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Los dramas silenciosos que ocultan la violencia en Cali

Hablan los familiares de algunas de las víctimas de la violencia que golpea a Cali. También reclaman a las autoridades medidas que frenen los niveles de violencia que en lo que va de este año ha dejado 720 muertes

24 de mayo de 2011 Por: Redacción de El País

Hablan los familiares de algunas de las víctimas de la violencia que golpea a Cali. También reclaman a las autoridades medidas que frenen los niveles de violencia que en lo que va de este año ha dejado 720 muertes

Familiares y amigos de las víctimas de la ola de asesinatos en Cali piden justicia. También reclaman a las autoridades medidas que frenen los niveles de violencia que en lo que va de este año ha dejado 720 muertes, diez más que el mismo periodo del 2010.Personas cercanas a las víctimas coinciden en que la muerte de sus seres queridos no es un hecho aislado “en una ciudad que cada vez se hace más difícil por la violencia”. Advierten que con su muerte “le dejaron un hueco” a la familia y a la sociedad.“Lo único que pedimos es justicia, que lo que le pasó a Henry no quede en la impunidad”, reclamó Ruth Niño Muñoz, esposa de Henry Trochez Muñoz, un vigilante que fue asesinado por una bala perdida cuando sicarios atentaron contra el abogado Hernán Darío Escobar, el pasado 13 de mayo en la Carrera 10 con Calle 10.Allegados de las víctimas anunciaron que en los próximos días se programarán marchas y actos simbólicos para honrar a sus seres queridos.Ramiro Martínez, esposo de la reconocida chef caleña María Olga Sanclemente, también asesinada por una bala perdida, opinó que “la violencia es un fenómeno complejo, no hay que analizarlo bajo el último suceso, para adentrarse habría que modificar demasiadas cosas en la vida y la educación de las personas. Esto no se soluciona con marchas, no es tan fácil, la fórmula no está en el bolsillo”.María Olga SanclementeLos allegados a María Olga Sanclemente, propietaria del restaurante María Place, dicen que perdieron a una buena madre, abuela, maestra y a una de las mejores “cocineras” de Cali, como prefería ella llamarse en lugar de ‘chef’.“Ella cumpliría los 57 años el próximo 10 de junio”, señaló Ramiro Martínez, su esposo.María Olga, madre de dos hijos, fue asesinada en medio de un cruce de disparos entre un ‘fletero’ y el hombre que iba a asaltar.Ramiro dice que el día del sepelio de María Olga,él conoció todo lo que había sembrado su esposa con su trabajo. “Se me pusieron los pelos de punta. La gente fue, no por un compromiso, sino porque querían darle el último adios. Estaban dolidos y sentidos”.Una empleada del restaurante María Place manifestó que otra de sus pasiones era enseñar. “Ella le gustaba mucho dar sus clases de comida internacional en el restaurante. Le gustaba sentarse y comer con sus clientes”.Sus familiares ven como un “accidente” de la violencia la bala perdida que la mató en la Avenida Pasoancho con Carrera 98 el pasado viernes. Una bala “que la dejó disfrutar poco su felicidad”: su nieta de dos años de edad.Henry Trochez MuñozEn la casa de Henry Trochez Muñoz su esposa y su hijastra extrañan que no las llamen ‘Flaca’ o ‘Piponcita’. Su voz se silenció por una bala perdida el pasado 13 de mayo a las 6:30 p.m., una hora después de que él se despidiera de ellas y sus nietos por última vez.A esa misma hora un grupo de sicarios le disparaba al abogado Hernán Darío Escobar. En el mismo momento en el que Henry atravesaba la calle para regresar al local comercial, en pleno centro de Cali, que cuida desde hacía doce años. Segundos antes había recargado el celular para llamar a sus familiares.Ese día, antes de salir de su casa, Henry dudó. “Quería quedarse con el niño, hacía tres días que no lo veía porque estaba hospitalizado, él quería quedarse hablando con él, pero como vio que estábamos con mucho sueño y no podíamos hablar, se fue”, recuerda Yuri Lorena Niño, hijastra del vigilante.A Henry, su familia ya no lo verá llegar todos los días a las 7:00 a.m. a la casa con el pan para el desayuno, prender el televisor y quedarse dormido, que era lo que más le gustaba hacer.Rafael Antonio González GutiérrezRafael Antonio murió a las 9:15 p.m. del pasado viernes cuando un grupo de sicarios ingresó al centro comercial en el que trabajaba como guarda de seguridad y asesinó a una distribuidor farmacéutico que departía en el lugar.El vigilante trató de responder al ataque pero los delincuentes reaccionaron más rápido. Sus familiares dicen que su perdida es una tragedia pero advierten que la muerte le llegó haciendo lo que más disfrutaba, “trabajar como guarda, su profesión era su vida”.Sus seres queridos comentaron que extrañarán las risas que les robaba cuando hacía los asados junto con sus amigos y compañeros de trabajo. Resaltan que nunca “le gustó beber”.Recuerdan que Rafael, de 48 años, se distinguía por ser “serio, muy puntual y responsable”.Sus familiares señalaron que además de su trabajo era aficionado al deporte. “No le gustaba trasnochar, iba al gimnasio y montaba bicicleta”.Según personas allegadas a Rafael Antonio dijeron que su muerte se la atribuyen a la inseguridad que vive Cali. “Está bien, era un guarda de seguridad, su labor es protegernos,. Hay es que decirle a los delincuentes que respeten la vida”.

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