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"Experimentamos la muerte, pero escogimos la vida": sobreviviente del genocidio en Ruanda

Jean Pierre Dusigizemungu, sobreviviente del genocidio en Ruanda, habló de la experiencia de su país en la superación del conflicto armado.

6 de agosto de 2014 Por: Oriana Garcés Morales | Reportera de El País

Jean Pierre Dusigizemungu, sobreviviente del genocidio en Ruanda, habló de la experiencia de su país en la superación del conflicto armado.

Recordar. Eso significa Ibuka, la organización de sobrevivientes del genocidio de Ruanda que lidera Jean Pierre Dusingizemungu. Su objetivo es claro: perpetuar la memoria de las casi un millón de víctimas que en tan solo 100 días dejó el asesinato sistemático de la etnia tutsi, por parte de los hutus. Fue una ola de violencia en la que también cayeron hutus que no estaban de acuerdo con las violaciones, masacres y torturas de la población.Hoy, Jean Pierre -quien participó en el Foro Nacional de Víctimas en Cali- cuenta su proceso de perdón y la reconciliación de su país y explica cómo Colombia puede tomar ejemplo de su historia.¿Cómo fue su experiencia durante los meses del genocidio?Mis padres, mis familiares y amigos, muchos de ellos, fueron torturados y asesinados durante el genocidio. Sobreviví de milagro. Era un conflicto étnico, así que cuando ellos (los hutus) se tomaron el poder, consideraron que los tutsis no éramos seres humanos. Fue muy difícil vivir en Ruanda. Muchos se fueron al exilio, pero otros como yo se quedaron y sufrimos ese periodo. Pero después del genocidio los sobrevivientes, en primer lugar, nos organizamos para ayudar, pues las consecuencias eran enormes: muchas viudas, muchos huérfanos, el problema de la educación, de la salud, de la falta de refugio. Así que tuvimos que organizarnos, luchar contra la soledad, los problemas psicológicos. Tenemos diferentes organizaciones de sobrevivientes para tratar de lidiar con las consecuencias. Tratamos de pedir justicia, reparación y ayuda en términos de educación y salud.¿Qué sacrificios estuvo dispuesto a hacer para conseguir la paz?Para empezar, el perdón. Tratar de perdonar en nombre de mis padres. Ese fue el sacrificio. En otra situación, al hombre que mató a mis padres me gustaría verlo tener un castigo real. Pero en Ruanda decidimos remover la sentencia de muerte, porque no resuelve nada. Ese es nuestro precio para la paz: aceptar la justicia transicional, que es una forma de tener justicia y a la vez perdonar, unir y seguir adelante. ¿Por qué perdonar?Los sobrevivientes experimentamos la muerte a un nivel enorme, pero luego escogimos la vida. Entonces nos rehusamos completamente a tener sentimientos de venganza. Pensamos que ir por la venganza es recomenzar el ciclo de la violencia. Y si lo hubiéramos hecho, ahora no seríamos sobrevivientes sino que nos habríamos convertido en perpetradores. Decidimos aceptar el proceso de reconstrucción del país y a través de él tenemos que pensar en otro futuro. Eso significa que buscamos la forma de vivir con otros, con los perpetradores. Pasaron por la justicia, pero después de pagar cárcel volvieron a las comunidades. En Ruanda la situación es que sobrevivientes y perpetradores viven en las mismas aldeas, los mismos lugares. Tuvimos que descubrir cómo hacerlo. ¿Y cómo lo hicieron?Nos propusimos pasar por una justicia transicional, porque esa justicia tenía varios objetivos. Revelar la información, la verdad, pues los sobrevivientes necesitábamos saber cómo fue perpetrado y organizado el genocidio; dónde estaban nuestros amigos, nuestros padres, nuestros seres queridos; dónde fueron tirados para enterrarlos dignamente y empezar el duelo. Entonces, a través del proceso Gacaca (como se denominó la justicia transicional en Ruanda) conseguimos información. Ese es un resultado importante de Gacaca. Aunque la justicia transicional era el proceso de reconciliarse, de perdonar, también teníamos la necesidad de conseguir información. De vivir, no en soledad, sino con otros ruandeses. Teníamos que trabajar por la paz, porque nadie obtuvo beneficios con el genocidio, ni siquiera los perpetradores. ¿Hubo algún interés económico detrás del genocidio?No hay relación entre los minerales que hay en Ruanda y el genocidio. Solo el conflicto étnico. Esas identidades étnicas no son nuestras, fueron creadas por Bélgica. Porque entre tutsis y hutus tenemos el mismo lenguaje, la misma cultura, vivimos en las mismas aldeas. Entonces, ¿cómo puedes decir que uno es de una etnia u otra? Los belgas crearon esas divisiones, por lo que no hay relación entre lo que pasó y un interés económico. Usted resaltó la importancia de la verdad, ¿ese objetivo se alcanza?No se puede tener toda la verdad. Pero obtuvimos algo. Sabemos qué pasó, quién organizó las cosas. Y ahora estamos juntos en comunidad. Sé quién mató a mis padres, pero él es ruandés, fue a la cárcel y ahora estamos en sociedad. ¿Usted lo conoció?Sí. Soy profesor de universidad, entonces sé que en mi clase hay muchos hijos de los perpetradores. Pero debo ejercer mi profesión y pensar en el país más que en mí. Porque si no escogemos esta forma de hacer las cosas, habríamos vuelto al ciclo de la violencia y después no tendríamos país. No me veo solo a mí, sino también a mis hijos y quiero que vivan en paz. También los hijos de los perpetradores quieren paz y no tienen ninguna responsabilidad en lo que pasó. ¿Cómo fue la reconciliación en Ruanda?Como la reconciliación pasó por la justicia y hubo gente que fue a la cárcel, así fuera por 5 o 6 años, cuando salieron de prisión les dijimos "bienvenidos a la sociedad, sean otros hombres, elijan la vida en vez de la muerte. Es la oportunidad de avanzar, de crear otra Ruanda". ¿Y actualmente cuál es la situación de su país?Algunos perpetradores están en el exilio y tratando de regresar, por ejemplo, desde la región oriental del Congo. Pero dentro de Ruanda también la gente intenta volver a la violencia. Es que es un conflicto reciente, el genocidio fue hace 20 años.También hay muchas consecuencias psicológicas, de pobreza, problemas de salud porque muchas mujeres que fueron violadas contrajeron VIH y también tuvieron hijos de esas violaciones. Esos niños ahora tienen 20 años, así que usted puede ver los retos que estamos enfrentando. ¿Qué piensa del proceso de paz en Colombia?Tienen que hacer concesiones y establecer que quieren un país pacífico. Creo que las conversaciones en La Habana pueden ser una ocasión de expresar y enmendar daños históricos en este país. Y los daños históricos conciernen a mucha gente y hay que escucharla. Lo primero es escuchar a los otros, reconocerlos. Lo último es aceptar que deben pagar algo, el tiquete para la paz. ¿Cómo ve este proceso de participación de las víctimas en Colombia?Para mí este es un evento histórico. Aquí la situación es complicada, pues nosotros tuvimos muchas víctimas del genocidio, pero aquí hay de varias situaciones. Estos foros sirven para que la gente pueda expresarse y lo primero es el reconocimiento. En Ruanda hicimos organizaciones para reconocernos como sobrevivientes, como víctimas, y expresarnos. Vi que la gente quiere expresarse y aunque el tiempo fuera corto, pudieron hablar y verse entre ellos. Es histórico, pero no es un ejercicio fácil. Mi recomendación es ayudar a las víctimas a lidiar con las consecuencias psicológicas. Porque aunque tuvieron la posibilidad de hablar, ¿quién estará con ellos en el resto del proceso? En nuestra organización, Ibuka, desarrollamos un apoyo psicológico durante el proceso Gacaca. Preparamos a la gente antes de entrar a las cortes, para la confrontación con el perpetrador y para cuando tenían que escuchar información sensible. Luego creamos grupos para que hablaran sobre sus experiencias. Creo que el tema del apoyo psicológico es muy importante en el caso de Colombia y he notado que no está bien organizado. En Colombia hay un debate sobre la justicia transicional y si los líderes de las Farc pagan cárcel o no...En mi caso yo hice concesiones, las acepté por el proceso de paz. Pero esos hombres de las Farc deben saber que se necesita la paz y que todos los protagonistas de este conflicto deben dar algo, así ellos también se consideren víctimas. La llave está en manos de diferentes personas. De las Farc, del Estado y hasta de las víctimas al aceptar la justicia transicional. Deben hacerlo porque opera a un nivel psicológico, es simbólica.Obtienes la paz, pero debes pagar algo por ella. Ese es el elemento clave. No capté la necesidad de dar algo por parte de los sobrevivientes ni de los perpetradores. Necesitan avanzar y pensar cada uno en qué está dispuesto a dar. Por ejemplo yo, en Ruanda, acepté la justicia transicional y con mi organización dí un regalo a mi país. Fui reconocido como el hombre que en cierto momento aceptó dar algo, pagar un tributo difícil para ver a mi Nación reconstruirse. Así me digan que soy ingenuo, pero no es así. Estoy viendo el futuro de mi país y estoy diciendo, déjenme dar algo. Porque también la llave está en mi mano. ¿Cuál es su mensaje para las víctimas colombianas?El mensaje es pensar más allá que el individuo, pensar en la Nación, que difiere de lo que es ahora. Hay que reconciliar a la Nación, sin eso no se puede hablar de paz. Colombia es un país con muchas posibilidades diferentes, muy hermoso, con personas amables. Por eso deben pensar en la Nación.

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