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La tregua entre pandillas agoniza en El Salvador

El aumento de homicidios en los últimos meses ha llevado a funcionarios a concluir que el fin de la tregua está cerca. Otros defienden el acuerdo.

28 de marzo de 2014 Por: Efrén Lemus Corresponsal El Salvador.

El aumento de homicidios en los últimos meses ha llevado a funcionarios a concluir que el fin de la tregua está cerca. Otros defienden el acuerdo.

Giovanni Morales estacionó su motocicleta en una acera y se dirigió hacia la iglesia San Francisco de Asís, donde trabajaba como coordinador de un programa para la rehabilitación de pandilleros. Durante mucho tiempo, Giovanni perteneció a la Mara Salvatrucha, pero a sus 33 años, por compromisos de familia, decidió cambiar sus horas de “vida loca” en las calles de Mejicanos, en las afueras de la capital salvadoreña, por horas de trabajo en una panadería. Aquel 5 de marzo del 2013, sin embargo, Giovanni no llegó a su lugar de trabajo. A medio camino, un hombre se le acercó y le disparó dos veces en la cabeza.Ese asesinato ocurrió cuando se cumplía un año de que las dos principales pandillas en El Salvador, el Barrio 18 y la Mara Salvatrucha, pactaran con el gobierno salvadoreño una reducción de los homicidios a cambio de beneficios penitenciarios. Algunos estaban convencidos de que eso era una farsa. Uno de ellos era el sacerdote Antonio Rodríguez, jefe de Geovanni, quien días antes del asesinato decía que la tregua con las pandillas era una “paz mafiosa”.Ocho meses después de la muerte de Geovanni, la Policía salvadoreña capturó a un pandillero del Barrio 18 por el asesinato. La captura confirmó que en apariencia las pandillas estaban en tregua, pero en las calles tienen problemas que solo resuelven con balas.El inicio de la treguaEn marzo del 2009 los salvadoreños eligieron al primer gobierno de izquierda. Con un reporte de 12 casos diarios, los homicidios eran el principal problema para el presidente Mauricio Funes. Pasaron dos años y la violencia no se redujo. Funes decidió, entonces, nombrar a un militar al frente del Ministerio de Seguridad, el general David Munguía Payés, quien prometió en un año reducir los homicidios un 30 %.En marzo del 2012, apenas dos meses después de su llegada al cargo, los índices de homicidios se desplomaron: de doce muertes violentas diarias, el promedio bajó a cinco. El general no había comenzado a disfrutar su éxito cuando una investigación del periódico digital El Faro reveló que el gobierno negoció con 30 líderes pandilleros sacarlos del penal de máxima seguridad a cambio de bajar los índices de homicidios. Hasta el momento, el Gobierno sigue sin reconocer su paternidad sobre la tregua y dice que se trata de un acuerdo entre las pandillas que nació gracias al apoyo desinteresado de dos mediadores: el exdiputado Raúl Mijango y el obispo castrense Fabio Colindres.El pacto hipócritaMijango, un excomandante guerrillero, exdiputado, y ahora mediador de la tregua entre las pandillas, dice que esa iniciativa es una segunda oportunidad para alcanzar la paz que El Salvador no consiguió tras el fin de doce años de guerra civil, en 1992.Mijango y Colindres fueron las piezas claves para que el Barrio 18 y la Mara Salvatrucha acordaran una tregua el 9 de marzo del 2012. Ellos niegan relación alguna con el Gobierno y una de sus primeras explicaciones a la tregua fue que había sucedido un milagro. Dicen estar convencidos de que las pandillas tenían la voluntad de protagonizar un acuerdo de paz y en los meses que siguieron a marzo del 2012 se encargaron de mandar señales de voluntad.Una de esas acciones fue reunirse con representantes de la OEA, con quienes se pactó la entrega de 504 armas. Luego anunciaron el proyecto de municipios libres de violencia, el cual consistía en que se comprometían a no cometer asesinatos en las ciudades más violentas del país. A cambio de ese compromiso, el Gobierno prometió a los pandilleros canalizar ayuda internacional para que montaran negocios como panaderías.La reducción de los homicidios y la entrega de armas son las cartas de presentación de las pandillas para decir que están comprometidos con un proceso de paz. En un comunicado que divulgaron el jueves 13 de marzo de este año, los pandilleros aseguran que gracias a la tregua, en comparación con el año 2011, la tasa de homicidios disminuyó en un 50 %. “La vida de 5539 salvadoreños ha dejado de perderse durante estos dos años”.Pero esos gestos de buena voluntad no convencen a los funcionarios que investigan los delitos. Una de las críticas más fuertes a la tregua llegó en abril del 2013, un mes después del asesinato de Giovanni, cuando el fiscal general, Luis Martínez, dijo que los pandilleros eran criminales de carrera. “Esa negociación es un pacto hipócrita porque las pandillas siguen en su accionar en contra de la sociedad salvadoreña”, dijo.Los días de declive El 17 de mayo del 2013, la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de El Salvador sentenció que el nombramiento del general David Munguía Payés como ministro de Seguridad era inconstitucional. Con la salida de Munguía Payés del gabinete de seguridad, la tregua entre pandillas perdió a su principal apoyo dentro del gobierno.Durante la gestión de Munguía Payés, y bajo el argumento de que era parte del proceso de rehabilitación, a los pandilleros se les organizó al interior de las cárceles fiestas amenizadas por la orquesta Sonora Dinamita y se les permitió el ingreso de televisores. En junio del 2013, cuando el nuevo ministro de seguridad pública asumió su cargo, Ricardo Perdomo, prohibió esos beneficios e, incluso, ya no se permitió el ingreso de los mediadores de la tregua a las cárceles.Cuando Perdomo llegó al ministerio de Seguridad Pública, en junio del 2013, ya habían pasado quince meses de la reducción de homicidios (de doce a cinco diarios). Aunque la tregua oficialmente se mantiene, en los nueve meses de la gestión de Perdomo los asesinatos han aumentado. Según el Instituto de Medicina Legal, desde junio del 2013 hasta febrero de este año el promedio de homicidios aumentó de 6,5 a 6,9 diarios. Entre junio del 2013 y febrero de este año fueron asesinadas 1906 personas, mientras que en los ocho meses previos la cifra era de 1793.Ese aumento de los homicidios ha llevado a muchos funcionarios a concluir que el fin de la tregua entre pandillas está cerca. El director de la Policía, Rigoberto Pelités, ha dicho que el pacto está muerto y que el principal móvil del incremento de muertes es el ajuste de cuentas.Raúl Mijango, mediador de la tregua, niega que el acuerdo haya terminado, aunque reconoce problemas. “Se nos ha impedido el ingreso a las cárceles y eso ha entorpecido los procesos a través de los cuales se dirimía una serie de conflictos domésticos que todo proceso de paz tiene. Eso al final hace que las cadenas de venganza que se desarrolla por este tipo de violencia se extiendan un poco más. Esto se agrietó por los cambios que hubo en la cartera de seguridad, se dedicaron a entorpecer el proceso”.Mijango cree que es un error considerar que el objetivo de la tregua sea reducir los homicidios. Él considera que el acuerdo es una oportunidad para atacar un problema histórico de la sociedad salvadoreña: la desigualdad social. “El tema de la violencia no es un problema criminal, es un problema social. Se necesita un miniplan Marshall, con una inversión de unos $100 millones para atacar el problema de raíz”.Sin embargo, ni el presidente Mauricio Funes, ni el recién electo presidente de El Salvador, el excomandante guerrillero Salvador Sánchez Cerén, han dado señales políticas para reconocer y apoyar el acuerdo entre las pandillas. Mientras tanto, la Mara Salvatrucha y el Barrio 18 han reiterado su “disposición de continuar con el proceso de paz”.

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