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Presos colombianos en China. | Foto: Fuente: Ministerio de Relaciones Exteriores

CHINA

Exclusivo: así es como reclutan los correos humanos que caen con droga en China

Conozca tres casos de personas que salieron de Cali presionados por pagar deudas y con promesas de trabajar en Brasil, pero cayeron detenidos en aeropuertos del país asiático.

13 de agosto de 2017 Por: Andrés Felipe Carmona Barrero / Reportero de El País

Ya había viajado a la China un par de veces para traer mercancía y venderla en Cali. Los contactos los había hecho en el país asiático junto a un antiguo jefe al que le ayudaba trayendo productos de todo tipo, desde lujos y accesorios para carros hasta réplicas de celulares y relojes.

Debía la mitad de un carro BMW 325is y US$16.000 ($48 millones) que un prestamista le había dado para traer medio contenedor de 20 toneladas de mercancía. Las dos deudas eran con el mismo hombre, quien tenía un edificio y parqueadero en el barrio San Bosco.

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Esa deuda fue el ‘tiquete’ sin regreso a Cali en el viaje que Reinaldo* hizo a China a comienzos de 2011. Fue ‘cargado’ con cocaína como forma de saldar la deuda.

En una carta conocida por este diario y escrita por el caleño desde la cárcel de Shanghái, donde hoy cumple condena por el delito de narcotráfico, dice que fue presionado a viajar para que no atentaran contra su familia en la capital del Valle.

Como en la mayoría de casos, él cumplía con el perfil perfecto para hacer el viaje. No tenía hijos y aunque tenía una relación en la capital del Valle, no estaba casado. Era el correo humano ideal.

Unos pequeños sobres con dos fotografías, una de su hermana y otra de su madre saliendo de casa, fue la forma de presionarlo para decirle que lo estaban vigilando, que si no pagaba a ellas les podía pasar algo, podían morir. Podían ser acribilladas.

“Quedé aterrorizado (con las amenazas) y supliqué que no las tocaran. Entonces me dijo (el prestamista) que para evitarnos problemas simplemente hiciera lo que él me pidiera, obviamente yo acepté sin preguntar, era la única salida”. Algunos días después fue citado en el Comfandi de la Autopista con Guadalupe. Tenía que llevar dos fotografías y el pasaporte.

En un centro comercial en el sur de Cali, una familiar del hombre, sentada en la plazoleta de comidas, entrega más detalles del caso de Reinaldo, quien se había hecho cargo de su familia luego de que su padre quedara con graves complicaciones de salud, tras un accidente de tránsito.

De Cali salió hacia Bogotá, luego tomó otro vuelo a Sao Paulo (Brasil), luego a Chongqing (China) y finalmente Shanghái (China), ciudad donde fue capturado.

La mujer cuenta que el hombre salió de Colombia “limpio” y fue ‘cargado’ en una tienda de artesanías del aeropuerto de la localidad brasilera.

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“El dueño del lugar tenía una foto de él y cuando entró de una lo reconoció. Lo metieron en un baño y le pusieron un calzoncillo hecho para llevar la droga, luego salió a abordar el vuelo. Pasó los controles y tomó el avión hacia Chongqing sin problemas, de ahí hizo transbordo a Shanghái, donde finalmente fue capturado”, explica la mujer.

Llegó al aeropuerto de Pudong a las 15:00 horas del 30 de abril de 2011 en el vuelo QR888 de Qatar Airlines. Los agentes chinos lo llevaron a un cuarto para inspeccionarlo y confirmaron que llevaba casi cuatro kilos de cocaína en 88 cápsulas rellenas de la droga que estaban en la prenda hecha a la medida.

“Hace un año y medio que él decidió contar todo, fue cuando dijo que lo habían delatado”, expresa la mujer al indicar que el hombre estuvo detenido tres días con una bolsa de tela en la cabeza y totalmente desnudo en una Casa de Detenciones antes de ser llevado a prisión. La familia solo supo de su captura 15 días después, tras recibir un correo electrónico de la cónsul colombiana.

Semanas después de la captura, la red llamó a la madre de Reinaldo en Cali para intimidarla. El carro BMW volvió a manos de los delincuentes.

Ahora, en las cortas llamadas que le hace a su familia cada mes, el hombre relata que trabaja en el penal empacando productos industriales. No acepta comer los alimentos que se preparan para los detenidos, donde comparte espacio con más colombianos, la mayoría de Pereira. Él compra comida con dinero de su trabajo.

“Come chocolates, leche, pan y toma Coca Cola, nada más. Dice que no come los alimentos de la prisión porque les dan sobras: uñas de pollo, orejas de cerdo y el arroz, en muchas ocasiones, tiene gusanos. Les dan todas las menudencias. Ahora, su estado de salud debido al encierro, ha empeorado. Tiene un desorden hormonal, se le ha caído el cabello y tiene problemas de visión, pero es de los que más se destaca porque ya habla inglés y mandarín, es traductor de los latinos en la cárcel”, expresa la familiar.

Cifras del Ministerio de Relaciones Exteriores indican que en China hay 175 colombianos presos por diferentes delitos, de los cuales 146 (actualmente hay ocho de Cali) cayeron por transportar narcóticos, lo que significa que el 83 % de los connacionales detenidos en el país asiático lo están por tratar de ingresar droga.

Su salida, según un listado de los 146 presos en China que la Cancillería envió a este diario, está estimada para el 15 de diciembre del 2034. Ahora tiene 27 años, para entonces 45 años.

La mayoría de colombianos detenidos tienen abogados de oficio del Gobierno chino. Si cada uno quisiera pagar uno costaría US$30.000 ($90 millones).

Otro rostro de la tragedia

Ella fue engañada para viajar a Brasil bajo la promesa de darle trabajo. La víctima se llama Lady Johanna Bárcenas Alzate, de 30 años, condenada en el país asiático a cadena perpetua, pero luego su pena fue conmutada a 18 años. Lleva cinco años tras las rejas.

En un bar de Cali le hicieron el ofrecimiento de viajar a Brasil para trabajar, la concretaron y le facilitaron un préstamo de US$ 500 para volar hacia Sao Paulo. Ella aceptó. Salió de su casa en el sur de la ciudad rumbo al aeropuerto para viajar a Bogotá.

Llegó a la terminal aérea El Dorado, donde abordó un vuelo de seis horas y media para llegar a suelo brasileño. Otra vez Sao Paulo, donde fue cargado con droga Reinaldo. Allá estaban esperando por ella hombres de la misma red que la había contactado en la capital del Valle.

La engañaron, no hubo trabajo. La presionaron, la maltrataron y la intimidaron para que viajara a China con una maleta cargada con cápsulas camufladas entre prendas de ropa que contenían un poco más de un kilo de cocaína.

Salió hacia Qatar para finalmente llegar el 30 de marzo de 2012 a Beijing, donde fue detenida en el aeropuerto por las autoridades chinas.

Un diario de ese país dio a conocer que un agente descubrió accidentalmente la cocaína cuando tocó sin querer el abrigo de la muchacha y notó que debajo de él había algo rígido. A la chica también le habían escondido droga en la ropa que vestía.

Sin embargo, para ese momento, otros detalles habían puesto ya a la mujer bajo sospecha de las autoridades, como el hecho de que llevara poca ropa para un viaje tan largo. Leidy Johanna confesó que había sido engañada y aceptó los cargos.

Desde un apartamento en el sur de Cali, la madre de la mujer habla con nostalgia y de manera pausada sobre el caso de Lady, quien saldría de prisión en julio de 2036. Se queda callada por algunos segundos y prefiere no recordar el día que su hija salió de la casa rumbo al aeropuerto con la promesa de llamarla cuando llegara a Sao Paulo, donde iba a trabajar supuestamente en un hotel.

La mujer la llamó desde Brasil y le prometió volver a contactarla al otro día, pero la comunicación nunca se produjo. Quince días después, la señora recibió una llamada a su celular de la cónsul en Beijing en la que le notificaron la captura de la mujer.

“Soy mamá, papá y abuela de la hija de 16 años, que tiene síndrome de Down. Ella la extraña mucho, para cada cumpleaños esa niña solo quiere verla, me dice: ‘Que venga mi mamá Lady, que venga mi mamá Lady’. Es muy duro”, relata la señora desde su casa.

Dice que para sostener el hogar decidió elaborar calzado en cuero para poner a la venta. Con eso paga el colegio de la niña, los servicios y la alimentación. Lady era el sustento económico de la casa, el papá de la niña murió cuando tenía meses de nacida. Se interpuso en el robo de una bicicleta y fue asesinado.

“Cada mes hablamos por celular, por ejemplo, ayer (jueves) a las 8:00 p.m. conversamos durante diez minutos. Mi hija se puso a llorar porque mi nieta le cantó adelantado el cumpleaños, a finales de agosto tendrá 31 años. Eso fue muy horrible, amanecí mal”, expresa la mujer.

El drama de los detenidos en la China no para. Las familias se fracturan mientras las redes siguen encontrando formas de captar a las personas para llevarlas al país asiático.

La tercera historia

Otro caso es el de Francisco Javier Rondón Castrillón, de 40 años, quien en un comienzo fue condenado a cadena perpetua pero luego le conmutaron la pena a 22 años de prisión en la cárcel de Shanghái. Su salida está programada para el 6 de agosto de 2035, para entonces tendrá 58 años.

Este caleño de nacimiento y criado en Calima El Darién hizo estudios de química hasta sexto semestre en la Universidad del Valle, pero debido a un diagnóstico de cáncer los abandonó.

Salió de su casa un día diciendo que iba para Tuluá a trabajar con un amigo, del que nunca su familia supo la identidad. A los ocho días llamó a decir que estaba en Bogotá porque había conseguido trabajo.

Tres meses después un hermano suyo se enteró que había sido detenido con droga el 6 de mayo de 2011 en China, en el aeropuerto internacional de Shanghái.

“Nunca supimos el nombre del supuesto amigo ni el trabajo que iba a desempeñar, pero creemos que posiblemente fue captado a través de un anuncio de empleo en un periódico u ofertado a través de una falsa bolsa de empleo”, expresa una hermana.

La mujer envía dos fotos con el siguiente mensaje: “Ahora se pueden ver los estragos no solo del cáncer, que lo dejó casi calvo y sin cejas, sino también de la prisión. Los tratos infrahumanos, el estar durmiendo en el piso, sin un colchón, sin una cobija”.

Son solo tres casos de 146 que hay en China en este momento, son historias de colombianos que ‘compraron’ tiquetes sin regreso.

*Nombre cambiado por petición de la fuente.

Los 'tentáculos' de redes que envían droga a China

La modalidad más utilizada para el envío de droga a China no son las ‘mulas’ o correos humanos, como los casos de Reinaldo, Lady y Francisco, las bandas le están apostando a las encomiendas.

Las redes, según información de la Dirección de Antinarcóticos de la Policía Nacional (Diran), envían por correo certificado pequeñas cantidades que oscilan entre 10 y 200 gramos.

La segunda modalidad son los correos humanos con la droga adherida, ingerida o en equipaje de doble fondo (de mano o bodega).

Fuentes del organismo de seguridad explican que las bandas criminales buscan la captación de personas en zonas marginales de Antioquia, Cundinamarca, Quindío, Norte de Santander, Risaralda y Valle.

Una vez son reclutadas las personas, estas son trasladadas hasta ciudades donde se ubican los aeropuertos de operación o conexión internacional como Bogotá, Rionegro, Palmira, Armenia, Cúcuta y Bucaramanga.

El perfil que las redes están buscando son personas con muchos problemas económicos o bajos niveles de ingresos; con enfermedades terminales como VIH o cáncer; extranjeros, dependiendo el destino final de la droga (hacia Norteamérica, mexicanos, y hacia Europa, españoles); también ciudadanos en condiciones de migración irregular.

Durante las investigaciones, la Dirección de Antinarcóticos ha establecido que las redes ofrecen entre US$3000 y US$5000 a cada persona por el viaje, facilitando hasta el 75 % del pago con el fin de comprometer su voluntad de cumplir el trabajo.

Al salir del país, el pasante hace escalas en países de Europa y Oriente Medio que cuenten con poco control de antinarcóticos, hasta alcanzar su destino final en Asia.

Una o dos noches antes del viaje, en una vivienda u hotel, el arriero o preparador hace la entrega del dinero, los tiquetes y el celular.
Aquellos que transportan la droga en el organismo son preparados un día antes, haciendo ensayos con ingesta de uvas chilenas para luego ser ‘cargados’ en la madrugada.

Las personas que transportan la droga en equipajes u otros elementos con doble fondo son llevados a sitios cercanos al aeropuerto para hacerle la entrega. También usan las terminales.

Acercamientos entre naciones

Desde 2015, los gobiernos de Colombia y China, vienen buscando salidas a la situación que viven los connacionales que están detenidos por el delito de narcotráfico en once localidades del país asiático.

El viceministro de Justicia, Carlos Medina Ramírez, dijo que a la fecha se han hecho dos rondas de conversaciones con delegados chinos para avanzar en la construcción de un tratado de repatriación.

“Tenemos un enredo con China y es que tienen unas penas que superan los límites nuestros, como la de muerte y la cadena perpetua. Nosotros para poder repatriar necesitamos que ellos ajusten las penas a los máximos de Colombia, que son hasta 60 años”, afirmó Medina Ramírez.

El funcionario explicó que lo dicho hasta el momento por el Gobierno chino es que las repatriaciones se hacen con las condenas impuestas por la justicia del país asiático y que debe ser Colombia quien las ajuste cuando la persona toque suelo colombiano, en los casos de pena de muerte y cadena perpetua, dos castigos que en la legislación colombiana no existen.

Con respecto a los colombianos con prisión temporal a años, que actualmente son 91 casos, el Gobierno de China mantiene la condición de repatriar solo cuando se confirmen razones humanitarias para hacerlo.

"Me quiero desahogar y escribí esto": preso en China

Reinaldo, en una carta desgarradora, cuenta su experiencia en los primeros meses que estuvo en un centro de detenciones chino antes de ser llevado a la cárcel de Shanghái.

“Querida prima, recibe un saludo muy especial. Te escribo para contarte un poco acerca de mi situación y de cómo es mi vida en este lugar (...)
Primero te cuento que cuando fui arrestado me trataron súper mal, en ningún momento me dijeron mis derechos ni me explicaron nada y simplemente me amarraron las manos por la espalda y me pusieron una capucha negra con la que casi me ahogo, mientras un policía que hablaba inglés me gritaba que me iba a matar si no le contaba todo y me declaraba culpable.

Después me amarraron a una argolla en la pared de una celda del tamaño de un baño, sin poderme recostar desde las cuatro de la tarde hasta las once de la noche, durante ese tiempo una cantidad de gente me fotografió y hacían gestos con el dedo en la garganta de que me iba a morir, y te confieso que eso era lo que yo pensaba. Que efectivamente en cualquier momento iba a entrar un policía y me llevaría a algún lugar para matarme.

Después, a medianoche, me llevaron a un lugar llamado ‘Detention House’, yo creo que son los peores lugares en el mundo, ahí toca que permanecer en un cuarto sin ningún contacto con el mundo exterior 24 horas al día, los siete días de la semana durante meses y, en algunos casos, años.

Bueno, te sigo contando. En este lugar me hicieron desvestir y me llevaron a un cuarto donde había otros cuatro tipos durmiendo en el piso. Me dieron una pantaloneta y un chaleco rojo con algo escrito en letras blancas en chino.

En este lugar se duerme en el suelo, se come en el suelo y las necesidades se hacen en un hueco asqueroso en el suelo. Dos semanas después fui trasladado a otro cuarto donde en total dormimos 12 personas, pero lo bueno era que por lo menos 6 hablaban inglés.

Entonces alguien me dijo que el cuarto donde había estado era el de los que iban a ser sentenciados a muerte y que el chaleco rojo, que después me cambiaron por uno color naranja, decía “prisionero de alto riesgo”. Ahora que pienso y recuerdo esos horribles primeros días se me hace un nudo en la garganta. Bueno, en fin.

En ese ‘Detention House’ la comida era asquerosa y repugnante, pero después de nueve días de comer solo pan y agua tuve que meterme todo lo que podía en la boca y tragármelo sin saborear. Así viví algo más de 7 meses, durmiendo en el piso sobre unas tablas, lo que me causaba mucho dolor en la cadera.

Jamás, durante este tiempo, llegué a dormir una noche entera debido a unas lámparas que nunca se apagan y que usan como método de tortura enfocando la luz hacia nuestras caras, sin posibilidad de taparnos o cubrirnos con nada.

En verano el calor es insoportable en ese lugar, yo sudaba todo el día, en las noches me picaban las hormigas por todo el cuerpo mientras dormía en el piso. Debido a que solo teníamos derecho a ducharnos 2 veces al mes, me dio una infección impresionante en la piel de la espalda, el pecho y la cola. Esto me mantenía muy deprimido y lloraba mucho -aún me mantiene deprimido, pero ya no lloro-.

Varias veces me interrogaron en un cuarto amarrado de pies y manos a una silla metálica, haciéndome firmar cantidades de documentos en chino (...) Cuando llegué pesaba 92 kilos y ahora solamente 76, y tengo las defensas tan bajas que mantengo enfermo y con mucha tos (...)”.

Descargue aquí la carta completa escrita por el caleño preso en China. 

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