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El cáncer, el nuevo reto al que se enfrenta Cristina Fernández

La Presidenta de Argentina se suma a la lista de mandatarios de América Latina que sufren el mal.

29 de diciembre de 2011 Por: Por Patricia Lee, corresponsal de El País, Buenos Aires

La Presidenta de Argentina se suma a la lista de mandatarios de América Latina que sufren el mal.

Parece una maldición esa enfermedad que acosa a los presidentes latinoamericanos, en primer lugar, a los considerados progresistas. Ahora le tocó el turno a la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, quien anunció que tiene cáncer de tiroides, que será operada el 4 de enero y que pedirá licencia hasta el 24 del mismo mes.El médico y periodista Nelson Castro, que publicó un libro sobre la salud de los presidentes, opina que se encontró la patología en un momento oportuno desde el punto de vista médico, “porque está localizada, no se ha extendido a los ganglios y no tiene metástasis”.El tratamiento es la extirpación de la tiroides y una terapia de reemplazo, que consiste en el suministro de la hormona tiroidea a través de un medicamento, para compensar lo que deja de producir esta glándula.La Presidenta será operada en el Hospital Austral, uno de los mejores del país, en una intervención de bajo riesgo.Pero, como dice a El País el analista Rosendo Fraga, director del Centro Unión para la Nueva Mayoría, “la salud de un Presidente es un tema político”. Más aún, el hecho de que el cáncer haya afectado a cuatro mandatarios –Hugo Chávez, Fernando Lugo, Dilma Rousseff y Luis Ignacio Lula da Silva - señala que existe una relación directa entre poder y salud. “El ejercicio del poder tiene cada vez más costos personales y el cáncer aparece como una enfermedad característica de este costo en los líderes políticos”, agrega Fraga. Las consecuenciasSi bien todos los informes coinciden en que el cáncer de Cristina es el de mayor posibilidad de curación, la cuestión es saber si esta enfermedad puede tener consecuencias políticas.En primer lugar, porque, a menos de un mes de su posesión en este segundo periodo presidencial, Cristina ya tendrá que delegar el poder en su vicepresidente, Amado Boudou. Hasta ahora, el papel de los vicepresidentes en Argentina era la Jefatura del Senado y colocarse en la línea de sucesión, reemplazando al primer mandatario en sus viajes al exterior, pero sin tomar ninguna medida significativa en estos pequeños lapsos de ejercicio del poder. Pero ahora se tratará de una ausencia relativamente prolongada, que, si bien coincide con el periodo estival, obligará al vicepresidente a adoptar decisiones importantes.Esto sucede en un marco relativamente favorable para la Presidenta, que obtuvo 54% de los votos para ser reelecta, pero cuando ya empiezan a aflorar los conflictos. Es que no se trata de un gobierno nuevo, sino de la continuación de un ciclo que se inició en 2003 con la Presidencia de Néstor Kirchner, y que ya cumple ocho años. El problema fundamental será lidiar con Hugo Moyano, el líder de la central sindical peronista, la famosa CGT, que fue un pilar de la gobernabilidad durante los dos mandatos del matrimonio Kirchner, pero que ahora aparece como el principal opositor al gobierno de Cristina. Sin embargo, es posible, como opina Rosendo Fraga, que este hecho inesperado “modere el conflicto interno que se vive dentro del oficialismo en vez de incrementarlo, aunque en política nada es seguro”.Personalismo y saludA diferencia de Hugo Chávez, Cristina optó por seguir el modelo de transparencia de Brasil, e informar con velocidad y claridad sobre su estado de salud.La enfermedad presidencial cobra relevancia por el particular estilo de gobierno de Cristina, en el cual las decisiones han estado totalmente concentradas en ella y un reducidísimo círculo íntimo, del cual forman parte su hijo Máximo y un puñado de asesores.“Cuando mayor es la personalización del liderazgo político como suele suceder en la Argentina, más importante es el tema de la salud presidencial y más aún si se trata como en este caso de la mayor acumulación de poder político-institucional desde 1983”, dice Rosendo Fraga. Para Nelson Castro, el impacto político se va a sentir por el “concepto absolutista del poder, sin delegación”, aunque no cree que la Presidenta se aleje del trabajo administrativo durante su convalecencia. “Es impensable que se desinterese de la gestión pública”, agrega.Cabe hacer una última reflexión sobre la mala fortuna de la familia presidencial argentina. El ex presidente Néstor Kirchner falleció hace un año de un paro cardíaco fulminante, semanas después de que le hubieran realizado una angioplastia. Su temprana muerte fue la consecuencia directa de un estilo vigoroso, personalista y confrontativo, que lo llevó a acumular más tensiones de las que su cuerpo resistió.

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