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¿Qué viene para el proceso de paz entre el Gobierno y las Farc?

Ponerle un plazo a la firma de los acuerdos y disminuir la confrontación armada, iniciativas que podrían ayudar a recuperar la confianza en el proceso de paz.

19 de abril de 2015 Por: Olga Lucía Criollo / El País

Ponerle un plazo a la firma de los acuerdos y disminuir la confrontación armada, iniciativas que podrían ayudar a recuperar la confianza en el proceso de paz.

La historia se repite. Como  después del  16 de noviembre de 2014, cuando por primera vez en casi 60 años de conflicto armado la guerrilla secuestró a un general de la República, el futuro del proceso de paz de La Habana está en cuidados intensivos.

Eso es lo que daría a entender la indignación que muchos colombianos han expresado  en las redes sociales desde que se conoció del asesinato de once militares por parte de las Farc. Pero más allá de lo difícil que es “no morir de rabia” y del llamado  a “mantener la cabeza fría” están las voces que  claman porque a la mesa de conversaciones se le dé una nueva oportunidad.

¿Entonces, qué cambios hay que hacerle al proceso de paz para que ese 72 % de apoyo que logró sumar en febrero pasado (tras el anuncio de tregua unilateral por parte de las Farc) no retroceda al 45 % al que cayó tras el secuestro del general  Rubén Darío Alzate o aún más?

Lo primero en lo que coinciden los expertos es que lo sucedido esta semana debe servir para corregir varios aspectos de las negociaciones que no están funcionando de la manera o en los tiempos en los que el país espera.

Justamente la idea de que a las conversaciones en La Habana hay que ponerles una fecha límite ya comenzó a tener eco en el Gobierno. A la voz del vicepresidente Germán Vargas, que el jueves afirmó que es necesario dar un ultimátum al tiempo de los diálogos, se sumaron las del Ministro del Interior y la del propio presidente Santos.

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“Señores de las Farc, escuchen el clamor nacional, no se hagan los sordos ante los colombianos que les estamos gritando: llegó la hora de acabar la guerra, la paciencia se nos agota. Hay que ponerle plazos a este proceso y si quieren la paz tienen que demostrarlo con hechos y no con palabras”, dijo el Mandatario.

El otro punto es la intensidad del conflicto. Jorge Hernández Lara, profesor de Sociología de la Universidad del Valle, dice que se deben  “comprender mejor las circunstancias en las cuales se produjo el ataque en el Cauca, para que todas las partes sepan a qué atenerse”.

A su vez, Eduardo Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, Cerac, plantea que, tras la orden de cesar los bombardeos, las Farc “no entendieron  la oportunidad de oro de usar los campamentos como lugar de concentración y cesar el uso de la violencia”.

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¿Cesar el conflicto o escalarlo? Sin duda, la intensidad de los enfrentamientos entre la guerrilla y el Ejército es el punto de mayor controversia en estos momentos frente a las conversaciones que tienen lugar en Cuba. Así,  mientras el general Ruiz Barrera dice  que “por fortuna, el Presidente reversó una decisión equivocada, ya que los bombardeos son la  mejor herramienta que tiene e l Estado para atacar de manera efectiva a la guerrilla”, muchas voces claman porque el conflicto no se escalone más por parte de ninguno de los dos actores involucrados en el proceso. De hecho, Ariel Ávila, de la Fundación Paz y Reconciliación, anota que era previsible que un hecho como el de esta  semana ocurriera por no haberse decretado el cese el fuego bilateral y que  el país no ha entendido bien la importancia de la tregua anunciada por las Farc. Pero tampoco se pueden desconocer informes como el del Cerac, que indica que ese cese ha sido violado en once ocasiones desde que fue anunciado en diciembre pasado. Tal vez la salida más viable la propone Eduardo Restrepo: “Presionar desde la ciudadanía para que las Farc abandonen la violencia ofensiva por completo, sin condiciones y para que el Gobierno dé prioridad en la mesa la negociación a un cese bilateral definitivo”. Mas no será fácil, pues, como él mismo lo dice,  con lo hecho en el Cauca, las Farc “borraron de un tajo todo el avance y capital político que le dieron al proceso con su cese unilateral”. O, como  propone Jorge Hernández, aumentar “las medidas para reducir la intensidad de acciones armadas, comenzando por hacer los procesos conjuntos de desminado ya acordados”.
¿Concentrarlos o respaldar el actual proceso?La propuesta del expresidente Uribe de concentrar a los guerrilleros de las Farc en un sitio para verificar que no cometan actos violentos contra la población cuenta con el beneplácito de los militares retirados, pero resulta poco viable precisamente por la falta de confianza que existe entre las partes. “Recuerdo que una vez ‘Manuel Marulanda Vélez’ me dijo en el Caguán que  nunca iban a permitir que se repitiera otro genocidio como el de la Unión Patriótica y esa es una verdad que no se puede negar. La desconfianza puede mandar al traste cualquier proceso”, reflexiona el ex asesor de Paz  Lázaro Viveros. Otro punto a tener en cuenta es que es  difícil que las partes acepten que se cambien las reglas de juego que se acordaron de manera previa al inicio de los diálogos, con el acompañamiento de los países garantes. Por otra parte, recogiendo la experiencia acumulada en procesos de paz llevados a cabo en otros lugares del mundo, especialistas como Eduardo Restrepo sostienen que la concentración de las tropas desmovilizadas es un punto de llegada tras la firma de la paz y  no un punto de partida de las negociaciones. Para él, la prioridad debe ser proteger el proceso de paz que adelantan Gobierno y Farc en La Habana, entre otras cosas, “por los avances que ha logrado en términos de reducción de la violencia”, en tanto que para  Viveros la firma de un acuerdo en la isla sería la oportunidad de “ahora sí, empezar a construir la paz que Colombia necesita”.
¿Con fecha de vencimiento? “Ponerle límites temporales a un proceso de paz es conveniente, siempre y cuando estos hagan parte de un acuerdo entre las partes, pero si obedece a ultimátums externos o provenientes  de una sola de las partes no sirven”, sostiene Eduardo Restrepo, director del  Cerac. Ahora bien, en reiteradas oportunidades las Farc han dicho desde La Habana que no se dejarán imponer un plazo para la forma de la paz, lo que lleva a pensar que sería difícil que se pueda  lograr un acuerdo  como el propuesto  por el  Gobierno en las últimas horas. Sin embargo, para el general Jaime Ruiz Barrera, presidente de la Asociación de Oficiales Retirados de las Fuerzas Militares, Acore, el Gobierno sí debe insistir en esa necesidad. “Ya llevamos casi tres años de negociaciones y aún no se ha resuelto nada porque la guerrilla ha dejado 28 salvedades en los preacuerdos que dicen que todavía ser solucionados”.  Según él, “que se vaya a completar un año discutiendo únicamente el punto referente a las víctimas es prueba de que a la guerrilla le interesa más el proceso que llegar a la paz”.
¿Hacer un alto o acelerarlo?Contrario a muchas   voces que se han pronunciado al respecto, el ex asesor de Paz Lázaro Viveros no cree necesario que se agilicen las conversaciones  en La Habana tras los hechos de  esta semana.   “El proceso entre el Gobierno y las Farc debe seguir su curso normal, porque son muchas las cosas de fondo que se deben corregir, sobre todo en términos de inequidad e injusticia social,  para q ue la paz sí sea una realidad para los colombianos”. “¿No decían que el equipo negociador estaba preparado para cualquier eventualidad?”, pregunta para  oponerse también a la posibilidad de que las conversaciones se suspendan temporalmente para “reflexionar” sobre ellas. Y lo cierto es que  esta alternativa ha tenido poco eco, dado que, pese a la indignación que ha generado la muerte de los militares, buena parte del  país ya es consciente de que la guerra no es una opción para lograr la paz. De ahí que analistas como  Jorge Hernández se muestren partidarios de que “se aceleren las negociaciones sobre los puntos pendientes de la agenda”.

 

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