El pais
SUSCRÍBETE

Tentáculos de los carteles mexicanos se extienden a Cali y el Valle del Cauca

A finales de enero, la Policía capturó a uno de los principales enlaces del Cartel de Sinaloa en el suroccidente de Colombia. Su característica: trabajaba sin intermediarios para la mafia mexicana.

24 de marzo de 2013 Por: Redacción de El País

A finales de enero, la Policía capturó a uno de los principales enlaces del Cartel de Sinaloa en el suroccidente de Colombia. Su característica: trabajaba sin intermediarios para la mafia mexicana.

Como si fuera una multinacional que se rige por las precisas reglas de la economía globalizada, el Cartel de Sinaloa, una de las más grandes organizaciones criminales de México, pretende abrir una ‘sucursal’ en el suroccidente colombiano que le permita manejar directamente el millonario mercado de la cocaína, sin necesidad de acudir a intermediarios.Este fenómeno, que refleja el cambio que se está dando en las estructuras y dinámicas del negocio del narcotráfico en Latinoamérica, comenzó a ser investigado de forma conjunta por la DEA, la Policía colombiana y las autoridades mexicanas.Y ya están evidenciadas las primeras piezas de lo que sería un nuevo rompecabezas del crimen organizado en la región. Una de ellas quedó al descubierto el pasado 30 de enero, cuando la Policía colombiana capturó en Bogotá a un hombre oriundo de Buenaventura, que se encargaba de abastecer con grandes cantidades de cocaína al Cartel de Sinaloa, cuyo jefe es el temido y prófugo narcotraficante Joaquín ‘el Chapo’ Guzmán.El hombre, a quien la Policía identificó como alias Junior, de 35 años, no hacía parte de un cartel ni de una de las bandas criminales que operan en Colombia. Tampoco controlaba una ruta del narcotráfico ni formaba parte de las redes que manejan el negocio del microtráfico en las ciudades.¿Cuál es la novedad en este caso particular? Que, según el director de la Policía Antinarcóticos, general Luis Alberto Pérez Alvarán, es la primera vez que se logra la detención de un agente directo de un cartel mexicano en Colombia, “una modalidad que no es común en nuestro país”.La labor que cumplía ‘Junior’ era relativamente más simple que la compleja red de negociaciones con las que han operado históricamente los carteles de México y Colombia.“Él conseguía el clorhidrato de cocaína al mejor postor en Colombia y se encargaba de su posterior envío hacia México, donde llegaba directamente a los enlaces del Cartel de Sinaloa, organización que lo financiaba directamente”, dijo el general Pérez Alvarán.Lo que quedó claro para los investigadores con esta captura es que el Cartel de Sinaloa ha puesto en marcha una nueva estrategia para maximizar sus ganancias y, eventualmente, hacerse con un mayor control del mercado de las drogas en Latinoamérica.La Corporación Nuevo Arco Iris –un centro de investigación especializado en el análisis de temas del conflicto y la seguridad— caracteriza dicha estrategia como una práctica de desintermediación.La desintermediación es un concepto que cobró fuerza con la globalización de la economía, y que consiste en la eliminación de los intermediarios que participan en una cadena de suministro. Este concepto lo aplican muchas multinacionales comercializadoras de productos de consumo masivo, para vender a los consumidores la mercancía a precios más bajos.Ariel Ávila, investigador de Nuevo Arco Iris, sostiene que este concepto permite a los carteles mexicanos comprar directamente al productor de cocaína en Colombia, para así tener un mayor poder de negociación en la adquisición de la droga y controlar los costos de traslado.“Solo cubren un intermediario encargado de la seguridad, que puede ser uno o dos grupos armados en Colombia, pero ya no necesitan la cadena de transportadores”, dijo Ávila. Eso fue lo que las autoridades lograron establecer en el caso de Junior.Uno de los oficiales de la Policía que participó en la investigación, y que pidió reserva de su identidad, reveló a El País que éste se había convertido en un empleado directo del Cartel de Sinaloa gracias a otro hombre de confianza de los mexicanos, que cumple el papel de reclutador en Colombia.“Sabemos que el cartel tiene varias personas encargadas de esa tarea de conseguir gente para que trabaje con ellos en forma directa”, aseguró.‘Junior’, agregó el oficial, tenía en Cali su base de operaciones y desde aquí manejaba los negocios de compra directa de cocaína del Cartel de Sinaloa en todo el Suroccidente colombiano, especialmente en Buenaventura.El investigador explicó que Junior “comenzó a hacer contactos y a adquirir poder y podría decirse que llegó a convertirse en un narcotraficante independiente”.Pero, ¿cómo es posible que una sola persona pase a operar exitosamente un negocio que tradicionalmente fue manejado a través de una larga cadena de intermediarios? ¿Estaban estos últimos dispuestos a dejarse sacar del mercado sin mover un dedo? ¿Qué acciones tomaron para responder a la pretensión de los mexicanos de controlar otra parte de la cadena de suministro de la droga?Las respuestas precisas a esos interrogantes, especialmente lo relacionado con el flujo y la ruta del dinero enviado por el Cartel de Sinaloa desde México a su ‘sucursal’ en Colombia, son reserva de la investigación.Pero El País conoció otros elementos que permiten configurar el nuevo ‘modus operandi’ de la organización criminal mexicana en Colombia. La corte del Distrito Sur de New York, que solicita a ‘Junior’ en extradición, afirma que este alcanzó a sacar por lo menos cuatro toneladas de cocaína desde el Pacífico colombiano para el Cartel de Sinaloa.Según el investigador de la Policía, a diferencia de las bandas criminales o los carteles colombianos, ‘Junior’ manejaba una pequeña organización con pocos empleados, cuyas funciones se limitaban única y exclusivamente a las tareas logísticas de movilización de la droga comprada en Colombia.Una vez acordada la transacción con algún productor, ‘Junior’ y su gente sacaban la droga (a razón de media tonelada por envío), en lanchas ‘go fast’ que salían desde cualquier punto de la intrincada geografía del Pacífico colombiano. “De ahí, la droga era recogida en un barco en altamar, donde a veces, además, le entregaban dinero. Luego era pasada a Centroamérica o a México”, aseguró la fuente.La pequeña organización de ‘Junior’ “pagaba una especie de impuesto a las bandas que operan en la zona para que lo dejaran trabajar. Si ‘los Rastrojos’ estaban en Cali, él les daba una cuota para poder comprar y sacar la droga”.Mantener un bajo perfil era una consigna inviolable para este hombre. Cada cierto tiempo se reunía con enviados del Cartel de Sinaloa en centros comerciales, hoteles o lugares abiertos al público, para así despistar a las autoridades y evitar ser seguido hasta su residencia. “Las reuniones con la gente del cartel eran en Bogotá. De hecho, cuando fue capturado, teníamos información de que iba a una cita en el Occidente de la ciudad”, dijo la fuente.Las autoridades también investigan una serie de transacciones en casas de cambio y centros comerciales de Cali, por medio de las cuales, al parecer, ‘Junior’ recibía el dinero de la organización del ‘Chapo’. De esta forma se espera determinar a través de qué actividades se ‘blanqueaban’ las ganancias de la droga.Un asunto de costosEl cambio en la estrategia del Cartel de Sinaloa no es casual, y se explica tanto por el avance de la guerra transnacional contra el narcotráfico, como por hechos puramente económicos del mercado de la droga.Al eliminar los intermediarios, las organizaciones mexicanas logran rebajar sustancialmente los costos de la cocaína, ya que la cadena de transporte puede incrementar hasta doce veces el valor de cada cargamento.Según el último Informe Mundial sobre las Drogas, publicado por la ONU el año pasado, un kilo de cocaína en Colombia es vendido aproximadamente a 2.400 dólares, pero ya en la frontera con Estados Unidos (al mayor) cuesta 33.300 dólares. La ganancia se dispara en las calles del país norteamericano, pues el kilo distribuido en pequeñas cantidades puede llegar a costar 120.000 dólares.El otro factor que abrió la puerta al Cartel de Sinaloa fue la pérdida de poder de los grandes ‘capos’ en Colombia, que comenzó hace poco más de una década con la captura o muerte de los jefes de los carteles de Medellín, Cali y Norte del Valle. Actualmente las bandas narcotraficantes colombianas son golpeadas tanto por las autoridades como por sus rivales, lo que ha permitido el avance de las organizaciones mexicanas. Un ejemplo de ello son las luchas internas de ‘los Rastrojos’, tras el sometimiento a la justicia de Estados Unidos de los hermanos ‘Comba’ (Luis Enrique y Javier Antonio Calle Serna) y la captura en Venezuela de Diego Pérez Henao, alias Diego Rastrojo.El desespero de los mandos medios de ‘los Rastrojos’ por convertirse en los reemplazos de sus jefes desató una guerra en el Valle del Cauca, en la que también podría haber influencia del crimen mexicano. Esa hipótesis la contemplan las autoridades colombianas, después de que en municipios como Buenaventura y Tuluá aparecieran varios cadáveres torturados y descuartizados, una característica propia de esas organizaciones. La investigación oficial muestra que el fenómeno de los agentes directos de la mafia mexicana comenzó hace ya un tiempo. Aunque el seguimiento en Colombia que permitió la captura de ‘Junior’ duró tres meses, la DEA le seguía la pista desde hace cuatro años.¿Qué tan consolidada, entonces, está la presencia de la mafia mexicana en Colombia? Las autoridades no confirman que ya existan ‘sucursales’ de esas organizaciones plenamente establecidas en el país. Pero resulta muy diciente que el pasado 14 de febrero, en Tumaco, el propio presidente Juan Manuel Santos se refiriera al tema públicamente.“No tenemos conocimiento de información concreta, pero varias personas dicen que los rumores son crecientes sobre la presencia de carteles mexicanos en Nariño, especialmente del cartel de Sinaloa, y eso no lo vamos a permitir por ningún motivo”, dijo.El País consultó al comandante de la Policía de ese departamento, coronel Víctor Hugo Díaz, quien confirmó que se creó una comisión investigadora que ya trabaja en seis municipios: Tumaco, El Charco, Policarpa, Cumbitara, Leiva e Ipiales. Agregó que a esa región del país sí han llegado ciudadanos mexicanos, pero todos “han cumplido con los trámites de inmigración y con el tiempo que debían pasar en Colombia”.Un funcionario de la embajada colombiana en México, que pidió reserva de su identidad, dijo a El País que si bien no hay información concreta, las actividades del Cartel de Sinaloa podrían penetrar también a regiones como el Urabá antioqueño y el Catatumbo. “Lo que sí es claro es que esta es la organización criminal mexicana con más vínculos en Colombia”, señaló.El periodista mexicano Jorge Carrasco, experto en temas de narcotráfico en el semanario Proceso, sostiene que el Cartel de Sinaloa tiene un ‘modelo gerencial’ muy definido.“Actúan más como una empresa. Si bien manejan altos niveles de violencia, a diferencia de carteles como ‘los Zetas’ se preocupan más por el negocio que por cosas como disputar territorios”. Esa ‘visión empresarial’, agrega, ha hecho de esta organización una transnacional del tráfico de droga con vínculos en Ecuador, Perú y Bolivia.De hecho, dice Carrasco, el sistema de compras directas también es usado por ‘el Chapo’ para adquirir armas en Estados Unidos. “No se las compran a una organización que trafique armas, sino que tienen gente que trabaja allá, encargada de conseguirlas y enviarlas”. Para Ariel Ávila, de Nuevo Arco Iris, en Colombia podría darse un reflejo de la disputa territorial de las mafias mexicanas. “Allá, el Caribe lo dominan ‘los Zetas’, y el Pacífico los de Sinaloa. Y esa distribución influye en lo que está pasando en Colombia, Venezuela, Perú y Bolivia”. Según esa hipótesis, los hombres del ‘Chapo’ estarían buscando controlar el Pacífico colombiano y ‘los Zetas’ el mercado de la droga que sale por la frontera con Venezuela. Y los protagonistas de esa transformación son ahora el nuevo objetivo de las autoridades.Vínculos con Farc y bacrim A finales del año pasado, inteligencia de la Policía detectó la presencia en Colombia de un familiar de Joaquín ‘el Chapo’ Guzmán, quien se habría reunido en Bogotá con miembros de ‘los Rastrojos’ para coordinar la compra de un cargamento.Pero este hombre, a su vez, se contactó con integrantes de ‘los Urabeños’, donde tenía como enlace a Héctor Mario Urdinola, alias Chicho, exjefe de la banda criminal en el Valle que fue capturado el pasado 28 de enero. Actualmente, con ‘Chicho’ en la cárcel, los mexicanos se contactarían en el Pacífico con el ‘Negro Orlando’, uno de los cabecillas de esta banda criminal en Buenaventura.Además, el pasado 16 de marzo fueron decomisadas cuatro toneladas de cocaína en Timbiquí (Pacífico caucano), en un laboratorio del Frente 60 de las Farc. La droga incautada tenía diferentes logos y, según información de inteligencia de las autoridades, su destino era el Cartel de Sinaloa.‘Blanqueo’ de capitalLa semana pasada la Policía realizó un operativo en el centro de Cali, en el que fueron capturados doce integrantes de una red que lavaba dinero para el narcotráfico a través de tarjetas prepago. Otros siete miembros de esta organización fueron arrestados en ciudades de Estados Unidos, entre los cuales -según dijo un investigador de la Dijín- habían personas de nacionalidad mexicana y dominicana.Aunque la modalidad de ‘blanquear’ dinero a través de tarjetas prepago no es la más común, no es la primera vez que se registra en Colombia. Uno de los integrantes del clan de los Cifuentes Villa estaba a cargo de la multinacional Monedeux, con sedes en Colombia, México, Panamá, España y Estados Unidos, y la cual desde el 23 de febrero del 2011 se encuentra reseñada en la llamada ‘lista Clinton‘.Esta empresa, vinculada por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos con los Cifuentes Villa, ofrecía la posibilidad de realizar transacciones financieras internacionales, a través de tarjetas prepago y de crédito.Vea aquí la segunda entrega de este informe sobre los carteles mexicanos en Colombia

AHORA EN Judicial