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Con referendo de este domingo, Crimea se juega su futuro

Listo referendo para definir la reunificación con Rusia. La duda es sobre si la República mantiene su independencia.

15 de marzo de 2014 Por: Patricia Lee | Especial para El País

Listo referendo para definir la reunificación con Rusia. La duda es sobre si la República mantiene su independencia.

El referendo que el domingo adelanta la República Autónoma de Crimea para su unificación con Rusia ya tiene una respuesta asegurada: sí. En menos de un mes, la península de Crimea ya ha cambiado de dueño. Con miles de hombres vestidos de camuflaje, que aceptan ser rusos, pero niegan ser soldados, patrullando las calles de Simferópol y Sebastopol, controlando las entradas y salidas terrestres, los aeropuertos y bloqueando a las tropas ucranianas en sus cuarteles, la ruptura de Crimea con Ucrania es un hecho.Falta por saber si, después del domingo, la república mantendrá su independencia, como las repúblicas de Abjasia y de Osetia del Norte, que se “independizaron” de Georgia, o si será directamente anexada por Rusia como sujeto de la Federación.En Crimea, con un 60 % de población de origen ruso, se descuenta la aprobación de la pregunta del referendo en tanto que los tártaros de Crimea, deportados masivamente por Stalin en 1944 por ser considerados colaboradores de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, y que volvieron a Crimea solo después de la disolución de la Unión Soviética en 1992, anunciaron que boicotearán la consulta popular.El referendo es considerado ilegal por el nuevo gobierno de Kiev encabezado por el primer ministro Arseni Yatseniuk, por la Unión Europea, Estados Unidos y la Otan, que ya anunciaron una nueva ronda de sanciones a partir del lunes.Para aumentar la tensión, el Kremlin desplegó el jueves 10.000 tropas a lo largo de su frontera con Ucrania, y la Rada, en Kiev, aprobó la creación de una guardia nacional de 60.000 miembros. 12 Aviones de combate de Estados Unidos aterrizaban en Polonia, y la Otan recibía en Bruselas la visita del líder de los tártaros de Crimea, Mustafa Cemilev Kirimoglu.De la fiesta a la tensiónA menos de un mes de la caída de Víctor Yanukovich, el presidente de Ucrania, lo que fuera una fiesta en la Plaza Maidan, se ha convertido en el temor de un enfrentamiento armado entre dos países europeos y hermanos de sangre, que puede tener vastas consecuencias mundiales. El ministro de Relaciones Exteriores de Alemania consideró que es la “mayor crisis desde la caída del Muro de Berlín”. La exsecretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, comparó la ocupación de Crimea con la anexión de Austria por Hitler en 1938. Desde el punto de vista ruso, también es la crisis más grave en sus relaciones con Occidente, porque tocar Ucrania es, para el Kremlin, como si el Pacto de Varsovia, la alianza militar soviética, hubiera incorporado a Cuba en los años sesenta del siglo pasado, sentando una amenaza permanente para la seguridad de Estados Unidos. El analista Víctor Miasnikov dice desde Moscú que “entregar Ucrania es para Rusia un suicidio. Las bases de la Otan en Ucrania, significan la absoluta liquidación de la seguridad de Rusia. Tendremos que vivir con una pistola en la nuca y cumplir sin chistar las órdenes del dueño de la pistola. El enemigo va a estar al lado de Kursk, Belgorod, Rostov, a pocos minutos de vuelo de Moscú”. Para Miasnikov, se trata de una traición occidental, porque el presidente Ruso Vladimir Putín “prácticamente obligó al presidente Yanukovich a parar el derramamiento de sangre y lo obligó a firmar el documento para entregar el poder”, pero ese acuerdo fue destruido a las pocas horas, y Occidente empezó a burlarse de “Putín el tonto”.La gravedad de la crisis no se puede disimular porque están en juego los últimos cuarenta años de negociaciones para limitar los armamentos nucleares y convencionales e impedir una nueva gran guerra mundial.Según Miasnkov, en caso de ocupación de Ucrania por la Otan, “Rusia tendrá que salir de todos los acuerdos de limitación de armas nucleares de largo y medio alcance, y colocar cabezas nucleares en los misiles Iskander”, porque, en los términos de Moscú, la pregunta es: “¿Ser Rusia o no ser?” Dos mundos que se chocanCuando se cumplen 25 años de la caída del Muro de Berlín, el fondo de la crisis es que Occidente no quiso, no pudo o no intentó, integrar a Rusia a las estructuras económicas, políticas y militares mundiales. Por el contrario, la Otan avanzó cada vez más hacia las fronteras rusas, bombardeando en 1999 Belgrado, la capital de Yugoslavia, e incorporando a los vecinos de Rusia que fueron parte del bloque soviético.“Putín vive en otro mundo”, dijo la canciller Ángela Merkel en una llamada a su homólogo de Estados Unidos, Barack Obama. Putín opina lo mismo: “Se sientan del otro lado del charco como si estuvieran en un laboratorio haciendo experimentos con ratas, sin entender las consecuencias de lo que hacen”, dijo en su conferencia de prensa el mandatario ruso.Esos dos mundos no se tocan. Por eso, mientras que en Occidente Putín es visto como un hombre que sigue el camino de Hitler o de Stalin, en Rusia, su popularidad alcanza niveles nunca vistos. Ante este abismo que se abre cada vez son más las voces que se levantan pidiendo más sanciones de un lado y más misiles del otro. Son muy pocas las voces como la del exsecretario de Estado Henry Kissinger, quien, en un artículo publicado en Washington Post, consideró que es un error colocar la cuestión ucraniana en términos de este y oeste: “Si Ucrania va a sobrevivir, no debe ser ni de un lado ni del otro, sino un puente entre los dos”. La única solución es, según él, que Rusia acepte que Ucrania no es su satélite, y que Occidente entienda que, para Rusia, Ucrania nunca será solo otro país. Kissinger cree que “la demonización de Vladimir Putín no es una política, es una excusa para la ausencia de una”. Para el diplomático, el Presidente ruso debe darse cuenta que una política de imposiciones militares producirá otra guerra fría, pero Estados Unidos “tiene que evitar tratar a Rusia como un tonto al que hay que enseñarle las reglas de comportamiento establecidas por Washington”. El exsecretario de Estado recomienda que Rusia no anexe Crimea, que ésta goce de una amplia autonomía, que Ucrania no entre a la Otan y que adopte un estatus de neutralidad como Finlandia. El tiempo apremia para encontrar una solución y evitar un agravamiento mayor del abismo entre Rusia y Occidente.La importancia de CrimeaTáurica en la época de los griegos, Crimea en la época de los tártaros, la península ha sido uno de los puntos por donde la historia mundial ha pasado muchas veces. Invadida u ocupada por los hunos, los búlgaros, la Rus de Kiev, los bizantinos, los mongoles, la República de Génova, los tártaros y el imperio otomano, en 1723 fue conquistado por la Rusia zarista. En la península se han librado famosas batallas de la historia mundial, como la guerra de Crimea, a mediados del Siglo XIX, con Rusia por un lado, contra Francia, Gran Bretaña, el imperio Otomano y Cerdeña por el otro. Después de la revolución rusa de 1917, Crimea fue un bastión de las tropas blancas que luchaban contra el poder bolchevique al mando del general Wrangel. Al triunfar el Ejército Rojo, se creó la República Autónoma Socialista de Crimea.En la Segunda Guerra Mundial, los Nazis la invadieron. El 18 de mayo de 1944, tras repeler a los invasores, toda la población de tártaros de Crimea fue deportada por José Stalin a Asia Central en lo que se conoció como Surgun (exilio, en tártaro), como castigo colectivo por la sospecha de que colaboraron con los alemanes. Los tártaros solo volvieron después de la desaparición de la Unión Soviética.En 1945, los caminos de la historia se volvieron a cruzar en Crimea: Yalta fue la sede de la famosa conferencia entre el presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, el líder soviético José Stalin y el inglés Winston Churchill, cuando delinearon el nuevo orden mundial de posguerra mirando hacia el Mar Negro.Hace sesenta años, Nikita Jrushov regaló Crimea a Ucrania, en homenaje al 300 aniversario de la batalla de Poltava, cuando Ucrania se unió al imperio ruso. Al desaparecer la Unión Soviética, se creó la República Autonoma de Crimea dentro de Ucrania. En la actualidad, el 60% de los dos millones de habitantes de Crimea son rusos, un 20% ucranianos y un 15% son tártaros. La importancia estratégica de Crimea para Rusia reside, además, en que Sebastopol es la sede de la Flota del Mar Negro desde hace 230 años. A pesar de que Crimea pasó a ser de Ucrania, la ciudad de Sebastopol mantuvo un status especial y dependía directamente de Moscú. Después de la disolución de la URSS, Sebastopol pasó a depender directamente de Kiev, que arrendó la base hasta 2042 a Rusia.

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