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Crisis política de Rousseff también enfrenta a las familias de Brasil

La polarización ciudadana entre quienes apoyan y rechazan a la Presidenta se evidencia en redes sociales y al interior de los hogares, donde los padres hasta dejaron de hablarle a sus hijos.

11 de mayo de 2016 Por: Agencia AFP

La polarización ciudadana entre quienes apoyan y rechazan a la Presidenta se evidencia en redes sociales y al interior de los hogares, donde los padres hasta dejaron de hablarle a sus hijos.

Amistades arruinadas; padres e hijos enemistados: para millares de brasileños la tormenta política que padece Dilma Rousseff se ha extendido desde Brasilia hasta la sala de sus casas y sobre todo, a las redes sociales.

Es el caso de Dayse Lima, una funcionaria pública de 54 años que vive en un barrio de clase media de Rio de Janeiro. Furiosa con los ataques políticos que le profirió vía Facebook su hijo Gustavo, de 27 años, decidió retirarle la palabra y bloquearlo de su red de contactos.

Las redes sociales como Facebook o Twitter, utilizadas por la mayoría de los brasileños, se han convertido en uno de los principales foros de la polarización política, a través de masivos grupos de apoyo o de rechazo a este proceso de destitución contra la presidenta.

Lima trabaja en la Comisión Nacional de Energía Nuclear y es una férrea defensora de Rousseff y de los programas sociales impulsados por el izquierdista Partido de los Trabajadores que gobierna Brasil desde hace más de 13 años.

Al igual que Rousseff, esta mujer cree que es un golpe de Estado el proceso de destitución que el Senado inició en contra de la presidenta por presunto maquillaje de las cuentas públicas.

Su hijo Gustavo, un especialista en regulación económica en el sector de energía eléctrica, quien asegura no simpatizar con ningún partido político, quiere ver en prisión a todos los políticos acusados de corrupción.

Al igual que él, muchos brasileños quieren que continúe la limpieza en la élite política desatada por el escándalo de corrupción de Petrobras, una de las mayores empresas estatales de América Latina, que llevó a prisión a influyentes políticos y empresarios.

Para colmo de su madre, Gustavo también ha criticado en las redes sociales lo que muchos califican como "asistencialismo" del PT a las clases más desfavorecidas, a través de programas como Bolsa Familia, uno de los proyectos sociales estrella que lanzó el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva.

"Mi hijo fue haciendo varios comentarios provocativos en Facebook y acabé bloquéandolo", cuenta Lima. Ambos se dejaron de hablar por un tiempo y luego se reconciliaron, aunque sus visiones de lo que sucede en Brasil son como el agua y el aceite.

Gustavo dice identificarse con el movimiento #vemprarua (Ven a la calle) que organizó este año masivas protestas callejeras en todo el país pidiendo la salida de la presidenta.

Al mismo tiempo, el PT también ha movilizado a su electorado. El resultado es un país fisurado.

En Brasilia, incluso la policía llegó a colocar una barrera para separar a los grupos y evitar enfrentamientos.

Según las últimas encuestas cerca de un 60% de brasileños está a favor de la destitución de Rousseff.

Lea aquí: Ocho momentos clave de la crisis del gobierno de Dilma Rousseff

Más política, menos fútbol

En una charla con la AFP con madre e hijo en el apartamento de la mujer en Botafogo, los roces no tardan en aparecer.

"Él tiene más ganas de disentir que de sumar ideas; y por eso todos nosotros vivimos un momento de intolerancia. Veo esa rivalidad en todos los ambientes: mi trabajo, entre mis amigos y claro, en casa", dice Lima.

Gustavo, que vivía con su madre, ha decidido mudarse con su novia.

Lima siente en carne propia los fuertes vaivenes de la crisis. El día 17 de abril, cuando la Cámara de Diputados aprobó el envío al Senado del procedimiento de impeachment, sufrió una reacción alérgica tras horas de ver la votación en la televisión y se despertó al día siguiente con el cuerpo lleno de ampollas.

Gustavo no se toma las cosas tan a la tremenda, y se alegra de la creciente politización de la sociedad brasileña, que ahora discute la crisis en bares y reuniones familiares, cuando antes era el fútbol lo que monopolizaba cada conversación.

"Nunca hubo un movimiento político tan grande en Brasil, y eso es motivado principalmente por el aumento del alcance de los medios", dice.

Dayse y Gustavo no tienen muchas expectativas sobre el futuro de la crisis política, de perspectivas inciertas. Posiblemente Rousseff sea apartada del cargo, pero eso no significa que familias y amigos harán las paces.

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