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Francotiradores: El arma letal y precisa que utilizan las Farc

Entre enero y julio se reportaron 67 acciones de la guerrilla de las Farc con tiradores de precisión. El lema: un tiro, un muerto. La misión: pegar en el blanco.

27 de agosto de 2012 Por: Laura Marcela Hincapié | Reportera de El País

Entre enero y julio se reportaron 67 acciones de la guerrilla de las Farc con tiradores de precisión. El lema: un tiro, un muerto. La misión: pegar en el blanco.

El soldado Jiménez está parado en una esquina del centro de Toribío, Cauca. Mueve la cabeza de un lado a otro, se muerde los labios, no se puede estar quieto. Al cabo de dos minutos, dice que es mejor cambiar de ubicación. “Aquí estamos dando papaya”.Cruza la calle casi corriendo y se recuesta en la fachada de una tienda. Su cuerpo ahora permanece pegado como un afiche a la pared; así se cuida la espalda. Agacha la cabeza y, como una tortuga que se esconde en su caparazón, se protege con el casco. Levanta la mano derecha y señala los cerros boscosos que cercan a esta población. Al fin se confiesa: “Sé que desde allá me están apuntando en este momento, justo en la cabeza”. ¿Quiénes? Los francotiradores de las Farc. Hombres entrenados para matar a militares y policías con un solo disparo.Jiménez fija su mirada en el suelo. Sabe que si permanece encorvado, refugiando su silueta en el cemento, tiene el 50% de probabilidades de evitar un tiro en la espalda o la cabeza. El otro 50% se lo deja a Dios o a eso que muchos militares llaman “suerte de guerrero”. Mientras tanto los francotiradores -reconoce el soldado- seguirán en las montañas de este municipio hostigado casi a diario por la guerrilla esperando una oportunidad, un descuido, un movimiento en falso. Esperarán el tiempo que sea necesario porque -cuenta Jiménez- estos subversivos tienen una misión innegociable: pegar en el blanco.Apuntar, disparar, huir...“One shot, one kill”: Un tiro, un muerto. Es el lema de los francotiradores, un arma letal que hoy utilizan las Farc para propinar golpes certeros a la Fuerza Pública. Se trata de una táctica, según lo explican miembros del Ejército, que aniquila uniformados sin gastar mucho dinero y sin tener que combatir.En las últimas semanas el país ha sido testigo de la sangre fría de estos guerrilleros: El 15 de julio un soldado de la Brigada 29 fue asesinado en zona rural del municipio de Argelia (Cauca) cuando llevaba los almuerzos para sus compañeros. Sólo tres días después, el agente de la Policía Altamirano Rivas Hamerson cayó por el disparo de un tirador de las Farc en un corregimiento de Jambaló. Dos tiros, dos muertos.Otro de los casos de impacto fue la muerte del comandante de la Policía de Carreteras de Antioquia, el coronel Cristian Flórez, quien fue asesinado el 31 de julio cuando viajaba por la vía de Tarazá hacia Caucasia. Las autoridades no dudaron en atribuir el hecho a un francotirador del Frente 34 de la guerrilla.¿Quiénes están detrás de la mira de los fusiles de alta precisión? Hombres fríos, calculadores, pacientes. Así definen miembros de la Policía y el Ejército a los francotiradores. Algunos hablan de un grupo élite, otros los califican como las máquinas de matar de la guerrilla.Son subversivos que no combaten ni participan en hostigamientos. Su labor: identificar el blanco, estudiar su rutina, esperar durante horas o días en los cerros y montañas el momento preciso para el golpe. Luego apuntar y disparar. Los policías de municipios como Toribío y Caloto dicen tener clara la estrategia de los francotiradores: la distracción. La mayoría de estos guerrilleros realiza sus golpes acompañados de un observador, quien vigila cada movimiento del blanco; luego otro grupo, conformado por unos seis miembros de la guerrilla, hace un hostigamiento para confundir a las tropas y permitir la huida del tirador después de su disparo. Informaciones de inteligencia revelan que hay una intención del grupo subversivo de aumentar los ataques con esta modalidad. La orden no es nueva. En el 2008 ‘Alfonso Cano’, cuando asumió la jefatura de la guerrilla, ideó el ‘Plan Renacer’ y privilegió -por encima de los combates y hostigamientos- el uso de explosivos y francotiradores. El año pasado, según las cifras de la Corporación Nuevo Arco Iris, las Farc cometieron 81 acciones con francotiradores y entre el 1 de enero y el 31 de julio del 2012 se reportaron 67 casos. De acuerdo con Ariel Ávila, uno de los investigadores de la entidad, casi todos estos hechos terminaron en la muerte de militares y policías.La ventaja de estos ataques -explica un oficial de la Policía Regional 4 (cubre Valle, Cauca y Nariño)- está en la efectividad: “Cuando disparan es porque tienen la seguridad de que con una sola munición van a dar un positivo, un golpe de impacto”. Por eso sus fusiles apuntan, en la mayoría de los casos, a los comandantes de las unidades, a mayores o coroneles. Este año, en departamentos como el Cauca, esta táctica de guerra ha dejado tres uniformados muertos y seis heridos. Para el coronel Ricardo Alarcón, comandante de la Policía de esta región, los municipios más afectados son Argelia, Jambaló y Toribío, donde el terreno sirve de cómplice para el accionar de los subversivos. De hecho, se estima que en el Cauca hay unos diez francotiradores que se mueven por toda la región. En otros departamentos como Putumayo, Meta, Caquetá y Guaviare, el riesgo también es inminente: se han convertido en los territorios que utilizan las Farc para el entrenamiento de sus hombres de alta precisión. Prueba finalA alias El Flaco no le alcanzó la puntería, o quizá la frialdad, para ‘graduarse’ como francotirador del Frente Sexto. El exguerrillero, quien se desmovilizó hace unos meses, cuenta que el curso lo hizo en un sitio conocido como La Solapa, en Jambaló (C auca). Durante tres meses ensayó a diario -con otros siete guerrilleros- el polígono y disparos desde distancias de 200 a 800 metros. Además de entrenamientos de resistencia física, como atravesar -con el fusil en la espalda y sin respirar- un tubo cubierto por agua, saltar abismos y superar mallas de hasta ocho metros. Incluso cumplió los tres requisitos básicos del curso: no tener relaciones sexuales, no tomar, no trasnochar. Pero no pasó el examen final: matar con un solo disparo a un policía o militar de alto rango. La otra opción: asesinar de dos disparos a dos blancos de bajo rango. “No hice ninguna. No sé qué pasó, tal vez es cierto que sólo unos cuantos nacen para eso”, dice El Flaco a través de una bocina telefónica. Es que -explica- no es lo mismo disparar en los combates, cuando no sé sabe quién recibe el disparo, a matar a alguien que se ha vigilado durante horas y días. Entonces para asesinar mirando a los ojos se necesita algo más que una buena puntería. Por eso la guerrilla tiene requisitos muy estrictos para elegir a sus francotiradores. Expertos en conflicto armado afirman que deben ser hombres con poder en la estructura, que tengan la confianza del Secretariado y manejen como mínimo una escuadra guerrillera (diez subversivos).Un hombre de inteligencia de una de las brigadas que opera en el Suroccidente revela que muchos de los francotiradores están encargados de las actividades económicas de los frentes. Algunos manejan las extorsiones y reciben cerca de $150 millones al mes, de los cuales $100 millones se entregan a los cabecillas y los otros $50 millones quedan en su poder: un sueldo diario de más de $1.600.000. Con estas cuentas, ser francotirador resulta ser una de las labores más lucrativas para un guerrillero. El entrenamiento de estos miembros de las Farc es una tarea que está en manos de los hombres más experimentados de las estructuras. En el Cauca, uno de los encargados es El Indio Brayan, quien lleva 16 años en la columna móvil Jacobo Arenas. A través de las confesiones de algunos desmovilizados, las autoridades han identificado a ‘Neil’, ‘Rampla’, ‘Edward’, ‘Alexánder’, ‘José Nitido’ y ‘Johanny’ como algunos de los tiradores más temidos del departamento.Pero eso de poco sirve. La Fuerza Pública explica que muy pocas veces pueden capturarlos debido a su clandestinidad. Siempre están de civil, con una camiseta negra y un jean. Luego del ataque, entierran el fusil en un lugar de la montaña, se ponen una camiseta blanca y bajan a los pueblos como cualquier habitante. ManiatadosSon las 11:00 a.m. del jueves 24 de agosto y en la estación de Policía de Toribío, el patrullero López, uno de los francotiradores de la Fuerza Pública en este municipio, pide que no lo comparen con los tiradores de la guerrilla. “Para nosotros son sólo guerrilleros con fusiles de precisión”.López recibió un entrenamiento de ocho semanas en El Espinal, Tolima, ha hecho cursos en otros países y no se rige bajo el lema de un disparo, un muerto. El suyo es “disparar sólo si es necesario”. A pesar de la perfección de su táctica, el policía reconoce que él y sus compañeros están en desventaja. Revela que los tiradores de la guerrilla han optado por atacar desde la comodidad de las viviendas ubicadas a 300 y 400 metros de los uniformados. ¿Cómo contrarrestar estas acciones? En los municipios del Cauca los policías y soldados ya han tomado precauciones: en las noches no fuman ni hablan por celular, evitan los ruidos; y cuando los hostigamientos son constantes, apagan el alumbrado público y así bloquean la visibilidad de los guerrilleros.También -según lo revelaron fuentes militares- algunos batallones y brigadas están adquiriendo fusiles de mayor precisión. Pero, confiesan los mismos uniformados, nada de eso resulta efectivo cuando se enfrenta un enemigo que no combate de frente, que se esconde:Hace un mes, cuenta el patrullero López, los policías de Toribío estuvieron a punto de dar de baja a un francotirador del Frente Sexto. Fue en el corregimiento de El Palo, que comunica a Caloto con Toribío. En pleno combate, los oficiales identificaron al tirador de la guerrilla. López se puso en posición, esperó el momento preciso, apuntó. Sólo debía jalar el gatillo y golpear. El observador que lo acompañaba lo detuvo. “Me paró en seco, casi se me sale el corazón”. Resulta que el francotirador enemigo tenía a dos niños indígenas agarrados a sus piernas. El cursoAlgunos de los primeros francotiradores de las Farc fueron entrenados por miembros de grupos terroristas como la ETA y Al Qaeda. Sin embargo, fuentes de inteligencia sostienen que hoy los cursos están a cargo de subversivos, la mayoría, del Frente 10, que opera en el departamento de Arauca. Casi todos los entrenamientos se hacen en campamentos del Putumayo, donde nació (en los años noventa) esta práctica de la guerrilla. La mayoría de los francotiradores se rotan entre los frentes y tienen una posición móvil, pues deben cumplir misiones en diferentes zonas del país.

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