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“Seguridad en Cali no mejorará de un día para otro”: coronel Hoover Penilla

El comandante de la Policía Metropolitana, coronel Hoover Penilla, habla sobre el reto de disminuir los homicidios en Cali.

9 de noviembre de 2013 Por: Ana María Saavedra | Editora Orden

El comandante de la Policía Metropolitana, coronel Hoover Penilla, habla sobre el reto de disminuir los homicidios en Cali.

“Cuando estoy de civil no me gusta estar armado. Es que llevar un arma no es cómodo. Además no me gusta que mis hijos me vean armado porque no quiero que un arma sea su referente. Es que un arma no es valentía”. El nuevo comandante de la Metropolitana de Cali, coronel Hoover Penilla, es un policía al que no le gustan las armas. Escucharlo decir esa frase hace pensar en uno los jefes policiales más recordados en Cali: el general Óscar Naranjo, quien luego se convertiría en director de la Policía. Es que el nuevo comandante, quien ascenderá a general en diciembre próximo, tuvo como maestro a Naranjo, con quien trabajó en la Dirección de Inteligencia de la Policía.Esta semana, el coronel Penilla visitó El País y habló sobre la percepción que tiene de sus primeras semanas en una de las ciudades más complicadas para los uniformados, que incluso ha sido llamada un ‘quemadero’ de generales.Lleva casi un mes aquí, ¿qué ha podido percibir de la ciudad?He visto que hay dos ciudades en una. Y hay una ciudad que no quiere saber que la otra existe o no le interesa. Y esa otra ciudad de Aguablanca pone un gran porcentaje de homicidios. Esa ciudad tiene unas condiciones donde el Estado tiene una obligación de entrar y empezar a hacer algo.¿No ha encontrado presencia de Estado en las calles de Aguablanca?Es muy difícil, el Estado no puede entrar solamente con una campaña y volver a salir y no dejar anclada una presencia permanente. Uno solo ve al policía tratando de controlar ciertas cosas. El Estado incluye otras cosas.Le cuento algo que sucedió. El fin de semana pasado me dirigía a la Estación de El Diamante, en Aguablanca, cuando vi que de un bus se tiraba la gente.Entonces reaccionamos y eran dos pelados que estaban robando a la gente del bus con un cuchillo. Habían herido a un señor. Los detuvimos, pero cuando los arrestamos tuvimos primero que controlar la gente que se abalanzó a lincharlos. Después, llegó la mamá de unos de los pelados, que salía de una invasión cercana, y trató de que no se lo llevaran.Cuando la señora fue a la estación, le pregunté el por qué permitía que su hijo hiciera eso. Después entendí, que ella tenía cuatro hijos más y ese hijo que estaba robando le iba a llevar los $2000 con los que iba a comer esa familia. Sentí lo mismo que cuando los pandilleros me dicen que si yo les voy a dar un trabajo. Yo qué les digo. Y ese es el muro con el que me encuentro.Usted se ha reunido con los jóvenes pandilleros, ¿qué le han dicho?En los últimos días con ellos nos hemos reunido a hablar. Ellos reclaman oportunidades, alternativas para tener una opción viable para ocupar su tiempo. Ese es el reclamo generalizado. Ellos dicen que no tienen nada que hacer.Precisamente, la Personería propuso hacer una reinserción de esos jóvenes, en la que se les de apoyo. Algo similar como lo que ocurre con los paramilitares o guerrilleros.Toda iniciativa que conlleve a tratar de mejorar esta situación es bienvenida, y todo lo que se haga no es en balde. Algo tiene que mejorar. Lo importante es que todo eso se materialice. Esos jóvenes son conscientes de su situación.Y tras sus recorridos y los informes que ha leído, ¿cuál es su radiografía de la situación de Cali? Es una acumulación de ciertas cosas. Lo que está pasando aquí no es de ayer ni del año pasado. Si todos llegamos a la conclusión de que sabemos qué es y las causas, deberíamos ponernos a ver como lo solucionamos. Esto es un proceso y no va a mejorar de un día para otro.El tema de los homicidios ha sido el karma de la ciudad. En esta oficina han estado bastantes comandantes de la Metropolitana que llegan muy optimistas y cuando se van han perdido ese optimismo. ¿Cree que los homicidios bajen?Esperaría que al menos podamos encontrar que la gente entienda que no es solamente la Policía la que puede cambiar esa tendencia. Esto es algo en conjunto.En el tema de los homicidios tenemos obligación desde la Policía pasando por todos los estamentos del Estado, incluyendo la dirigencia política que tiene responsabilidad en la consecución de recursos, hasta el ámbito de la justicia y de todos los gremios porque ha ido creciendo ante los ojos de todos.¿Y ha sentido el apoyo de todos esos estamentos?Creo que existen todas las intenciones, ahora falta que estas se materialicen.¿En plata?En todo. Claro que reconozco que el señor Alcalde ha sido un gran apoyo en estos temas.A su antecesor, el general Fabio Castañeda, le cobraron el hecho de no bajar los homicidios, lo mismo ha ocurrido con otros comandantes. ¿Cree que a la Policía la han dejado sola en el tema de los homicidios?No es dejarnos solos, pero sí pensar que la única solución la tiene la Policía. Que la única entidad que tiene el deber y la solución es la Policía.Si la solución fuera solo de la Policía esto ya estaría resuelto, pero el tema de los homicidios tiene muchas cosas a su alrededor.Precisamente, para la búsqueda de soluciones el Alcalde ha insistido en el plan desarme. El Arzobispo aseguraba que no era justo pedirle de rodillas a la Brigada que decretara esta medida. Y usted, cuando llegó, también la pidió. ¿Por qué no se aplica?No tengo la respuesta del por qué. Lo que sí le puedo decir es que en esta lucha de bajar los niveles de agresividad y hechos violentos todas las iniciativas son válidas. Y si esta medida en otras ciudades del país ha dado un resultado positivo no veo por qué no podemos darle un tiempo prudencial para evaluarla. Unos seis meses, mirar y evaluarlo.El lío de los menoresCali vive una crisis en el sistema de responsabilidad penal de adolescentes, ¿cómo lo ha percibido?Se saturó la capacidad de la ciudad, no hay dónde recluir a los menores. Debido a una tutela está prohibido que en el centro transitorio -que funcionaban en el centro de servicios judiciales- permanezcan adolescentes, pero no hay cupos en los otros centros de reclusión. Entonces el policía queda a la deriva de no saber qué hacer con los muchachos detenidos, a dónde llevarlos porque no los reciben en ninguna parte.El fin de semana tuvimos que dejar menores más de 24 horas en los carros de la Policía y nadie nos define a dónde se podían llevar. Teníamos nueve que no había dónde ubicarlos.Ese sistema está desbordado y el Bienestar Familiar no tiene la capacidad y por ley tiene que hacer algo.Ustedes han hecho reuniones, ¿Qué dice el Bienestar Familiar?Que no hay cupos. Y no tiene de pronto los medios para resolverlo.Pero se habla de una corresponsabilidad en ese tema con Alcaldía y Gobernación.La comparte con las administraciones, pero nadie resuelve. Además, quien está a la cabeza es el Instituto de Bienestar Familiar. Las administraciones aportan, pero la responsabilidad es del Bienestar Familiar.Aparte de la falta de cupos también están las fugas de Valle del Lili.Valle del Lili no reúne las condiciones para tener menores que están por delitos como homicidio, hurto agravado... Jóvenes que están inmersos en delitos que representan una peligrosidad. El tema de los menores está desbordado.Pero en Valle del Lili también le toca responsabilidad a la Policía. El director del ICBF ha sido crítico al decir que ustedes le han prometido más policías para custodiar afuera del centro y que eso no se ha cumplido.La Ley es clara, la Policía no puede tener injerencia en el interior de estos centros. El señor director no puede pretender que yo le tenga policías alrededor de unos muros. Ellos tienen que invertir en seguridad. Es que los jóvenes se salen escalando una tapia. Tienen que invertir en unas barreras perimétricas, en tecnología para evitar que sea tan fácil volarse de allí. Es que sería como si la Policía tuviera que estar con cien hombres en cada centro de reclusión del país. Eso no se puede, esos hombres se necesitan en la seguridad de la ciudad. Si ellos tuviesen lugares acondicionados como corresponden, con una planta física con las medidas de seguridad, eso no se presentaría. El director no puede pretender que yo le supla sus obligaciones y ponga cien hombres a cuidar unos muros.Yo le estoy prestando colaboración, pero le tengo que decir que acondicione esos lugares con seguridad y disciplina interna.No podemos coger un colegio, acondicionarlo poniendo tres candados y decir aquí metemos a personas que están detenidas por hechos delincuenciales delicados, que requieren otro tipo de tratamiento. Hay que mirar el problema en su verdadera dimensión.

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