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Pradera: A sangre y fuego por guerra entre Farc y los 'Rastrojos'

El ataque en 'Halloween' que dejó dos muertos y 35 heridos en el parque de Pradera y que habría costado $60.000, pone al descubierto la realidad de este municipio donde los asesinatos, las minas, extorsiones y desplazamientos, mantienen el terror.

5 de noviembre de 2012 Por: Redacción de El País

El ataque en 'Halloween' que dejó dos muertos y 35 heridos en el parque de Pradera y que habría costado $60.000, pone al descubierto la realidad de este municipio donde los asesinatos, las minas, extorsiones y desplazamientos, mantienen el terror.

Hace dos meses alias Leonel Paz, cabecilla de la columna Gabriel Galvis de las Farc, recibió una orden: atentar contra la Policía en Pradera, Valle.Pasaban las semanas y el guerrillero no cumplía. El Secretariado presionaba. ‘Leonel’ debía cometer un hecho de impacto, pero -dice la Policía- casi todos sus hombres tenían orden de captura; no podía arriesgarse. Entonces, hace pocos días buscó a dos jóvenes del pueblo, les entregó una bomba, empezaba la tragedia.La misión se cumplió, como en una película de terror, la noche de Halloween; pero los planes iniciales cambiaron: el explosivo no estalló en la Policía, lo hizo a dos cuadras del parque principal donde cinco mil niños celebraban lo que debió ser solo un día feliz. ¿Acaso fue un accidente? Aunque algunos afirman que la bomba explotó antes de tiempo, hay otra hipótesis que habla de una orden a última hora: ‘Leonel’ habría activado, con una llamada, el artefacto justo en ese lugar.Detrás de esa decisión, según informaciones de inteligencia, estaría la intención de las Farc de no dejar rastro: los dos delincuentes volaron en pedazos; también de generar un impacto mayor: 35 heridos, la mitad menores de edad.Los guerrilleros habrían pagado por aquella misión 60 mil pesos, lo mismo que hubiesen costado 30 paquetes de dulces.Enemigo 1La violencia en Pradera no llegó el pasado 31 de octubre; desde hace años el municipio enfrenta días y noches de terror. Todo empezó en el 2004, cuando las Farc pidieron el despeje de este municipio y de Florida, como las zonas para negociar un acuerdo humanitario. Desde ese momento, el pueblo de 52.000 habitantes empezó a ser noticia. Ocho años después, los constantes atentados, amenazas, extorsiones, demuestran que la guerrilla sigue interesada: Pradera es un corredor de movilidad por el que pueden comunicarse con la capital del Valle, el Pacífico, el norte del Cauca, Tolima, Huila. El analista Camilo González Posso explica que por esa razón el grupo subversivo está empeñado en seguir en el territorio a través del cual se transportan hombres, armas, droga. Solo el año pasado, de acuerdo con las cifras del Ejército, los guerrilleros sostuvieron nueve enfrentamientos con las tropas que están en la zona. Esos hechos violentos provocaron que 500 personas se desplazaran por temor, en los corregimientos El Líbano, San Isidro, San Antonio, La Fría, El Nogal y La Feria.Sin embargo, a partir de marzo de este año, con la llegada de la Fuerza de Tarea Apolo al sur del Valle y norte del Cauca, la guerra dio un giro. Para el coronel Martín Nieto, comandante de la Brigada 28, que hoy vigila el municipio, desde esa fecha las Farc empezaron a reacomodarse. “Logramos que muchos terroristas que estaban en el área rural se desplazaran hacia otros sitios, destruimos más de cien campos minados y limpiamos la zona”.Fuentes de inteligencia del Ejército, sin embargo, aseguran que hace poco una estructura de unos 50 hombres volvió para retomar el control, fortalecer el narcotráfico, cobrar ‘vacunas’, todo eso debido al afán que tendrían las Farc por mejorar sus finanzas en el Suroccidente.También se habrían tomado la parte urbana. Allí, en las calles y barrios, estarían actuando varios grupos de no más de cinco milicianos. Aunque muchos, asegura la Fuerza Pública, no son guerrilleros sino delincuentes comunes que se han convertido en las Redes de Apoyo al Terrorism, RAT, de la Gabriel Galvis.Los últimos hechos violentos demostrarían esa ofensiva de la guerrilla. El pasado 20 octubre la explosión de dos petardos, en la vía que comunica a Pradera con Florida, dejó heridos a dos policías y ocho civiles. De todas formas, otros sectores insisten en que los subversivos en ningún momento abandonaron Pradera y, al contrario, la llegada de la Fuerza Pública incrementó los ataques.El gestor de paz del Valle, Frangey Rendón, relata otra realidad: “no hay semana en la que no se presente en la zona media o alta del municipio una situación relacionada con el conflicto armado”. Algunos de esos hechos tienen que ver con las minas antipersona que la guerrilla continúa ubicando en el campo. Lo más grave -cuenta el funcionario- es que en los últimos meses estos artefactos se han instalado en los caminos que utiliza la población y que ahora son los mismos que toman los militares.Incluso, en el municipio hay rumores de que las trochas que conducen a los acueductos también han sido minadas. Entonces, muchos habitantes prefieren pasar días sin agua antes de arriesgarse a caer en esos explosivos que le cuestan a la guerrilla lo mismo que una gaseosa. De acuerdo con la Oficina de Gestión de Paz y Convivencia de la Gobernación del Valle, entre 2011 y 2012 se han presentado quince casos de accidentes por minas en Florida y Pradera.“La situación es tan grave que el área rural tenía cerca de 30.000 habitantes y hoy no hay ni 7.000”, recuerda Frangey Rendón, quien la semana pasada atendió un nuevo desplazamiento de 21 familias que salieron de varias veredas.A pesar de la guerra constante, el alcalde del municipio, Gustavo Adolfo Escobar, tiene una teoría: los últimos ataques también estarían relacionados con el proceso de paz que hoy adelantan el Gobierno y la guerrilla. Las Farc -según él- están sentadas en una mesa de diálogo y por eso quieren ser noticia, “y qué mejor forma de hacerlo que en un territorio que siempre han peleado”.Enemigo 2Su nombre es Carlos Enrique Salazar, alias Guerrero. Es el jefe de ‘Los Rastrojos’ en el Valle y hoy sería, también, el responsable de la violencia en Pradera.Aunque desde hace mucho se habla de la presencia de ‘Los Rastrojos’ en el municipio, recientes informaciones de inteligencia indican que la red que delinque allí no contaría con el aval de la banda criminal: sería un negocio personal de ‘Guerrero’.Salazar habría creado, a mediados del 2010, este grupo al que pertenecen -dicen las investigaciones- catorce integrantes: seis de la zona rural y ocho del casco urbano. El hombre que dirige a estos delincuentes, según cuenta un oficial, sería alias Caperuza. Otros, que también tenían poder, ya fueron capturados, como ‘partidor’, ‘el búho’, ‘el gato’.Esta red estaría detrás de muchos asesinatos selectivos que se han cometido en el pueblo: en el 2011 hubo 87 homicidios y en lo que va del 2012 ya se cuentan 60, según las cifras que tiene el Alcalde, quien afirma que algunas de las víctimas de este año tenían nexos con la delincuencia.El grupo de confianza de ‘Guerrero’ estaría, entonces, en una disputa a muerte con las milicias de las Farc, que también luchan por este importante corredor de movilidad para el tráfico de droga.Esta guerra, sostiene la Fuerza Pública, ya ha generado divisiones en plena zona urbana entre el barrio Berlín, que es de control de las milicias, y el sector Comuneros, manejado por quienes los habitantes llaman ‘Rastrojos’. La situación no es nueva. En julio de este año la Defensoría del Valle lo advirtió. En su informe de alertas tempranas la entidad denunció la presencia de ‘Los Rastrojos’ y su presión a la comunidad. El documento reveló que estos hombres armados habían establecido restricciones a la comunidad y hasta les impedían salir después de las once de la noche. Hoy, cuatro meses después, la situación no cambia y las medidas de control escasean. Pero, ¿cómo ‘Guerrero’ puede mantener su negocio en Pradera a escondidas de una de las bandas criminales más temidas del país? Algunos investigadores revelan que cuando la organización va a pagarle a sus miembros, ‘Guerrero’ moviliza a estos hombres hacia Trujillo , Valle, para que reciban allí su ‘sueldo’ y no figuren en una nómina de Pradera.La banda de ‘Guerrero’ y la guerrilla también pelearían por el control de las extorsiones, esas que se cobran al dueño de la hacienda, el cuidador de ganado, el comerciante del centro, la señora que vende arepas. Los precios de las ‘vacunas’ empiezan en cinco mil pesos y pueden llegar hasta cinco millones.Quienes se niegan a pagar reciben su castigo: muchos establecimientos públicos han sido atacados con granadas y sus propietarios son víctimas de una supuesta “limpieza social” liderada por los hombres de Salazar. El hecho de más impacto ocurrió el 1 de enero de este año, cuando estalló un explosivo en un negocio. Allí, como en el reciente atentado, los niños fueron de nuevo el blanco: murió Daniela Zúñiga. Tenía ocho años.

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