que va a ampliar aún más las brechas sociales con los musulmanes del país. Y los jóvenes musulmanes tendrán dos opciones de vida: unirse al Ejército, que es algo muy fácil porque necesitan gente, pero no tendrán la posibilidad de ser oficiales ni ocupar un rango alto, sino que serán soldados rasos que además van a ser enviados a la guerra contra los mismos musulmanes, lo que generará mucha esquizofrenia para ellos. La otra opción va a ser una radicalización de estos jóvenes: ir a Siria, ir a Iraq, a pelear. Y esto se ve mucho en Francia. Hay miles de jóvenes franceses que no tienen otra opción más allá de la radicalización. La humillación generada por la exclusión social lleva a la radicalización”.Enseguida, Fontan agrega: “Ante la actual situación, el gobierno debería mostrar el mismo respeto para el catolicismo, el judaísmo, el islamismo. Y brindar oportunidades para todos. Pero eso es muy difícil. El sector privado no contrata a los musulmanes”.El analista internacional Enrique Serrano opina algo similar. Para Serrano, la política francesa “es ambigua”. Aparentemente promueve las libertades individuales de sus ciudadanos, pero en la práctica no es así, lo que polariza aún más al país. “Francia vive un problema de transición generacional muy complicado. Los franceses musulmanes representan una fuerza que la sociedad francesa necesita, pero a la vez está el lío de que el resto de franceses desprecian profundamente cualquier actividad religiosa árabe, la miran con sospecha. Esa condición ha obligado a establecer un tratamiento especial a los descendientes de argelinos, que sienten la tentación de radicalizarse. En toda Europa hay redes de radicales. Pasarán muchas generaciones para que Francia sea por fin una sociedad completamente compatible. El resentimiento de los musulmanes es utilizado por los radicales a su favor”. ¿Qué hacer entonces? ¿Cómo prevenir un conflicto que pareciera inminente? La solución parece simple pero, consideran los analistas, es muy difícil de tomar sobre todo por la polarización del país y las políticas de derecha del gobierno. Sin embargo, si Francia quisiera en realidad detener un conflicto religioso, prevenirlo, debería definir un norte, una política social, dirigida a los musulmanes: generar puestos de trabajo, respetar su manera de vestir, sus tradiciones, permitirles ser protagonistas en la sociedad, en otras palabras promover oportunidades para todos, explica Serrano. Y aquello debería suceder, en realidad, en toda Europa, teniendo en cuenta un asunto: la retórica del Islam se basa, precisamente, en la liberación de la opresión. Estar de espaldas a los musulmanes, relegarlos a la periferia, es, también, una forma de violencia.

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