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Brasil, el país latinoamericano que bautizó el papado de Francisco

El papa Francisco terminó el domingo su visita a Brasil y anunció a Polonia como sede de la Jornada Mundial de la Juventud.

29 de julio de 2013 Por: Patricia Lee | Enviada especial de El País a Brasil

El papa Francisco terminó el domingo su visita a Brasil y anunció a Polonia como sede de la Jornada Mundial de la Juventud.

El papado de Franciso recibió su bautismo de fuego en Brasil. Los tres millones de personas que, según las autoridades, colmaron la arena de Copacabana el domingo para la misa de envío, representaron no solo la mayor jornada turística de la ciudad, sino una de las más concentraciones religiosas en la historia de las jornadas mundiales juveniles. La revolución de FranciscoEn sus mensajes finales, el sábado frente a las autoridades de Brasil en el Teatro Municipal, durante la vigilia en Copacabana y el domingo en la misa de envío, el Papa siguió llamando a provocar una profunda modificación en la Iglesia. Parecía que se dirigía, más allá de todos los presentes, a quienes no estaban en Copacabana, a los jóvenes rebeldes que coparon las calles de Río, de Turquía o de Egipto, a los que son víctimas del crack, a los que mueren por la violencia en las favelas, villas miserias o barrios pobres.Sus referencias a las protestas fueron explícitas: “Sigo las noticias del mundo y veo que tantos jóvenes en muchas partes del mundo han salido por las calles para expresar el deseo de una civilización más justa y fraterna. Los jóvenes en las calles son jóvenes que quieren ser protagonistas del cambio”.Con ese lenguaje que lo ha hecho uno de los hombres más populares del planeta, Francisco apeló al fútbol al decir que “Jesús nos ofrece algo más grande que la Copa del Mundo, nos ofrece la posibilidad de una vida feliz”, para lo cual, agregó, Jesús “nos pide que paguemos la entrada”. El Pontífice llamó a “sudar la camiseta”, pidió a los jóvenes que “sean protagonistas de la historia, pateen para adelante, construyan un mundo mejor” y los llamó a que “no balconeen la vida, métanse en ella”.Los reclamos del PapaFrancisco fue más duro con la clase dirigente, en su mensaje ante las autoridades brasileñas en el Teatro Municipal, donde también se refirió a las recientes protestas juveniles: “Entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción posible: el diálogo”. Delante del Episcopado brasileño, hizo una descarnada crítica de la Iglesia por la pérdida de fieles: “Tal vez la Iglesia se mostró demasiado fría con los fieles, demasiado autorreferencial, prisionera de su propio lenguaje rígido”; tal vez el mundo convirtió a la Iglesia en “una reliquia del pasado, insuficiente para las nuevas cuestiones”, porque “quizá la Iglesia tenía respuestas para la infancia del hombre, pero no para su edad adulta”.Precisó que los más alejados son precisamente los “invitados VIP”, y llamó a los curas y a las monjas a ser “callejeros de la fe” y a “servir a Cristo en las villas”.En reunión con los obispos, les dijo que deben ser “misericordiosos y hombres que amen la pobreza”, que no sean ambiciosos ni tengan “psicología de príncipes”.Los otros protagonistasSegún una encuesta publicada por O Globo, 62 % de los peregrinos que vinieron a ver al Papa fueron brasileños, de los cuales la mayoría provenían del Estado de San Paulo, en una franja de entre 16 y 24 años, y en su mayoría mujeres.Los extranjeros debieron hacer enormes sacrificios para venir. Los jóvenes de una parroquia del barrio Eduardo Santos, de Bogotá, le contaron a El País durante la peregrinación de 10 kilómetros del sábado desde el centro de Río hasta Copacabana, que prepararon el viaje desde hace un año, haciendo colectas y rifas para pagar la inscripción de 330 dólares, el viaje en avión, y los gastos personales durante la jornada.La mayoría de peregrinos, que vino de Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay y Uruguay, hizo viajes de tres y cuatro días en bus. En Río de Janeiro, muchos fueron alojados en escuelas religiosas u otras instituciones alejadas una o dos horas del centro y tuvieron que realizar largas colas para recibir los kits del peregrino en el Sambódromo o las cajas con el almuerzo y la comida para la vigilia del sábado, y caminar dos o tres horas por día para llegar a los eventos. Ahora, tendrán que viajar tres o cuatro días más para regresar a sus hogares.Los graves problemas organizativos que llevaron al Alcalde de Río a ponerse una nota de cero, fueron una nueva penitencia para los millones de jóvenes, que debieron soportar el cambio de planes de última hora con el traslado de la vigilia y la misa de envío a Copacabana, sin tener las condiciones de higiene y comodidad necesarias, sin baños químicos, con restaurantes y bares caros para los jóvenes que viajaban con sus ahorros contados.De cualquier manera, el ánimo juvenil no es fácil de destruir. “No importan los sacrificios, estamos felices de tener la oportunidad de estar aquí. Hoy nos levantamos bien temprano, para ubicarnos en un lugar desde el que podamos ver al Papa. A pesar de la lluvia, el frío y las caminatas, esta es una experiencia que recordaremos toda la vida”, dijo un psicólogo de Tensa, Boyacá, durante la peregrinación del sábado. Los jóvenes volverán a sus países con sus mochilas de colores, contentos a pesar de los inconvenientes, mientras que Francisco, después de esta espectacular inauguración de su papado en su continente, volverá a lidiar con los problemas burocráticos de Roma y continuará, como pastor, tratando de contener la pérdida de ovejas.

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