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Pandillas del oriente de Cali están usando las violaciones para intimidar

Autoridades dicen que este es un delito invisible que viene ocurriendo en Cali, en especial con los menores.

5 de agosto de 2013 Por: Redacción de El País

Autoridades dicen que este es un delito invisible que viene ocurriendo en Cali, en especial con los menores.

Eran cinco. Dos la agarraron del pelo y de los brazos y la metieron a una casa vacía. Luego la violaron. Todos. Los cinco. Ella tiene 12 años y cinco tipos abusaron de ella porque vivía en un barrio donde la ley es la de las pandillas. Y cuando se trata de ganar, de imponerse sobre otros, poco importa si se es una niña de 12 años.Su mamá la llevó al Hospital Universitario del Valle. Le curaron las heridas de la carne, pero no pudieron coser esas que no se ven, esas que quedan adentro. Los médicos la remitieron a ayuda sicológica, pero no alcanzó a recibirla. Nunca regresó.Hoy nadie sabe dónde está. Su familia huyó de Potrero Grande tan rápido que un día los vecinos se despertaron frente al cascarón vacío de lo que antes fue una casa.Un funcionario de la Secretaría de Salud de Cali, quien atendió el caso, dice que la niña habló una vez para contar lo que le pasó y luego calló. No le escuchó la voz en adelante. Él cuenta que la violaron porque la Policía hizo un allanamiento en uno de los nueve sectores de Potrero Grande. Capturó a tres personas por fabricación y porte de estupefacientes y además por tener armas de fuego no amparadas en su poder.Pandilleros de esa zona creyeron que el operativo había sido adelantado gracias a que habitantes de un sector vecino los habían delatado. Por eso se organizó una especie de escuadrón de la muerte que decidió que el agravio se debía pagar con el dolor, la humillación y la dignidad de una niña de 12 años, la hija menor de una familia de Potrero Grande.En el barrio los vecinos dicen que saben bien del caso. Y manifiestan también que la violación sí fue una retaliación porque supuestamente delataron a unos pandilleros con las autoridades. Y aunque aseguran que en esa zona no conocen de otros casos similares, dicen que la intimidación sexual se ha convertido en un arma de uso común, como un cuchillo.Un chico del barrio El Vergel, con una bala incrustada en la pierna izquierda, habla desde una cama. Dice que existe un código entre pandillas de no involucrar a mujeres que no estén relacionadas con las pandillas en el conflicto, pero agrega que él solo habla por la gente que conoce en su cuadra.Dice que sabe de pandilleros de Petecuy que tratan de seducir a las parejas de sus rivales para obtener información, para determinar algunas de sus rutinas y así poder atacarlos con mayor facilidad.También para lastimar orgullos, para herir el ego tanto como se puede herir el cuerpo. Él dice que siente repulsión por el caso de la niña violada, pero se apresura a aclarar que ahora en las calles de Cali hay una guerra que se quiere ganar con el todo vale.Un delito invisible En la Fiscalía de Cali no existe una sola denuncia sobre delitos sexuales que tenga que ver con el accionar de las pandillas de Cali.Aunque hay varios casos por asalto sexual, ninguno ha sido recibido bajo este rótulo. La fiscal Dianey Joya, quien es la encargada de adelantar estas investigaciones, admite que su oficina no tenía conocimiento del caso de la niña.En la Personería de Cali llevan cifras que coinciden con las de la Fiscalía. Entre enero y mayo de este año se registraron 590 casos de abuso sexual en Cali, de los cuales 525 fueron a mujeres y 65 a hombres. Pero lo preocupante es que 461, es decir, el 77 % del total de las denuncias, corresponden a menores de edad. De esos, 245 víctimas tenían menos de 14 años como la niña de 12, que fue abusada en Potrero Grande por pandilleros.Andrés Santamaría, personero de Cali, admite que este es un delito que ha pasado inadvertido en la ciudad y recuerda que este tipo de vejaciones han sido usadas en los conflictos armados para mermar la voluntad de los enemigos.“Este es un tipo de delito propio de la guerra. Y ahora está en las calles de Cali. Pasó con los paramilitares y también con las Farc, en zonas rurales”, dice Santamaría.La Red Hispanoamericana contra el Abuso sexual Infantil asegura que en Colombia cada día se presentan 44 violaciones a menores de edad, pero que ese dato no es confiable porque el país tiene un subregistro del 70 %Y un caso que se presentó en noviembre pasado en un sitio que llaman Cinta Larga, una invasión que bordea Petecuy, parece confirmarlo. En ninguna oficina de las autoridades o de defensa de los derechos humanos figura su denuncia.Esta vez fue un chico. Él cometió un error que en Cali se paga, sino con la vida, al menos de la peor forma posible: cruzó una de las fronteras invisibles que delimitan las pandillas.El chico de 15 años fue violado por tres pandilleros. Uno de ellos menor de edad. Mientras lo abusaban, los tres jóvenes lo grabaron con sus celulares. Los videos pronto le dieron vuelta a la invasión.Dos veces, antes de cumplir 16 años, el joven intentó quitarse la vida. Un asesor de la Alcaldía de Cali cuenta que en cuestión de días los apodos llovían al paso del chico por las calles. Le gritaban maricón, le gritaban loca. Él no pudo irse del barrio. Cuentan que sigue por ahí, rondando como un cuerpo sin alma, mirando sin ver, oyendo sin escuchar, diciendo palabras sin decir nada. La niña ya no está. Nadie sabe a dónde se fue. Tal vez a salvo, lejos de sus verdugos, pero ¿y los demás menores?

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