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Inzá, en el olvido un año después de atentado con carro bomba

El domingo se cumplió un año del carro bomba que mató a nueve personas e hirió a 43. La estación de Policía sigue en ruinas. Sus habitantes marcharon por sus calles para pedir que cese la violencia. Aniversario.

8 de diciembre de 2014 Por: Redacción de El País

El domingo se cumplió un año del carro bomba que mató a nueve personas e hirió a 43. La estación de Policía sigue en ruinas. Sus habitantes marcharon por sus calles para pedir que cese la violencia. Aniversario.

“En su memoria. El 7 de diciembre del 2013 aquí las Farc asesinaron a nueve personas. Nunca los olvidaremos”. En un yute blanco, que cubre los restos de la estación de Policía del municipio de Inzá, sus habitantes pegaron las fotos de los seis uniformados y tres civiles que murieron hace un año con el carro bomba.Manos de colores: rojo, azul, verde y amarillo son las huellas que dejaron los pobladores sobre el yute. “Es un acto no para recordar el dolor, porque ese se quiere olvidar, sino para recordar que lo que pasó no puede volver a ocurrir”, expresó el alcalde de Inzá, Mauricio Castillo.El domingo a las 5:00 a.m. Inzá se despertó con velas en cada una de sus calles. Justo a esa hora, un año antes, un carro bomba abandonado cerca a la Policía destrozó la estación, averió 30 casas y la galería. A las 9:00 a.m. realizaron una misa y luego caminaron desde la iglesia hasta las ruinas de la estación. La concejal Francy Helena Ramírez Guaquí fue una de las que marchó. Ella y sus tres hijos recorrieron las calles del pueblo para recordar a su esposo José Ovidio Gutiérrez, uno de los tres civiles que murieron por la explosión. La bomba mató a cinco militares y un policía: el mayor Alexánder Vargas Castaño, los tenientes Sergio Prada Limas y John Redondo Moreno, el sargento segundo Andrés Felipe Rodríguez, el soldado Jaime Ernesto Lozada Moreno y el subintendente de la Policía Enrique Galíndez Martínez. También a dos carretilleros -Luis Didimo Cárdenas y José Néstor Jiménez- y un maestro de construcción -José Ovidio- que esa madrugada de sábado llegaban al mercado a trabajar.Con la voz entrecortada la concejal Francy dice que para su familia y para la de las otras víctimas no ha sido fácil. “Le queda a uno un hueco. A mis hijos los dejaron sin su papá, sin su mejor amigo. Con el tiempo la ausencia se hace cada vez más fuerte”.Cuenta que la esposa y los hijos de José Néstor tuvieron que irse para Neiva, Huila, a buscar trabajo. La familia de Didimo también ha pasado trabajos.“Ellos mantenían sus hogares y sin su ayuda ha sido difícil para los familiares. La Unidad de Víctimas nos dio unas ayudas y Médicos Sin Fronteras nos ha dado apoyo psicológico, pero eso no es suficiente. El Gobierno, tanto departamental como nacional, nos olvidó”.Y es un olvido que, según el alcalde Mauricio Castillo, se nota en que las promesas que hizo el Gobierno tras el ataque no han sido cumplidas.El ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, visitó Inzá ese mismo 7 de diciembre. Llegó en helicóptero. Luego, inspeccionó las ruinas del cuartel policial, escuchó las demandas de los habitantes de este municipio y visitó a varios uniformados y civiles heridos recluidos en el hospital de la localidad.De los 43 heridos, dice el Alcalde, a algunos les entregaron indemnizaciones por parte de la Unidad de Víctimas, que es la que ha estado pendiente de los afectados. Pero tres de ellos tuvieron secuelas por las esquirlas que afectaron sus piernas y su movilidad.El Gobierno prometió reconstruir la nueva plaza de mercado, pero el Alcalde cree que “la tramitología nacional y el hecho de que haya sido un año de elecciones lo complica todo”. La estación, un año después, está igual que la vio el Ministro Pinzón en su visita. Paredes caídas y un hueco tapado con un yute.“Lo que sabemos es que ya están los planos para la nueva sede, pero mientras tanto, como nadie quiere alquilarle una sede a la Policía por miedo, entonces están en una casa de la Alcaldía. Y el problema es que es cerca a dos colegios, lo que pone a los niños en riesgo” explica el mandatario local.Es que para los habitantes de Inzá el miedo a las Farc no ha desaparecido. “Aún en zonas rurales hay hostigamientos y dejan explosivos. El conflicto nos sigue afectando. Nosotros, qué eramos un remanso de paz, no entendemos por qué sigue la violencia. Somos gente humilde y sencilla que quiere la tranquilidad”, dice la concejal Francy Helena.El 6 de noviembre pasado el Ejército y el CTI realizaron la detonación controlada de los explosivos dejados en un puesto de salud en el corregimiento San Andrés de Pisimbalá, en Inzá. Los artefactos fueron instalados en dos postes de energía, en los que además se colgó una pancarta en la que se hace referencia al ex jefe de las Farc ‘Alfonso Cano’.La comunidad indígena había denunciado que “el 5 de octubre, en el corregimiento de San Andrés de Pisimbalá (Cauca) las Farc abandonaron cuatro artefactos explosivos en el área del parque infantil. Un mes después, nuevos artefactos fueron abandonados alrededor del puesto de salud del corregimiento”.El perdónPese a su dolor, la concejal Francy Helena espera que el acuerdo de paz con las Farc se firme pronto. “Claro que estoy dispuesta a perdonar de corazón”, -dice mientras la voz se entrecorta. Calla unos segundos. “Es que el perdón sana las heridas en nuestros corazones”.Pero le pide a los negociadores de La Habana que “el proceso tiene que estar asentado en la realidad, mientras hablan no se puede seguir derramando la sangre de gente inocente en nuestro país. Si se hacen promesas, pues que se cumplan. El proceso es una realidad que necesita Colombia, tan agobiada por la guerra”.Así es el municipio de Inzá, CaucaEsta población, de 26.989 habitantes, está ubicada en el oriente del Cauca, en la Cordillera Central. Su área urbana está a 91 kilómetros de Popayán y a 30 kilómetros de La Plata (Huila).En este municipio están los resguardos indígenas de Yaquiva, La Gaitana, Santa Rosa, Calderas, Tumbichucue y San Andrés de Pisimbalá.Por su riqueza arqueológica, San Andrés de Pisimbalá, uno de sus corregimientos, fue declarado patrimonio histórico de la humanidad. Allí está la iglesia, que fue quemada el año pasado.

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