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Farc sacaron a Villa Rica, nororiente del Cauca, de su sueño de paz

Sus 16.000 habitantes aún no salen del horror provocado por el atentado que ocasionó la muerte a siete personas (un policía y seis civiles) y heridas a otras 42.

5 de febrero de 2012 Por: Perla Escandón, reportera de El País.

Sus 16.000 habitantes aún no salen del horror provocado por el atentado que ocasionó la muerte a siete personas (un policía y seis civiles) y heridas a otras 42.

Hasta el jueves pasado el municipio de Villa Rica, en el nororiente del Cauca, no sabía qué era la violencia. En los escasos trece años de vida institucional que tiene esta población, las estadísticas de homicidios sólo reportaban dos o tres casos anuales, relacionados generalmente con riñas.Por eso, sus 16.000 habitantes aún no salen del horror provocado por el atentado que el jueves ocasionó la muerte a siete personas (un policía y seis civiles) y heridas a otras 42. Los villarricenses son gente apacible. Y habían vivido tan aislados del conflicto, que nadie aquí pensaba que la guerra trae consigo dramas capaces de desgarrarle el alma a cualquiera. Como le ocurrió a Duván Giraldo Balanta, un peluquero de 20 años que, segundos después de la explosión, auxilió ese día a cinco personas heridas. “Yo estaba como a 500 metros y me vine corriendo a ver que pasaba, comencé a sacar a los heridos, ayudé a llevar a cinco a las ambulancias, a ponerles el suero”. Estaban ensangrentados y totalmente cubiertos por el polvo. Duván sólo pensó en cargarlos y llevarlos hasta los páramédicos. A ninguno lo reconoció en medio del caos y el pánico. Sólo después supo que entre esos seres estaban sus tíos Liboniel y José y su prima Nidia Alejandra. Todos murieron.Tres días después, mientras ayuda a recoger los escombros de la estación de Policía, que quedó destruida en un 80%, Duván sólo deja escapar de su garganta un lamento en voz baja: “Tengo mucha tristeza porque yo no me esperaba eso; ahora sólo le pido mucho valor a Dios para soportarlo”. Esa no fue la única pesadilla que debió soportar. El viernes, mientras cargaba restos de ladrillos en una carretilla, encontró los miembros inferiores del intendente Guido Cifuentes, comandante de la estación. El cilindro de las Farc, literalmente, partió su cuerpo en dos. También halló su armamento, sus equipos y su munición. A diferencia de lo que ocurre en Corinto o Toribío, donde las mujeres saben que en caso de un ataque guerrillero deben acostarse con sus hijos en el piso, en Villa Rica ellas van de la mano del miedo, que paraliza y también puede ser letal. Luz Mila Viveros, dueña de una miscelanea contigua a la estación, dice que lo único que se le ocurrió fue agarrar a su esposo y a su hijo y llevarlos para el patio de la casa. “Nosotros no sabíamos qué era un atentado terrorista sino hasta ahora. Aquí nunca se había presentado esto. Fue una cosa imprevista y por eso cuando sonó ese estruendo nos fuimos para atrás y nos quedamos allí a esperar que pasara todo”, dice Luz Mila.Esta mujer, que sobrepasa los 50 años, confiesa que de la guerrilla sólo había conocido lo que transmitían los medios de comunicación y lo que hablan los demás, pero nunca ha visto sus acciones tan cerca. Sólo ahora entiende de qué tamaño son las cicatrices imborrables que la guerra ha dejado muy cerca de allí, en otras localidades del norte del Cauca.Mientras pasan las horas, Arlex Campo piensa cómo se va a levantar económicamente. Su negocio, la discoteca Azúcar, que llevaba 19 años en la esquina frente a la estación, quedó completamente destruido y sus diez trabajadores, cesantes. “Hace dos años remodelé el negocio y gasté $110 millones, tenía una deuda y ahora no sé qué voy a hacer. Lo único que me espera que es el Gobierno Nacional nos ayude”, manifiesta desconcertado. Pero más allá del impacto de ver su negocio en ruinas, hay una imagen que Arlex no logra sacar de su cabeza: la de los tres cuerpos sin vida, entre ellos el de un niño, que quedaron frente a su propiedad. “Lo peor fue haber visto a varias personas tiradas y agonizando. Este pueblo es tranquilo, uno se queda sin palabras después de vivir esta situación”, agrega. El desconcierto también está en la mirada del alcalde James Guillermo Mina, quien no tiene más argumento que un mapa para explicar el cruento ataque del Sexto Frente de las Farc. “Estamos en el norte del Cauca, en la zona donde el conflicto armado ha tenido mucho más fuerza y hoy ningún pueblo de Colombia está a salvo de las acciones terroristas”, dice con desconsuelo.Y mientras repasa con su mirada triste la destrucción, sólo atina a repetir la frase que hoy todos dicen en este pueblo, como si ya no fuera más que el recuerdo de algo perdido: “Este era un pueblo muy pacífico y nunca había tenido amenazas, ni hostigamientos. Aquí los casos de violencia han sido por riñas”.Su investidura de Alcalde, sin embargo, lo empuja de inmediato hacia el optimismo: “Vamos a trabajar para reconstruir la moral, la autoestima y superar el dolor y lo vamos a hacer con el poder de Dios y la ayuda de la gente”. Pero todos aquí saben que Villarica ya no volverá a ser la misma.“Un pueblo frágil”El municipio de Villa Rica ubicado en el nororiente del Cauca está a 36 kilómetros de Cali. “Este municipio tiene apenas 13 años y 16000 habitantes, está dedicado a la agroindustria, aquí hay varios parques industriales”, explicó Robinson Banguero, líder comunitario. ”Aquí no hay problemas de seguridad porque no hay presencia de bandas criminales ni guerrilla”, agregó Banguero.Aseguró que como el pueblo “es frágil porque aquí nunca había pasado nada, las Farc aprovecharon eso. Vieron el punto débil y atacaron”, añadió.Para el hecho, el Sexto Frente utilizó una camioneta desde donde lanzó tres cilindros con explosivo R1. Cada pipa al parecer contenía 20 kilos.Sepelio de víctimas del terrorismoEn Popayán se rindió homenaje y se cumplió el sepelio del intendente Guido Cifuentes, comandante de la estación de Policía de Villa Rica, Cauca, una de las víctimas fatales del ataque con explosivos, en el que otras cinco personas murieron y 25 resultaron heridas.El suboficial, quien llevaba 18 años en la institución, se había desempeñado como miembro de la Sijín y de contraguerrillas. El intendente deja tres hijas.Por otra parte, en Villa Rica, se realizó una misa en el parque principal y luego se hizo el sepelio colectivo de las otras cinco víctimas del trágico acto terrorista.

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