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¿Quién era el militante del Partido Verde que mataron en Cali por robarlo?

El pasado martes, dos hombres asesinaron a Erick Anderson Serna porque no tenía nada que le pudieran robar.

21 de diciembre de 2012 Por: Yefferson Ospina Bedoya | Especial para El País

El pasado martes, dos hombres asesinaron a Erick Anderson Serna porque no tenía nada que le pudieran robar.

Era imposible explicarle a doña Blanca Nieves Cárdenas que su hijo había muerto. Era imposible explicárselo a don Luis Hernán Serna, aunque ambos estuvieran delante del cadáver de Erick.Tonto procurar hacerles entender que Erick había sido asesinado en uno de los barrios más peligrosos de Cali, en una situación en la que mueren cerca de 150 personas cada año: un atraco. Sí, era imposible explicarlo. Porque en esta ciudad siguen pasando cosas imposibles de explicar. ¿O cómo explicarle a los padres de ese muchacho que el pasado martes, a plenas tres de la tarde, alguien le disparó a Erick Anderson Serna porque no tenía nada en los bolsillos? Erick trabajaba con la compañía Grupo Agencia promoviendo cervezas Póker. Ese día iban él y el conductor del pequeño furgón en que llevaban algunas cervezas y gorras promocionales. En una tienda del barrio Calimío, Erick entregaba un par de cervezas. Hablaba. Dos hombres entraron y uno de ellos le apunta con un revólver. “Pasáme lo que tenés”, le dijo uno. Pero Erick no tenía nada de valor. Él levantó las manos: “Hermano, no tengo nada”. El otro hombre le dijo al del arma, “entonces pegáselo”. Su compañero obedeció, jaló el gatillo. Erick sintió la bala sobre su costado izquierdo. Llegó hasta el furgón. Mientras era llevado al hospital Isaías Duarte llamó a su madre: “Mamá, me dispararon, pero creo que estoy bien”. Al llegar al hospital, Erick moriría.Era el padre de su madreAyer en la tarde, a la salida de la capilla del cementerio Jardines de la Aurora, algunos amigos esperaban que la ceremonia terminara. Llevaban camisas blancas, lentes negros, tristeza. “Erick era ese tipo singular que trabajaba para sostener a su familia. Estudiaba comunicación social en la Santiago de Cali pero tuvo que salirse porque no alcanzaba a pagarla”, contaba ayer Duvalier Sánchez, uno de sus amigos. El padre y la madre de Erick estaban divorciados. Así que él se encargaba de su madre. Vivía con su hermana, una mujer de 20 años que ahora espera un bebé. Trabajaba haciendo publicidad para quien la necesitara. Cervezas, ropa, celulares, alimentos. Y creía en la política. Dos años antes decidió unirse al partido verde y crear con algunos amigos un movimiento juvenil llamado Generaxión Democrática. Se dedicaban a labores pedagógicas. Hablaban de política, de la situación de la ciudad, de la inseguridad, de la democracia. En fin, Erick era un romántico. Y le gustaba el rock. La última vez que salió con sus amigos fue para ir a un bar en la Avenida 5 en donde solo se oye a Pink Floyd, The Beatles, Kiss, Soda Estéreo.Ese día él los invitó.“Erick decía que quería volver a la universidad y terminar. Que esperaba que las cosas se mejoraran un poco para seguir su carrera”, dice Paula, otra amiga. La muerte que no se comprendeEl padre y la madre y la hermana y los amigos rodean ahora el féretro de Erick. “Si estaba tan joven...”, dice el padre de Erick mientras su hermana pronuncia una oración que habla de la gracia de Dios. La madre llora. El padre vuelve a hablar: “Dios se ha acordado de ti, hijo”. Hacia las seis de la tarde de ayer, la madre y la hermana y el padre de Erick regresaban a su casa. Seguían sin comprender. Erick había muerto. Lo tuvieron que enterrar. ¿Por qué? ¿Porque no tenía nada en los bolsillos?

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