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El complicado reto de vencer la violencia en el Distrito de Aguablanca

En el Distrito ocurre el 40 % de los asesinatos de todo Cali. El rival de la Policía son los grupos criminales; el de la comunidad: el hambre.

6 de octubre de 2013 Por: Laura Marcela Hincapié S. | Reportera de El País

En el Distrito ocurre el 40 % de los asesinatos de todo Cali. El rival de la Policía son los grupos criminales; el de la comunidad: el hambre.

Es como en el fútbol. Hay que mirar las fortalezas y debilidades del rival. Estudiarlo. Conocerlo. Y luego ¡pum!, atacarlo. Eso es, para el mayor Mora, lo que hace a diario un policía en el Distrito de Aguablanca: jugar un partido contra el crimen. Uno muy difícil. Uno que hoy las autoridades parecen ir perdiendo. El mayor es el encargado de todo el sector: comunas 13, 14, 15, 16 y 21 (oriente de Cali). Es quizá uno de los hombres más ocupados de la ciudad: en la semana hay unos 30 capturados; entre sábado y domingo se pueden presentar hasta ocho homicidios; cada día puede haber una balacera, una riña, un robo, una extorsión. Muchas víctimas.El Distrito de Aguablanca sigue siendo la zona más violenta de Cali. Allí, donde viven 748 mil habitantes, ocurre el 40 % de los homicidios de la ciudad.671 personas han sido asesinadas entre enero y septiembre de este año, porque alguien quiso tomar venganza, por la intolerancia de un vecino, porque no se dejó atracar, porque le debía dinero a un delincuente. O porque sí. Porque en Aguablanca, a veces, no se necesitan razones. Ir a la tienda, cruzar la calle, pararse en la esquina de la casa, es riesgo suficiente para terminar muerto por las balas que disparan los miembros de las 72 pandillas que la Policía tiene identificadas. La hija de Erlyn, por ejemplo, estaba caminando hacia su casa, cuando quedó herida en un enfrentamiento entre dos bandas del barrio Puerta del Sol. Fue el pasado miércoles. La pequeña de 10 años recibió un impacto cerca al corazón. No hubo nada qué hacer. Esa mamá, que hasta el pasado viernes seguía reuniendo el dinero para enterrar a su niña, ahora siente una lápida encima: a su otra hija, de 12 años, la amenazaron porque le contó a la Policía cómo mataron a su hermanita. Esos 671 homicidios ocurridos en el Distrito, una cifra que de por sí ya es grave, revelan otra preocupación: hubo 112 casos más que en el mismo periodo del 2012. Un aumento del 17 %.Los 929 policías que vigilan la extensa zona se enfrentan a oponentes cada vez más fuertes. Ahora no son simples delincuentes de barrio. Hoy la pelea es contra las bandas criminales que buscan controlar el sicariato, el microtráfico, la microextorsión. Parte de las causas de que Cali sea la única capital del país donde no han bajado los asesinatos -en el primer semestre de este año aumentaron un 16 %- se puede encontrar en estos 75 barrios del oriente. Un terreno donde, como en el fútbol, se han hecho varias jugadas de ataque. Pero ninguna le ha ganado a la violencia. Errores tácticos El mayor Mora ahora saca un bolígrafo de su maletín y hace una lista de todas las medidas que se han aplicado en el Distrito. Habla, por ejemplo, del toque de queda para menores de edad, de la restricción al porte legal de armas, la recuperación de parques, el control de vehículos, las requisas en los establecimientos nocturnos.Pero enumerar los resultados es más difícil. A pesar de esas acciones, en los nueve meses de este año en todas las comunas de Aguablanca se incrementaron los homicidios. En la Comuna 13 -según cifras de la Policía Metropolitana- el aumento fue del 21 %, en la 14 del 16 %, en la 15 del 21 %, en la 16 del 4 % y en la 21 del 38 % (ver mapa). El partido, entonces, no se va ganando.Las autoridades -dicen los analistas- están cometiendo errores tácticos. Uno de esos sería la orientación del toque de queda para menores de edad. Muchos habitantes, que en un comienzo pensaron que esto ayudaría a reducir la delincuencia juvenil, hoy no le creen a la medida que ya cumplió un año.Y no le creen porque la mayoría de los pelados no hacen caso. Así que cada fin de semana la escena se repite: los policías y funcionarios de la Secretaría de Gobierno recorren las calles con megáfonos advirtiendo a los menores que no pueden estar en la calle; algunos se esconden en casas de vecinos; otros, los más desobedientes, son llevados a una comisaría móvil donde se les explica la medida; luego los papás los recogen. Termina el control. El máximo castigo que reciben algunos, cuando no aparece un acudiente, es pasar un rato en la estación de policía. Pero solo un rato. Solo eso porque la ley no permite tenerlos en esos sitios. Para los policías que cubren el Distrito el toque de queda sería más efectivo si se adecuara un sitio donde retener a los menores al menos por 24 horas. Más errores: el toque de queda rige desde las once de la noche hasta las seis de la mañana, pero la mayoría de los asesinatos se comete entre las seis de la tarde y las doce de la noche. Eso quiere decir que la restricción debería empezar más temprano. Sin embargo, el secretario de Gobierno, Carlos José Holguín, defiende el toque de queda tal como está. Recuerda que el pasado jueves estuvo en un consejo de seguridad en la Comuna 13 y -según él- la ciudadanía pidió mantener la medida.Para el funcionario la restricción no es pedagógica y sí tiene un serio castigo: si no aparecen los padres, los adolescentes quedan a disposición del Instituto de Bienestar Familiar (Icbf).La vigilancia también necesitaría replantearse. Aunque este año se crearon 28 cuadrantes más en las cinco comunas de Aguablanca, al pasar de 76 a 104; expertos en seguridad ciudadana creen que esta zona debería tener, por lo menos, 200 cuadrantes. Eso, teniendo en cuenta que -además de los 75 barrios- existen 23 asentamientos subnormales donde los grupos criminales crean puntos ciegos para las autoridades. Por eso, la Policía ya estudia el concepto de microcuadrantes, que permite focalizar el esfuerzo. En la Comuna 15, de hecho, ya están funcionando. El comandante de la estación de Policía de El Vallado, mayor Rojas, cuenta que esta estrategia ha servido para reducir la delincuencia en algunos parques donde se vendían drogas y pactaban asesinatos. Otro lío es la falta de denuncia. El mayor Mora explica que hoy la Policía se concentra en eso, en que la comunidad empiece a confiar. Pero ese sí que es otro partido difícil de ganar. Javier, un líder del barrio Calimio Desepaz, no quiere volver a confiar. Hace poco lo hizo. Acudió a una estación para denunciar el reclutamiento de menores de parte de bandas criminales. A los tres días, cuatro tipos lo siguieron, lo golpearon, le fracturaron los diez dedos de las manos. “¿Y qué hizo la Policía?” Otros ni siquiera pueden quejarse. El año pasado un señor del barrio El Vergel denunció la existencia de un expendio de drogas al lado de su casa. Tampoco logró nada. A los dos días lo asesinaron. Pan o plomoSi los policías de Aguablanca juegan un partido contra el crimen, los habitantes de esta zona también se enfrentan a un rival difícil de esquivar: el hambre. Carlos Cuero, director de la Corporación Señor de Los Milagros (barrio El Retiro), sabe de eso. Sabe que en el Distrito hay una ley: pan o plomo. Si la gente no tiene qué comer ni puede estudiar ni trabajar, salen a la calle a buscar lo que no hay en la casa. Entonces -dice- la inseguridad no es la causa, es la consecuencia. “Mientras en el Distrito las personas no tengan resueltas sus necesidades básicas, la violencia no se va a acabar”. Eso también lo sabe la Policía. Lo reconoció, incluso, el nuevo comandante de la Metropolitana, coronel Hoover Penilla, el día de su posesión: “en Aguablanca hay un problema social que tenemos que mirar; la estrategia policial no es la única solución”. Y no lo es porque este año el Distrito tiene 206 policías más y, aún así, se han presentado más asesinatos que en el 2012. Por eso aquellos que trabajan con jóvenes en alto riesgo tienen una misma petición: inversión social. La hermana Alba Estela Barreto da fe de que esa sí es la solución. Al menos así ocurrió con dos mil expandilleros que atendió su Fundación Paz y Bien y que hoy tienen un trabajo legal. El problema es que solo fueron dos mil porque no hay más apoyo. Porque -dice la hermana- su labor se sostiene solo de ayudas internacionales. Pero si existiera un plan municipal de reinserción para jóvenes pandilleros, serían muchos más. Esa es la propuesta del personero de Cali, Andrés Santamaría, quien afirma que esto, acompañado de programas de vinculación al sistema educativo y laboral, ayudaría a reducir los homicidios en la ciudad. Ayudaría mucho, teniendo en cuenta que -según un estudio de la Personería- en Cali hay 134 pandillas, conformadas por 2.134 niños y adolescentes, la mayoría provenientes del Distrito de Aguablanca. El Secretario de Gobierno, sin embargo, insiste en que la Administración Municipal sí está haciendo una labor social en el Distrito. Uno de esos -explica- es el programa Colectivo de Oriente, en el que participan 400 jóvenes de las comunas 13, 14 y 16. Pero el problema sigue siendo el mismo: solo son 400. Entonces, como en un partido que se va perdiendo, en Aguablanca urgen cambios para lograr una victoria.

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