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En Estados Unidos se compran armas como si fueran videojuegos

El lobby de la Asociación Nacional del Rifle es el principal escollo que ha tenido Obama para aumentar los controles a la venta de armas. Esta semana en Washington se presentó una nueva matanza.

22 de septiembre de 2013 Por: Edwin Giraldo Ruiz | Corresponsal en Washington, EE.UU.

El lobby de la Asociación Nacional del Rifle es el principal escollo que ha tenido Obama para aumentar los controles a la venta de armas. Esta semana en Washington se presentó una nueva matanza.

En un suburbio de Manassas, ciudad del estado de Virginia, se llega a través de pistas interminables a la tienda Arms Company. Es una bodega de un piso, con una fachada caqui de estructura pentagonal, que por sus costados abraza ventanales a través de los cuales se exponen diversos modelos de armas de fuego.Entrar allí es tan fácil como entrar a una tienda de videojuegos o un supermercado. Hay catálogos, vendedores, y por supuesto, compradores.- Llamo a un asesor comercial y le digo: Hola, quiero comprar un rifle, ¿qué tengo que hacer?- Claro, con gusto. ¿Qué modelo desea?- responde.- Cualquiera- le digo. - Necesitaría una identificación del estado de Virginia (la cédula) y una prueba de residencia (como la factura de los servicios, el estrato bancario, la cuenta de la luz, etc.)- explica. En esta tienda aparecen modelos de todo tipo de rifles. Incluso, se puede obtener la versión civil de la AK47. Un fusil de asalto.- ¿Nada más? - pregunto dos veces.- No, solo eso. Y bueno… el dinero- responde.Al final de la conversación, agrega otro factor importante. Si el usuario no vive en Virginia, o si la compra es online, se hace una ‘transferencia’. Esto quiere decir que el arma facturada se envía hasta una de casa matriz cerca de donde reside el comprador. Allí se revisa la transacción teniendo en cuenta las leyes estatales sobre el porte de armas, y ya. Fácil.El eterno debateEl pasado lunes EE. UU. vivió una nueva tragedia por cuenta de un tiroteo con armas de fuego legales. Aaron Alexis, un contratista militar de 34 años, mató a 12 personas en uno de los sitios más seguros de Washington: la Base de la Marina.Según las investigaciones, Alexis tenía problemas mentales. Le había confesado a sus médicos que escuchaba voces en su cabeza y tenía problemas para dormir. También tenía antecedentes judiciales por escándalos con armas de fuego. Una vez disparó desde su apartamento a otra casa. Y en otra, a las llantas de un carro. Era fanático de los videojuegos violentos y había sido expulsado de la Marina en el 2011 por problemas de conducta.Aaron Alexis, según las investigaciones, compró un arma de fuego en el estado de Virginia días antes del atentado. Los reportes hablan de una Remington 870 (rifle de asalto) que habría sido comprada en la tienda Sharpshooters Small Arms Range de la localidad de Lorton. ¿Cómo pudo un individuo con semejantes antecedentes comprar un rifle de asalto? La pregunta, de nuevo, se pasea rabiosa por los corredores de algunos sectores en Washington. Pero la respuesta es tan simple como la provista por el asesor comercial en la tienda de Manassas: una identificación, una prueba de residencia, el dinero, y ya. El arma es suya.Josh Horwitz, director ejecutivo de Coalición para Detener la Violencia con Armas, explica en The Huffington Post que el caso de Alexis plantea un interrogante adicional. Si bien hay leyes federales que prohíben que individuos con problemas mentales o antecedentes penales obtengan armas de fuego, los pecados del victimario - en este caso - no entran en esta categoría.En EE. UU., si una corte declara ‘mentalmente insuficiente’ a una persona, ésta pierde derechos ciudadanos, como comprar un arma. Eso sucede cuando un juez determina que el individuo es: 1) un peligro para sí mismo o los demás; 2) carece de capacidad para manejar sus propios asuntos; o 3) es declarado demente o incompetente para atender un juicio.A pesar de que Alexis cumplía con varias de estas condiciones, las autoridades nunca lo declararon ‘mentalmente insuficiente’.Impotencia legislativaDespués de la masacre de Sandy Hook, en Connecticut, cuando 20 niños fueron asesinados en una escuela primaria por un joven con desórdenes mentales y armas de asalto, el presidente Barack Obama emprendió una de sus luchas perdidas. Su propuesta por aprobar una ley federal que volviera más estricto el acceso a las armas naufragó en el Senado en abril. Y desde entonces las legislaciones en los estados no presentan un panorama alentador para los opositores al porte de armas.El pasado 10 de septiembre, dos legisladores demócratas de Colorado que respaldaron medidas estrictas para el acceso a las armas fueron víctimas de un referendo revocatorio promovido por activistas y la Asociación Nacional de Portadores de Armas (NRA, por sus siglas en inglés).La NRA donó 360 mil dólares para apoyar el llamado a elección revocatoria para expulsar a los dos legisladores.El presidente del Senado estatal John Morse y la senadora Angela Girón, perdieron su trabajo por solicitar chequeos de antecedentes más fuertes. Esta histórica decisión de los electores, según The New York Times, “es una advertencia para los legisladores moderados en todo el país sobre el riesgo político que tiene votar por mayores regulaciones para las armas”.Es que el lobby realizado por la NRA (también conocida como Asociación Nacional del Rifle) es el mayor escollo que el presidente Obama ha encontrado en su intención de aumentar los controles para el porte de armas. En abril pasado, el Senado rechazó la propuesta del Gobierno de ampliar la verificación de antecedentes de los compradores de armas.La NRA, con cuatro millones de miembros, es la organización más fuerte en el apoyo al porte de armas. Aunque existen otras organizaciones como los ‘Gun Owners of America’ (los propietarios de armas de América) que son, incluso, más radicales.Tras la nueva matanza, la séptima ocurrida con armas de fuego durante la presidencia de Barack Obama, la legisladora demócrata Dianne Feinstein se preguntó: “¿Cuándo será suficiente?”. Ella es una de las principales defensoras de la legislación del control de armas en el Senado.Con este panorama y pese a las constantes peticiones de los familiares de víctimas, es difícil que la masacre en Washington generen un debate que culmine en leyes federales rígidas frente al porte de armas. El Presidente, justo después de conocer la noticia, instó a “hacer cuanto podamos para intentar prevenir” otro asesinato masivo. Apenas unas horas después, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, consideró que aún es demasiado pronto para proponer una acción legislativa concreta como respuesta.

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