El pais
SUSCRÍBETE

Una exguerrillera, reclutada a los 14 años a la fuerza, relata su sufrimiento en las Farc

Ella, quien junto con dos compañeras decidió abandonar las armas, asegura que lo hizo porque en la guerrilla “no tenía futuro”.

8 de mayo de 2014 Por: Javier Jaramillo | Corresponsal El País Tuluá.

Ella, quien junto con dos compañeras decidió abandonar las armas, asegura que lo hizo porque en la guerrilla “no tenía futuro”.

“Seguir en el monte, arriesgando la vida a cambio de nada, no tenía sentido. Ahora tengo una nueva oportunidad”. María Yorladis Velasco Márquez, conocida en las Farc como Daniela, habla desde una cama de una clínica del Valle del Cauca. Ella, quien junto con dos compañeras decidió abandonar las armas, asegura que lo hizo porque en la guerrilla “no tenía futuro”. Ese día, el pasado 24 de abril, en zona montañosa de Tuluá, María Yorladis estuvo a punto de morir cuando un miliciano, conocido suyo, le propinó un disparo en la cara y le causó 31 heridas con un puñal porque no podía permitir que se escapara de la agrupación que la tuvo prácticamente secuestrada desde cuando ella tenía 14 años.La exguerrillera relata que planeó con sus dos compañeras su fuga dos días antes. Una de ellas logró contactar a unos familiares y las recogieron en un taxi, en la parte alta de Tuluá.Aprovechando la oscuridad, huyeron del campamento y las recogieron en un punto, cerca a La Marina. Sin embargo, uno de sus compañeros las interceptó en una moto y abrió fuego.Dice que descendió del vehículo y corrió. Recibió un disparo en un pómulo y luego la hirió con una navaja. Una de sus compañeras murió, mientras ella y su amiga ‘Jenny’ quedaron heridas y tiradas en el piso. Entonces, logró llamar a su familia, a la que no veía desde hacía catorce años, y les dijo que estaba herida. Sus familiares llamaron al Ejército.Una patrulla del Batallón de Alta Montaña de La Marina las encontró.14 años sin ver a su familiaMaría Yorladis recuerda cómo la guerrilla se la llevó de la finca en donde vivía con su padres, en la vereda Las Brisas, en el municipio de Florida.Hoy, esta mujer de 28 años, piensa que definitivamente la vida le ha dado una nueva oportunidad después de haber perdido su juventud, portando un fusil y defendiendo unos ideales de los cuales nunca estuvo convencida.“Yo vivía muy aburrida, lloraba con frecuencia, allá tenía que cumplir órdenes todo el tiempo y si no obedecía, me podían fusilar”, expresa esta mujer.“Nunca me dieron permiso para comunicarse con mi familia, porque eso era peligroso, ni siquiera en las fechas especiales, ni el Día de la Madre, que allá es un día cualquiera”, dice.Agrega que piensa estudiar, recuperar el tiempo perdido y reencontrarse con su familia, la misma que apenas está conociendo, pues era muy niña cuando el comandante ‘Dago’ se la llevó en contra de su voluntad hasta un páramo en donde no podía soportar el frío, en donde, agrega, las noches eran eternas y se despertaba sobresaltada por el ruido de un helicóptero y había que salir corriendo.María Yorladis se ruboriza al recordar que en la guerrilla se pierde la intimidad, pues hombres y mujeres se bañan desnudos y que planificar es una obligación, a través de una inyección o una pila que le incrustan en uno de sus brazos.Expresa que también se enamoró una vez, pero ese idilio no se pudo concretar porque su compañero sentimental desertó. “Además, en el monte no hay tiempo para establecer una relación amorosa, porque los comandantes separan a los hombres de sus mujeres y los envían de comisión”, indicó María Yorladis, quien dijo que los únicos que tienen privilegios son los cabecillas.Desde hacía cuatro años daba vueltas en su cabeza una idea que no la dejaba conciliar el sueño: escaparse del campamento de la columna Víctor Saavedra de las Farc, que opera en los corregimientos de Santa Lucía, Puerto Frazadas y Monteloro, zona montañosa de Tuluá.Ella sabía perfectamente que si los comandantes se enteraban de sus intenciones o que simplemente lo sospecharan, la amarrarían a un árbol y la fusilarían sin compasión.“Esa escena me tocó verla varias veces, como asesinaban a los compañeros que intentaron escapar de ese infierno”, manifiesta María Yorladis. Aunque reconoce que muchos de sus compañeros lograron desertar, pero otros murieron en combates o están detenidos. Y revela que su grupo está muy diezmado.Hoy exhibe con orgullo la contraseña que le entregó la Registraduría de su cédula de ciudadanía, pues en la selva sus jefes le habían dicho, que eso no se necesitaba.María Yorladis Velasco, antes Daniela, y quien ahora está en un programa de desmovilizados, agradece a Dios haber podido escapar con su compañera Jenny, con quien planeó la fuga del campamento guerrillero. “Los comandantes nos decían que si caíamos en manos del enemigo nos torturaban o nos mataban, hoy veo que la realidad es muy diferente”, indicó Yorladis, quien no duda en manifestar que definitivamente volvió a nacer.

AHORA EN Judicial