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Conocidos describen a autor de la masacre en Realengo como un hombre trabajador y callado

Marcial Dorado acabó con la vida de cuatro personas durante una celebración en el barrio Realengo, de Cali. Luego, fue ultimado por uno de los asistentes. Sobreviviente relata los angustiosos momentos.

24 de agosto de 2010 Por: Yesid Toro Meléndez | Reportero de El País

Marcial Dorado acabó con la vida de cuatro personas durante una celebración en el barrio Realengo, de Cali. Luego, fue ultimado por uno de los asistentes. Sobreviviente relata los angustiosos momentos.

Si no hubiera cerrado sus ojos y fingido durante diez minutos que estaba muerta, Doris Castillo estaría hoy en un ataúd al lado de sus cuatro vecinos, asesinados en la madrugada del domingo por un hombre enloquecido por la embriaguez. Ella fue la única que sobrevivió a la masacre del Realengo, en Terrón Colorado. Doris vivió para contarlo, pero no corrieron la misma suerte su amiga, Nelly Garrido, ni Germán Antolines Góngora, ni José Willis Vargas; tampoco el muchacho de 15 años que se atravesó por cosas del destino en el camino del frenético homicida. Incluso, hay quienes lloran al que causó esta desgracia. Ayer el nombre de Marcial Dorado se escuchaba en cada esquina, en cada empinada calle de este sórdido sector, al que tuvieron que llegar desde muy temprano cerca de 50 policías del Grupo de Operaciones Especiales de la Policía, Goes, para evitar que se conjungaran venganzas contra la familia del que ahora es conocido en el barrio como el “asesino endemoniado”. “Es que dicen que se le metió el diablo. Nadie lo podía creer. Ese tipo era muy callado y trabajador, no se metía con nadie”. El que se atreve a hablar lo hace entre dientes. Es un habitante del vecindario, quien incluso se arriesgó a decir que a Marcial lo sacaron porque con el mareo de su embriaguez estaba ensuciando el piso de la tienda donde estaban tomando y celebrando el cumpleaños de Germán Antolines. Humilde e introvertido, maestro de construcción, padre de una hija, esposo y residente durante cinco años del sector. Así recuerdan al hombre que terminó con cinco balazos en su cuerpo, tras causar el cuarto homicidio múltiple registrado en Cali en el último año.Doris permanece con una bala incrustada en su espalda, a ella fue la última a la que Marcial le disparó. “Nelly (Garrido) y yo habíamos salido de la casa donde se celebraba el cumpleaños, que no es como dicen, una fiesta, sino que allí hay un tomadero y estabamos celebrando. Minutos antes vimos salir a Marcial, pero callado, como era él”. Los instantes posteriores son recordados por Doris en medio de un prolongado temblor en las manos. “Primero oímos un disparo como dos calles abajo, por El Caño- sector de Terrón Colorado-, donde vivía Marcial. Luego vimos que le disparó a Germán, siguió, y al vernos corriendo hacía la tienda, nos atacó. Nelly cayó boca abajo y yo encima de ella. Primero grité, que nos ayudaran, que ella se moría, pero me tocó quedarme callada”, relató la madre de dos hijos, quien fue dada de alta ayer.“Si no me hago la muerta, que casi lo estaba, me habría matado. Estaba como loco, muy borracho y disparaba sin parar”, recuerda la sobreviviente.Para cuando Doris fingió, Marcial ya había matado a José Willis Vargas, cuñado de Nelly. “Le pedí a mi Dios que me ayudara, pensé que era el final porque él venía con ganas de seguir dando bala, pero a le dispararon y todo acabó. Se me nubló la visión y cuando desperté estaba en un hospital”, agrega. En la tarde del lunes Doris llegó al barrio tras ser dada de alta. Pero muy pocos la esperaban. Frente a la casa con placa No 9-35 de la Calle 19, una multitud esperaba eufórica la llegada de los féretros con tres de las víctimas. Al joven de 15 años decidieron velarlo en una funeraria. El aire olía a cigarros, el barrio estaba agitado.A pesar de la cantidad de policías “el ambiente es pesado”, dice uno de los uniformados que vigila la calle con un fusil de fabricación israelí. El de Terrón es el cuarto velorio que la Policía Metropolitana ha tenido que custodiar en menos de un año.La Policía mantendrá las unidades del Goes en el sector, para evitar que durante los días de velación se registren alteraciones del orden público por las venganzas familiares y porque se sospecha que en la zona circulan armas. Las autoridades hallaron al lado del cuerpo del embriagado asesino un revólver 38 largo con nueve cartuchos. Se cree, tras las primeras pesquisas, que Marcial disparó al menos 35 proyectiles. Ocho de esas balas impactaron en sus víctimas. Anoche, en el barrio había música de Darío Gómez, de despecho, como la que escuchaban el día de la matanza.

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