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Extorsionistas le exprimen las finanzas a los comerciantes caleños

La microextorsión es definida por la Policía como una extorsión en menor cuantía. Las víctimas, en su mayoría, están en plazas de mercado y empresas transportadoras.

8 de julio de 2012 Por: Jessica Villamil Muñoz, reportera de El País.

La microextorsión es definida por la Policía como una extorsión en menor cuantía. Las víctimas, en su mayoría, están en plazas de mercado y empresas transportadoras.

Las autoridades dicen que en Cali las extorsiones en menor cuantía solamente ocurren en la galería Santa Elena y que los comerciantes están contentos porque ya están desapareciendo. Que ese es el único sitio de la ciudad donde hay quienes cobran por permitir que se instale un puesto de frutas, legumbres o verduras. Que en lo que va corrido del año han desmantelado tres bandas dedicadas a exigirles pequeñas cantidades de dinero a esos comerciantes. Efectivamente, el pasado fin de semana, la Policía Metropolitana propinó un duro golpe a ‘Los vigilantes de la 23’. Pero, a diferencia de lo que dicen las autoridades, los extorsionistas no sólo están en la central de abastos. Esquivan a la policía y se diseminan en los barrios populares.Extorsionistas de menor cuantíaA don Juan lo mataron por dos mil pesos. Por un poco más de lo que cuesta un pasaje en el MÍO. No se trató de un robo. La pandilla del barrio le exigía dos mil pesos semanales para evitar que “algún maleante” robara en su tienda ubicada en una esquina del barrio Marroquín, en el Distrito de Aguablanca, pero el hombre se cansó de las extorsiones.Un sábado en la tarde el niño de 12 años llegó con lista en mano pidiendo la cuota y don Juan se negó por segunda vez. Sin mediar palabra, el pequeño, con alias de insecto, le propinó un disparo en la cabeza. Luego llegó a la tienda de la siguiente cuadra. Doña Marta sí le entregó la cuota.Esa banda, conformada por más de quince muchachos que no llegan a la mayoría de edad y provienen de barrios como Marroquín, Los Naranjos, Terrón Colorado y Siloé, no solamente les pide cuota a los tenderos. También lo hacen con los distribuidores de leche, de mecato y a algunas señoras.En este último caso las extorsiones consisten en pedir —a quien tenga— una motocicleta para “hacer un mandado”, como le ocurrió a doña Yolanda, a quien con alguna frecuencia el líder de la banda le exigía el vehículo prestado. “A mí me daba miedo que utilizaran la moto para hacer cosas malas, pero más miedo me daba que le hicieran algo a mi hijo o a mí. Por eso accedía”, murmura la señora.En el barrio Los Chorros, en la ladera, también hay extorsionistas de menor cuantía, como los califican las autoridades. Un funcionario de la Secretaría de Gobierno de Cali, que pidió mantener su identidad en el anonimato, contó que allí la cuota se les exige a los conductores de las ‘gualas’ o jeeps. Por cada viaje piden hasta tres mil pesos, los interceptan a mitad de camino y los paran para que hagan la entrega, al que se niega le quitan todo el producido del recorrido.Una vez, cuenta un agente del Gaula, le dispararon a un conductor porque no les quiso pagar la microextorsión y robaron a los ocupantes del vehículo. Ese caso ocurrió en Siloé. Un día de abril pasado, indica el intendente, desmantelaron la organización que tenía ‘secos’ a los transportadores. También a los dueños de las tiendas y a las señoras que venden arepas en las esquinas. En Terrón Colorado los extorsionistas de cuantías pequeñas desterraron al ‘Ecuatoriano’, un carnicero reconocido del barrio que se cansó de pagar cinco mil pesos diarios para que su negocio no fuera asaltado. Desde hace cinco meses nadie sabe de él, cuenta Jairo, un taxista pereirano que vive ahí desde hace dos años.El conductor enumera rápidamente varios casos conocidos. “¡Uff! Hace poco el barrio estuvo azotado. A todo mundo le pedían cuota, a los que entraban en moto, a los distribuidores, a los tenderos, a las cantinas, a todos”.Explica que a los ‘monos’, dueños de un granero, los hicieron huir con amenazas. Según cuenta el taxista, al papá de los muchachos lo mataron porque “se puso de grosero” y se negó a pagar. También están los paisas, de otro granero cerca a Realengo, quienes cerraron el negocio porque quebraron por “tanta vacuna”. Paradójicamente, de las extorsiones no sólo son víctimas los ricos de este país. En flagranciaLos Vigilantes de la 23, Los Vigilantes del Planchón y Los Cebolleros no son los únicos que han caído este año, luego de exprimir las finanzas de los pequeños comerciantes de la galería Santa Elena. Según informan fuentes de inteligencia del Gaula, de la Policía Metropolitana de Cali, este año han sido capturadas en total 135 personas vinculadas con extorsiones de menor cuantía. De ellos, once son menores de edad.Un policía vestido de civil que sigue de cerca a los delincuentes explica que hay casos que tardan en resolverse hasta un año, pero que después de la captura no hay chance de eludir el castigo judicial porque “hemos recogido videos, fotografías, testimonios de las víctimas y además, hemos cogido a extorsionistas en flagrancia”.Revela que este año 23 personas han accedido a suministrar información. La mayoría de los ‘voluntarios’ son comerciantes de la galería, pero indica que falta más colaboración de la comunidad. En esta zona donde sí pululan los microextorsionistas, según las autoridades, se cobra tarifa por todo. Incluso, una fuente de la Alcaldía explicó que la gente que trae sus productos de la zona rural de Palmira (Tenerife, La Nevera y La Buitrera) tiene que pagar todos los días una cuota antes de entrar a la ciudad.Carlos, vendedor en la central de abastos, cuenta que las bandas desarticuladas no eran las únicas. Que hay mucha gente que tiene su propio “negocio” con las extorsiones y que se encargan de regular los precios en el mercado. “Por ejemplo, los sábados ellos deciden cuánto cilantro entra a la galería. Si es poquito, obviamente a uno le toca subir los precios”, explica el comerciante.Una fuente de inteligencia agrega que dentro de la galería (establecimiento formal), nadie paga por más que la administración. Pero afuera, es donde abundan los exprimidores de finanzas.Las capturasLas bandas dedicas a la extorsión en menor cuantía en la galería Santa Elena cobraban entre $5.000 y $10.000 a los pequeños comerciantes. Según las autoridades, los delincuentes estaban en el segundo piso de uno de los locales del sector. Era un grupo de once personas, pero cuatro lograron huir en medio de disparos. El Grupo Antiextorsión y Antisecuestro de la Policía informó que muchos de los ‘cobradores’ organizan sus actividades desde los locales que están desocupados. Los Cebolleros, que fueron los primeros en caer, llegaban a las 11:00 p.m. para cerciorarse de qué tantos productos entraban a la plaza de mercado. Al día siguiente cobraban a los comerciantes $500 por cada canasta y entre $1.000 y $3.000 por el sitio de ubicación.

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