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“Estamos a merced de la verdad de los verdugos”

El sociólogo y docente de Univalle, Adolfo León González, habla de los motivos de la llegada de las AUC al Valle del Cauca. Opina sobre las herramientas para conocer la verdad.

1 de agosto de 2011 Por: Oriana Garcés Morales I Redacción El País

El sociólogo y docente de Univalle, Adolfo León González, habla de los motivos de la llegada de las AUC al Valle del Cauca. Opina sobre las herramientas para conocer la verdad.

El 31 de julio de 1999 integrantes de la AUC asesinaron a Orlando Urrea y a su hija Sandra Patricia en su finca del corregimiento de La Moralia, Tuluá. Luego intimidaron a los pobladores, dejaron grafitis y panfletos alusivos a la organización ilegal, para atribuirse el primer homicidio que cometían en el Valle.Doce años después los hechos que motivaron la presencia en el Valle del Bloque Calima de las AUC aún no son claros. Algunas referencias han sido las declaraciones de los ex paras en las versiones libres de la Fiscalía.El País habló con el sociólogo y docente universitario Adolfo León González, quien con un grupo de estudiantes realizó el informe ‘De la negación a la vergüenza. Un estudio preliminar sobre los hechos y circunstancias que rodearon la llegada de las AUC al Valle del Cauca’.¿Cuáles fueron las razones por las que las AUC escogieron al Valle? Hay dos momentos del paramilitarismo. Uno, que es el que domina actualmente, viene después del 2000 con la llegada de ‘HH’. Pero hay un primer momento del paramilitarismo, que está virginal en materia de verdad y justicia, y es la vinculación directa con el narcotráfico. Human Rights Watch toma el caso de ‘Felipe’, un informante protegido por la Fiscalía en el 2001. En el testimonio manifiesta que en la III Brigada, en Cali, hubo una reunión de altos mandos del Ejército y representantes de las autodefensas en marzo de 1999. De ser cierto esto, se podría explicar por qué el Defensor del Pueblo de entonces, Hernando Toro, y la columnista de El País, Isabella Prieto, podían afirmar que tres meses atrás se conocía de presencia de paramilitares en el Valle del Cauca.En declaraciones a la Justicia los ex paras han dicho que algunos sectores pedían su llegada...Las afirmaciones que cito se refirieron a hechos anteriores a los eventos de La María (mayo de 1999) , lo que significa que, como dijo ‘Román’ a El País, ellos llevaban todo un año de inteligencia. En Verdadabierta.com hay otras declaraciones que apuntan a que durante un año se recogieron los fondos para la llegada. Así que las versiones de ‘HH’ de una historia de clamor popular para su llegada al Valle del Cauca, no encuentran respaldo en nuestro informe.De acuerdo al análisis que hacen en el estudio ¿cómo explica los argumentos que brinda ‘HH’?Eso es consistente con el mito fundacional de las autodefensas. Esa organización no va a aceptar que estuvieron permeadas por el narcotráfico desde mucho tiempo antes.‘HH’ declaró que la relación entre paramilitares y narcotraficantes se da después del 2000, eso no es lo mismo que nosotros encontramos en el documento. También hubo intereses de ‘Macaco’ y otros en la expansión sobre el Pacífico en aquel momento. Otros paramilitares hablaban que la logística para ingresar al Valle se dio por parte de Diego León Montoya, alias Don Diego.¿Qué relación hay entre las AUC y el narcotráfico, específicamente con ‘Don Diego’? En una declaración de alias El Cura para Verdadabierta.com, explica cómo fue su ingreso en el Valle del Cauca y habla claramente de que se dio por alias Noventa, que tiene mucha vinculación con los paramilitares del Magdalena Medio. ‘Noventa’ participa activamente de este primer proceso y es hombre de confianza de ‘Don Diego’. Según él, ‘Don Diego’ aporta la logística y las armas para una incursión por El Placer, cerca de Buga, el 23 de agosto de 1999. Las autodefensas utilizaron fusiles AK-47, armamento de tipo guerrillero. Esa fue una de las razones que dieron los altos mandos militares para argüir que no se trataban de autodefensas sino de guerrilleros disfrazados. Además ‘HH’ explica por qué se asesinó a ‘Román’ a mediados del 2000 en Tuluá. Él dijo que se debía a una diferencia entre comandantes porque él había puesto el contingente paramilitar al servicio de un sólo narcotraficante que es ‘Don Diego’.La aparición de las AUC fue un fenómeno que involucró a otros actores en el departamento ¿Qué análisis se hace en el estudio de esto?El estudio es limitado en el tiempo, sólo cubre el mes de julio y agosto de 1999. Para empezar, nosotros tratábamos de mirar cuál había sido la reacción de las autoridades civiles y militares. Ellos se enfrascaron en esa discusión bizantina de que si eran o no paramilitares los que habían arribado a la zona montañosa del centro del Valle. Esa inacción costó muertos y costó el fortalecimiento de un fenómeno que fue muy difícil de erradicar.La segunda conclusión es que el narcotráfico tuvo un padrinazgo enorme en la primera oleada de paramilitarismo en el Valle. Este primer momento, que va hasta el asesinato de ‘Román’, se nutrió de una estructura de vieja data de relaciones entre estructuras de inteligencia del Batallón Palacé de Buga y estructuras narcotraficantes.¿Y cuál fue la conducta que tomó la sociedad civil?El informe nos dice que nuestra reacción como sociedad civil, como personas que pueden manifestar presión sobre aquellos que tienen injerencia de actuar, fue bastante nula. El País había documentado perfectamente la llegada de los paramilitares a partir del 2 de agosto. Al día siguiente ya tenían una entrevista con ‘Román’, el líder de ese movimiento, tenían fotos, vídeos, y aún así la discusión durante todo el mes, con muertos incluidos, era de si se trataba realmente de paramilitares en la zona.En las declaraciones los ex paras han vinculado también a civiles. ¿A qué empresarios o ‘familias caleñas’ se refiere ‘HH’ como artífices de la llegada de las AUC al Valle?Hay un problema con las generalidades que utiliza ‘HH’. Uno no sabe a qué se refiere con empresarios, porque desde cierto punto de vista los narcotraficantes son empresarios, ellos no se llaman a sí mismos narcotraficantes. Son dueños de fincas y tierras, podrían llamarse ganaderos. Yo con el eufemismo peleo. La intención de ‘HH’ es apuntar a que un sector legal de la economía fue la que apoyó la entrada de los paramilitares. A mí me parece que eso puede ser posible. No encontramos evidencias de que eso haya pasado y sí de que los narcotraficantes estuvieron detrás de esa primera llegada. Creo que ‘HH’ ha expresado con claridad el tipo de reuniones que ha sostenido con algunas personalidades en el Valle. El problema aquí sigue siendo el mismo, ‘HH’ hace alusión a esas reuniones, casi todas después del 2000 y deja muchas dudas del papel de la Fiscalía para investigar la veracidad de esos hechos. En el país ya se han vinculado a varios políticos con los grupos paramilitares ¿Por qué no ha despegado el capítulo de parapolítica en el Valle?Hay dinámicas que uno podría explicar en la Ley de Justicia y Paz: que tiene limitaciones y que depende de cosas que pueden frenar el proceso. Pero lo que ha pasado en el Valle del Cauca no tiene justificación por su lentitud. Una cosa es la Ley de Justicia y Paz y otra el accionar de la justicia en conjunto.¿Por qué tanta lentitud en establecer ciertas participaciones y hechos que fueron determinadores de ese proceso? Uno de los juicios que hicimos en el estudio es que la justicia no puede depender de la buena voluntad de los verdugos. El estudio muestra las dificultades de basar la verdad en lo que los verdugos digan sobre lo que pasó, porque la justicia misma carece de otra herramienta para hurgar en la verdad y los hechos. Estamos a merced de la verdad de los verdugos.Según el estudio, el paramilitarismo llega al Valle en 1999. Sin embargo, es un fenómeno más antiguo en Colombia. ¿Qué diferencias hay entre el Bloque Calima de las AUC y otros bloques que ya existían en el país?Sobre las diferencias hay una fundamental. No se ha podido documentar en el Valle del Cauca que la entrada y el accionar de las AUC haya tenido relación con un trabajo sistemático de despojo de tierras. Por lo menos no hay evidencia hasta ahora. Hubo mucho desplazamiento y es posible que en ese desplazamiento haya habido despojo como consecuencia, pero no es como en otras partes donde se evidencia que un grupo paramilitar entró solo a despojar tierras para que después entraran a ser productivas para una multinacional o para un gran emporio económico.¿En Colombia hay o habrá verdad, justicia y reparación?Si se sigue dependiendo sólo de los verdugos, no. Si la justicia no asume su responsabilidad en investigar los hechos y no limitarse a las declaraciones de los verdugos, no creo que la haya. Además, como escribo en el informe, el primer paso para la verdadera justicia es el justo castigo de los victimarios. No basta sólo con exponer la verdad, hay víctimas que saben quién asesinó a sus familias pero no se castiga al victimario. Es un compromiso del Estado y estamos muy lejos de eso. Soy pesimista en cuanto a la realidad, pero creo que el Estado puede hacer mucho si asume eso como su objetivo, si redefine su papel ante la violencia de los ilegales.¿Antes de 1999 se habían registrado otros grupos paramilitares en el Valle?También debo hacer una aclaración que me parece pertinente. Nosotros preferimos llamar la llegada de las AUC y no del paramilitarismo, porque a nuestro juicio ya había paramilitarismo en el Valle y esas redes no se habían acabado. La masacre de Trujillo (entre 1988 y 1994) significa que ya había paramilitarismo en el Valle y esa vinculación entre el poder emergente del narcotráfico, los intereses de esos terratenientes y la inteligencia del Batallón Palacé, todavía subsistían.Que sean el coronel Amor y el coronel Hani Jimeno, responsables del Batallón Palacé durante los tiempos de ciertas masacres entre 1999 y 2001, nos indica que la relación existía. Que nosotros hayamos marcado el inicio de las AUC al Valle con los hechos de La Moralia el 31 de julio de 1999, obedece al ejercicio propagandístico de las propias AUC, es decir, fue el primer momento en que hicieron una acción militar de envergadura y se definieron a sí mismas como AUC públicamente, llamaron prensa e hicieron todo el jolgorio del caso. Es por eso nada más.¿Cómo se modificaron las dinámicas del narcotráfico en el Valle con la llegada de las AUC? Esa fue una pregunta de mucha discusión dentro del grupo de investigación porque tratábamos de explicarnos cómo es posible que una fuerza del tamaño de los paramilitares de las AUC entraran a un terreno de tanto poder económico y militar sin que hubiera un solo conflicto. Aquí estaba Chupeta, el clan de los ‘Herrera’, Varela, ‘Don Diego’, ‘Rasguño’. Eso lo reconoce ‘HH’ en una declaración que dio en agosto de 2008 a Semana y a Verdadabierta.com, que llegaron a un sitio que era muy complicado entrar, a no ser que la entrada haya sido consentida. Es lo único que lo explica. Ahora, cómo me voy a meter como fuerza paramilitar en un sitio donde el Ejército y la guerrilla tienen una confrontación tremenda. Pelear con los dos no es estratégico. Cómo fue posible que un contingente paramilitar llegase a ese terreno donde había presencia narcotraficante armada hasta los dientes, el Ejército del Palacé de Buga y la guerrilla y haber podido entrar como Pedro por su casa desde el norte. A 15 minutos de Tuluá en el centro del Valle realizaron una operación sin que nadie interpusiera ningún obstáculo. Eso es difícil de creer. La muerte de ‘Román’ se da por un susto de los otros clanes narcotraficantes de que ‘Don Diego’ tenga todo el poder de los paramilitares. Eso podría generar una guerra, porque los otros también son poderosos y si dicen que las AUC sólo están de parte de ‘Don Diego’. ¿Se imagina qué hubiera pasado en la guerra entre Varela y ‘Don Diego’ en 2003 y 2004 en el Valle? ¿Quién solucionó ese conflicto? Lo solucionó Macaco que era un paramilitar con muchos intereses en toda la región pacífica. ¿Cómo piensa que será la restitución de tierras con la Ley de Víctimas? En un informe del 2010 con el recién posesionado ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, había posiciones encontradas sobre las reales cifras de tierras despojadas a campesinos en el Valle, sobre todo en el norte, donde hay tanta influencia narcotraficante. Es muy difícil cuando el Estado no tiene certeza de quién posee las tierras y a quién se las quitaron. Para restituir algo hay que conocer las dimensiones del problema. Primero hay que saber qué pasó, cómo y cuáles son las cifras, que no las tenemos. Una vez hecho eso habría que ver cómo se hace una restitución. Lo principal es que el Estado haga una enmendación de ese primer error que es no saber quién posee la tierra, quién se la robó a quién, cuáles son las cifras reales de ese despojo.¿Cuál sería entonces el balance de Justicia y Paz? Yo soy menos optimista que las personas de la Comisión (CNRR). Primero, aplaudo la iniciativa de la Ley de Víctimas, donde hay un espíritu de favorecer a la víctima antes que al victimario. Pero a mí no me ha gustado el espíritu de la Ley de Justicia y paz, porque me parece que premia al verdugo y lo pone como centro de la verdad y de la reparación. Inclusive en los procesos de reintegración vemos premiación de los verdugos en detrimento de la víctima. Ninguna víctima o persona del campo tiene garantizado un sueldo, trabajo, vivienda o ningún otro beneficio y el que ha empuñado el arma sí. Nos preguntamos por qué. Porque detrás de ese modelo hay un chantaje soterrado. Como el conflicto sigue, está allí como fuente, entonces el verdugo puede decir: o me cumples con esto o yo vuelvo a la guerra. Planteado el asunto así, termina perdiendo el Estado, es mi opinión personal. La guerra sigue y hemos diseñado un modelo para el fin de una guerra, para un postconflicto, cuando estamos todavía en un conflicto que se demora en tener solución.

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