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“Colombia se ha tardado mucho tiempo en hablar de víctimas”, Viviana Valz

Viviana Valz, experta en la atención de víctimas del conflicto, habla de los retos que debe enfrentar Colombia en la materia.

7 de julio de 2011 Por: Daniel Suárez | Redacción de El País

Viviana Valz, experta en la atención de víctimas del conflicto, habla de los retos que debe enfrentar Colombia en la materia.

Luego de conocer el Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación redactado en el 2003 sobre el conflicto armado peruano, este país ha centrado sus esfuerzos en mejorar el estado mental de las víctimas para evitar que se repitan los desmanes de integrantes de grupos ilegales como Sendero Luminoso y las Fuerzas Armadas.La psicóloga y psicoanalista Viviana Valz Gen, quien se desempeña como coordinadora del proyecto Wiñastin para la atención y promoción en salud mental en Ayacucho, explicó a El País su experiencia y brindó recomendaciones sobre la atención psicosocial de las víctimas de la violencia en Colombia.La experta fue invitada por el Ministerio de Protección Social, la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación y la Agencia de Cooperación Japonesa, Jica, para realizar un diagnóstico sobre la atención de las víctimas en tres departamentos, incluido el Valle del Cauca.¿Cuáles deben ser los puntos básicos para una atención psicosocial?Para empezar, debe haber una mirada y un análisis integral del problema de la violencia. Y luego pasar a reconocer aquello que se hizo y lo que se dejó hacer.Casi siempre se utilizan medidas aisladas como para atender una situación de emergencia y la atención psicosocial plantea un trabajo más allá. A partir de ese análisis se deben crear alternativas para que esos problemas no se vuelvan a repetir.Por ejemplo, en Colombia se ha tomado mucho tiempo para poder hablar de víctimas. Aún se tratan a los desplazados y víctimas como categorías distintas.Si hablamos de este tipo de acompañamientos ¿sólo debe hablarse de la salud mental de las víctimas y victimarios?Si, pero entendiendo la salud mental como bienestar. Esto no tiene que ver sólo con lo emocional, porque incluye a toda la persona en su conjunto, con su problema cotidiano, con su falta de trabajo, con su pobreza, su dolor, sus problemas físicos relacionados con lo emocional.Un enfoque psicosocial siempre debe tener dentro de sus propuestas un cambio, o sea, atender y atender para que todo siga igual no es lo más saludable, porque cuando terminemos una vez más los problemas se van a seguir dando. La idea es apuntar a generar una conciencia sobre la problemática y poder cambiar.¿Cómo ha sido el acompañamiento a los victimarios en Perú?En el Perú básicamente se han atendido víctimas. Todavía no es fácil que las personas digan yo he sido victimario. Porque si yo he sido miembro de Sendero Luminoso, lo mejor que le puede pasar a esa persona es que se hayan olvidado de él, diluirse un poco en la población y que no se note su vinculación con un grupo armado. En el conflicto armado peruano hubo atropellos por parte del Estado ¿cómo ha sido ese proceso de reconciliación y reparación? En el caso de las Fuerzas Armadas ha habido un proceso interesante en los últimos años por su reconocimiento de la actuación dentro del conflicto, que no fue la mejor. La Policía Nacional desde hace varios años está discutiendo su rol. Dicen: ‘hemos cometido crímenes de lesa humanidad, tenemos tanto victimarios como víctimas y vamos a ocuparnos de ellos’. Y lo reconocen abiertamente, y esto es completamente saludable desde el punto de vista de la salud mental porque le permite a la institución fortalecerse. En cambio la Marina niega algunos eventos tristes que protagonizó y que generaron terror en la población, todavía sostiene la idea de que los trapitos sucios se lavan en casa y tratan de construir relatos sobre los hechos que no se ajustan a lo sucedido, sino más bien como una historia oficial. Los mismos miembros de la Marina a veces han dicho: ‘no, lo que yo recuerdo fue esto y esto’, y entonces otros salen a decir que ya está la versión oficial y que quienes la sostengan así van a tener su apoyo. Ellos sostienen: ‘hemos defendido al país, estuvimos en una guerra interna, no tenemos víctimas, nunca hemos sido victimarios’.¿Qué puede aprender Colombia de la experiencia peruana en la atención de las víctimas?Yo creo que ambos pueden aprender. Entre Perú y Colombia hay situaciones similares en cuanto a los hechos de violencia. En Perú estamos en un postconflicto, cosa que no sucede en Colombia.Aquí tu lo percibes todo el tiempo y es muy curioso porque siendo los colombianos tan amables, se observa también cómo la violencia está presente en la vida cotidiana, además se convoca a la gente pero luego se olvida. La violencia se expresa en lo cotidiano y en las relaciones en el interior de las familias.Creo que de repente nosotros hemos avanzado un poquito en el tema de la construcción de una propuesta de reparación. Tenemos que compartir mucho en nuestros desaciertos. ¿Cuáles fueron las marcas que dejó la violencia en Perú?Lo que hemos observado es cómo el terror y el miedo se van transformando a lo largo de los años en desesperanza. La manera de la gente de ver el futuro, todo le da lo mismo.Una cosa que se comenzó a ver en el postconflicto era que no había proyecto o programa que funcionara, y veíamos que teníamos el financiamiento, los recursos y una buena propuesta. Durante el conflicto lo que se impuso fue el silencio. Apareció la desconfianza entre las personas y las autoridades. Esto día a día se fue agudizando y surgió la desconfianza en uno mismo, los jóvenes se preguntaban ¿para qué voy a estudiar? ¿qué sentido tiene? si luego pasa lo que pasó acá: la gente muere y desaparece.¿Cómo califica la atención psicosocial en Colombia?Hay un gran esfuerzo de las personas y están desarrollando este enfoque, algunos dicen que no queda claro o no se entiende. Veo que aquí la demanda es tan grande, que no queda tiempo para sentarse y saber qué se está haciendo.El campo de la salud mental se está orientando mucho hacia la atención clínica. Pero el enfoque psicosocial debe ser integral para generar espacios donde las personas puedan discrepar sin que algo violento se genere.Lo que debemos trabajar siempre es la indiferencia, que es sumamente violenta. Lo que pasa es que no se siente.En el Valle hay víctimas de distintos actores como la guerrilla, los paramilitares y el narcotráfico ¿qué análisis hace de la situación en el departamento?De los participantes del Valle he escuchado que no hay suficiente capacidad desde el Estado para poder atender a todas las personas y que la atención no tiene en cuenta la dimensión cultural de las personas, no entienden por ejemplo qué es un psicólogo.También es difícil porque si ahora hay narcotráfico, esto genera una línea de corrupción que daña muchísimo a las personas en su integridad. Más allá de los asesinatos, hay un sentido común que se va metiendo en la mente de las personas y en los niños que crecen, que es el poder del dinero: yo tengo dinero entonces yo compro, compro tu silencio, todo te lo puedo comprar. Eso es bien difícil de transformar, porque esa corrupción del narcotráfico se va metiendo por otros canales de la vida cotidiana.

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