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EE.UU. encuentra pocos motivos para conmemorar década de guerra en Irak

Una batalla "innecesaria" que inició en marzo de 2003, durante el gobierno George W. Bush, y concluyó en diciembre de 2011, en el periodo Barack Obama. Una guerra que dejó como saldo al menos 189.000 víctimas, entre civiles, insurgentes y fuerzas de seguridad, y 4.488 los militares de EE.UU. fallecidos.

15 de marzo de 2013 Por: Elpaís.com.co ? EFE

Una batalla "innecesaria" que inició en marzo de 2003, durante el gobierno George W. Bush, y concluyó en diciembre de 2011, en el periodo Barack Obama. Una guerra que dejó como saldo al menos 189.000 víctimas, entre civiles, insurgentes y fuerzas de seguridad, y 4.488 los militares de EE.UU. fallecidos.

Diez años después del inicio de una guerra que comenzó con un argumento falso, costó la vida a más de 4.000 de sus soldados y cerca de un billón de dólares, Estados Unidos encuentra pocos motivos para conmemorar esta fecha, menos aún dada la persistente inestabilidad en Oriente Medio.Con el argumento de que el Gobierno de Sadam Husein tenía armas de destrucción masiva y nexos con los extremistas de la red terrorista Al Qaeda, EE.UU. se embarcó el 20 de marzo de 2003 en la guerra de Irak, en medio de una fuerte oposición internacional.El entonces presidente, George W. Bush, cantó victoria demasiado pronto con el mensaje de "misión cumplida" que presidió el discurso que dio a bordo de un portaaviones dos meses después del inicio de la guerra, tras haber tomado el control del Bagdad.La polémica invasión fue diseñada por la Administración Bush con el apoyo escenificado en la Cumbre de las Azores del Gobierno británico de Tony Blair, el español de Jose María Aznar y el portugués de José Durao Barroso, y sin la aprobación de Naciones Unidas.Para el profesor emérito de Ley Internacional en la Universidad de Princetown, Richard Falk, la guerra "no sólo fue un desastre desde el punto de vista de la política exterior estadounidense" sino también un "serio revés" para el derecho internacional."La ONU dañó su imagen al no reforzar su negativa a conceder autorización a EEUU y su coalición", dijo en una columna de opinión.Similar valoración negativa hace Steffen Schmidt, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Iowa, quien considera que "Irak fue un conflicto innecesario" porque, recordó, Sadam Husein no ocultaba armas de destrucción masiva y "no tuvo nada que ver con los ataques terroristas del 11 de Septiembre 2001" como se sugirió."La historia demostrará que ésta fue una guerra costosísima y evitable" apuntó Schmidt, quien añadió que el conflicto tuvo un efecto secundario para Washington: La "gran influencia" en Irak de Irán, país del que Sadam "era enemigo de por vida".El costo de la guerra todavía no es definitivo pero un estudio de la Universidad de Brown cifra la factura en 1,7 billones de dólares, por encima del billón oficial y lejos de los 60.000 millones de dólares presupuestados en un principio.El estudio señala, además, que las víctimas podrían ascender a 189.000 entre civiles, insurgentes y fuerzas de seguridad. El Pentágono cifra en 4.488 los militares de EE.UU. fallecidos.Otras fuentes y otros estudios elevan muy por encima el cálculo de los iraquíes muertos.Además de los costos materiales Estados Unidos sufrió también un serio revés en su imagen internacional por el ataque frontal a Irak. A eso se sumó la deslegitimación de sus servicios de inteligencia tras comprobarse que no había armas de destrucción masiva en el país.El escándalo de los maltratos en la prisión iraquí de Abu Ghraib en 2004, donde los presos fueron sometidos a torturas durante los interrogatorios y vejaciones por parte de militares estadounidenses erosionó todavía más la imagen estadounidense.Expertos como Schmidt consideran, por lo demás, que aunque la estrategia militar del país norteaméricano fue "brillante", el seguimiento para establecer la estabilidad política y económica resultó "un desastre"."Es inconcebible que el programa estadounidense no tuviera una estrategia bien articulada para estabilizar Irak después del desmantelamiento del régimen de Sadam", señaló.Tras la invasión, el diplomático Paul Bremer, nombrado administrador civil para Irak, prohibió la inclusión de miembros del Partido Baaz de Husein en puestos clave del nuevo Gobierno y desmanteló a las fuerzas armadas iraquíes, dos decisiones que según el consenso de los expertos, precipitaron una sangrienta insurgencia y una ola de violencia sectaria en el país.El presidente Bush autorizó el envío de 21.500 soldados adicionales y nombró al general David Petraeus responsable militar estadounidense de la Fuerza Multinacional en enero de 2007, quien puso en marcha una estrategia que logró el descenso de la violencia.El 27 febrero de 2009 el recién elegido presidente de EE.UU., Barack Obama, anunció la salida para agosto de 2010 del grueso de las tropas apostadas en Irak, mes en el que se declara formalmente el fin de las operaciones de combate.El 21 de octubre de 2011 Obama anunció la retirada completa de los 40.000 soldados estadounidenses que participan en las tareas de estabilidad y capacitación de las fuerzas de seguridad iraquíes.Pese a esa retirada, informes publicados recientemente por el diario The Wall Street Journal indican que la CIA ha aumentado su apoyo a las unidades de élite iraquíes para combatir a Al Qaeda y contrarrestar los posibles efectos colaterales de la guerra civil en Siria. La guerra del petroleo Pese a que se presentó como la razón oculta de la invasión de Irak, la explotación petrolífera en el país no la encabezan los estadounidenses, aunque Washington y los empresarios estadounidenses han encontrado otras áreas muy rentables.Cuando el 20 de marzo de 2003 comenzaron los bombardeos sobre Bagdad, las pretendidas armas de destrucción masiva que ocultaba Sadam Huseim y sus supuestos lazos con Al Qaeda, fueron considerados como una excusa para enmascarar el asalto a las terceras reservas de petróleo convencional del mundo."Los estrategas de Washington (en aquella época) tenían esperanza de que fuera fácil y estaban demasiados seguros de que conseguirían acceso rápido a los pozos de petróleo", indicó Catherine Lutz, codirectora del proyecto 'Cost of War', del Instituto Watson, que ha cifrado el coste de la guerra, a la que puso fin en diciembre de 2011 el presidente Barack Obama, en 2,2 billones de dólares.La petrolera estadounidense ExxonMobil es la única que ha conseguido una concesión importante en una zona de yacimientos del sur de Irak y el Gobierno del presidente Nuri al Maliki ha bloqueado por el momento su acceso a los pozos más rentables de la zona autónoma del Kurdistán.La mayor parte del pastel de hidrocarburos se lo reparten la compañía holandesa Shell y la británica BP, mientras que petroleras de países opositores a la intervención militar en 2003 curiosamente cuentan con una presencia importante, como la francesa Total, la rusa Lukoil o la china Petrochina.Por si fuera poco, el volumen de importación de barriles de petróleo iraquí en Estados Unidos se situó a finales de 2012 en los 14,3 millones, por debajo incluso los 22 millones de abril de 2003, justo antes de que comenzara la guerra, y muy por debajo de los alrededor 30 millones de barriles mensuales de 2001, según datos de la Agencia de Energía estadounidense (EIA).Según el informe Iraq Energy Outlook, publicado el pasado octubre, alrededor de la mitad de las exportaciones iraquíes de crudo van dirigidas a Asia y el restante 50% se envía a Norteamérica y Europa.Para Estados Unidos, esto tiene un lado positivo, ya que los efectos de la entrada de Irak en el mercado de petróleo y el aumento de su productividad han contribuido a alimentar la insaciable demanda de potencias emergentes como China e India, sin que se disparen los precios del petróleo a nivel mundial.Por otro lado, las empresas estadounidenses han encontrado otros negocios incluso más rentables, al prestar soporte logístico a las petroleras, a las que el Gobierno iraquí cede porcentajes relativamente bajos por barril debido a que los yacimientos del país, especialmente en el sur, son más fáciles de explotar que la norma.Empresas estadounidenses también están consiguiendo jugosos contratos en seguridad, refino, infraestructuras, electricidad y todo tipo de proyectos para la lenta reconstrucción de una nación azotada durante años por la guerra y que ahora sufre la lacra de la violencia sectaria entre chiíes y suníes. El futuro de Irak Diez años después de la invasión estadounidense, Irak sigue buscando su rumbo ante la inestabilidad política y la persistencia de la violencia, que ha aumentado tras la retirada de las tropas de EEUU en diciembre de 2011.El derrocamiento del régimen de Sadam Husein en abril de 2003, tras la invasión el 20 de marzo de ese año de una coalición multinacional liderada por Estados Unidos, trajo la instauración de un nuevo sistema político y una Constitución que no han conseguido devolver el país a la normalidad.El cambio estableció la separación de poderes y un Estado fundamentado en instituciones, pero la democracia todavía no se ha consolidado debido a las bases erróneas sobre las que se construyó el proceso político, según advierten los expertos.Prueba de ello son las continuas crisis políticas en este país, que sale de una y ya está cayendo en otra, marcado por las injerencias de otros estados, sobre todo, Irán.A la estabilidad tampoco han contribuido los actos de violencia que salpican a diario la vida cotidiana de ciudadanos en distintos puntos del territorio, incluida la capital, Bagdad.El analista político Ali al Sheij, se queja de que los cuerpos de seguridad carecen de profesionalidad, por lo que no pueden desempeñar bien su labor. Esta carencia, afirma el experto, ha sido aprovechada por grupos armados y milicias para lanzar ataques y continuar los atentados.La tensión entre el Gobierno de Bagdad y el Ejecutivo autónomo del Kurdistán iraquí ha alcanzado en la última semana su máximas cotas desde la aprobación del presupuesto general del país sin tomar en cuenta las peticiones kurdas.Como consecuencia, los kurdos han decidido boicotear las reuniones del Gobierno de unidad nacional del primer ministro, el chií Nuri al Maliki, como decidió anteriormente la alianza opositora Al Iraqiya, compuesta por suníes y chiíes, por motivos distintos.Esas manifestaciones han impulsado las dimisiones de los ministros de Finanzas Rafea al Isaui y de Agricultura Ezedin al Daula, ambos miembros de Al Iraqiya, que se unieron a las protestas.Algunos analistas consideran que la crisis política y las manifestaciones son "las más graves" que ha experimentado Irak desde la caída del régimen de Sadam Husein y auguran que se prolongarán ante la proximidad de elecciones provinciales, previstas para el próximo abril, y parlamentarias después.Todo esto se ha reflejado en los servicios básicos, las relaciones sociales y la situación económica de los ciudadanos, que han visto cómo diez años después del cambio de régimen sus vidas no han prosperado.Un miembro del comité económico del Parlamento iraquí, Qusai Yuma, comentaba recientemente a los periodistas en Bagdad que "Irak carece de una política económica para reformar la industria nacional".Desde su punto de vista, el número de desempleados ha crecido debido a que el Estado no da importancia al sector privado y a las inversiones y, al mismo tiempo, las autoridades no tiene capacidad para ofrecer trabajo a todos los desempleados.Y mientras tanto, los iraquíes todavía sueñan con ver la luz al final del túnel y vivir un futuro sin crisis.

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