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Así estafan por teléfono a los caleños desde las cárceles, ¿cómo protegerse?

Estafas a través de llamadas preocupan a la Policía. Las víctimas pierden sumas de hasta $30 millones.

23 de febrero de 2015 Por: Elpais.com.co

Estafas a través de llamadas preocupan a la Policía. Las víctimas pierden sumas de hasta $30 millones.

“Tío, quería darle una sorpresa, le pedí a un amigo que me recogiera en el aeropuerto de Palmira y en el camino de regreso, la Policía nos paró y encontró un arma de fuego y un kilo de droga en el baúl, dicen que nos va a llevar presos, ayudeme tío, sino paga lo que le dicen me meten a la cárcel”.

Ese es el mensaje que Rodrigo recibió al teléfono fijo. Quien le hablaba era supuestamente su sobrino que vive en Australia y que inesperadamente había llegado al país de visita. Segundos después, otro interlocutor que dice ser comandante de la Policía, le confirma que debe consignar $20 millones, de lo contrario su único sobrino será judicializado por tráfico de estupefacientes.

El asustado tío consignó los $20 millones, lo hizo durante toda una tarde en varias sucursales donde se reciben giros de manera rápida.

Rodrigo cayó en una de las formas de robo que se ha disparado en la ciudad, la estafa desde las cárceles. La modalidad consiste en que los internos desde las prisiones de Ibagué, Manizales y Bucaramanga están engañando a los caleños para que les consignen sumas de dinero que van desde los $5 millones a $30 millones, a cambio de que un sobrino, tío o hermano no sea puesto tras las rejas.

Casos como estos se repiten en promedio diez veces en una semana en la oficina del Gaula de la Policía, en Cali.

Así lo confirma el coronel Iván Gualdrón, comandante de esta área operativa, quien indicó que, aunque no todas las personas les pagan a sus interlocutores, sí le preocupa que muchos pierden el control de tal manera que terminan presas del pánico.

Hace pocas semanas la noticia de un secuestro masivo en el kilómetro 18 puso en alerta al Gaula. Después de hacer el rastreo por la zona durante horas y no encontrar ningún plagio, los investigadores descrubrieron que un hombre había sido engañado con un caso similar.

“Él recibió una llamada de su supuesto sobrino diciéndole que lo había retenido la Policía, que lo ayudara porque se lo iban a llevar. El señor, sin caer en cuenta, fue dando datos. Le preguntó si estaba en Cali y poco a poco el delincuente lo trabajó para darle credibilidad a la historia. Sin embargo, de un momento a otro le dijo que se lo iban a llevar a los juzgados de Paloquemao (en Bogotá), por eso empezó a sospechar que algo estaba raro y acudió al Gaula temiendo que era un secuestro”, relató un amigo de la familia víctima de la estafa.

El sobrino del denunciante llegó ese día desde Bogotá para celebrar un matrimonio en zona rural de Dagua. Coincidió que se trataba de una ceremonia en la que decidieron apagar los celulares, por lo que cuando el asustado tío llamaba al joven éste no contestaba.

Es precisamente el miedo el que lleva a que los ciudadanos no cofirmen los datos que el delincuente les está suministrando. El siquiatra Óscar Díaz, explica que las mentes de los criminales están capacitadas y tienen destrezas comunicativas que hacen que la víctima pierda el control.

“Tocan una parte muy importante del ser humano que es la familia, por eso la víctima termina cediendo sin darse cuenta a las pretensiones del delincuente y sin pensarlo queda en una especie de encrucijada que no le permite razonar para tomar la decisión más oportuna: calmarse y corroborar lo que le están diciendo”, precisa Díaz.

El coronel Gualdrón señala que la estafa telefónica desde las cárceles ha aumentado significativamente y ocupa hoy el 60 % de los casos denunciados ante el Gaula en Cali.

El otro 40 % corresponde a la extorsión. ¿Cómo logran estas personas desde la prisión obtener los datos personales de sus víctimas? Los investigadores señalan que en muchos casos, son otros reclusos los que le entregan información a los estafadores desde las cárceles, con el fin de recibir algún privilegio en su estadía en la prisión, bien sea comida, una colchoneta o una llamada.

En otros casos, buscan los números en los directorios telefónicos y eligen al azar.

Para este investigador, los delincuentes han entendido que es más fácil engañar a las personas con temas tan sensibles como un pariente en peligro, secuestrado o que va a ser capturado, a que alguien termine creyendo que son los comandantes de un frente guerrillero y que piden dinero para no declararlos objetivo militar.

En el top de los nombres de organizaciones delictivas más utilizadas por los internos que estafan desde la prisión figuran ‘los Rastrojos’, ‘Urabeños’, ‘Águilas Negras’ y, recientemente, alias Porrón, capturado hace una semana y que era uno de los más buscados en el Valle del Cauca por su historial en homicidios, extorsiones y tráfico de drogas.

“Simplemente los internos buscan cuál es el nombre del delincuente o banda más sonado en los medios de comunicación y lo usan como franquicia para delinquir”, agrega Gualdrón.

Aunque el Gaula no es la oficina encargada de llevar las investigaciones de estafas, sus funcionarios son los primeros en recibir a los denunciantes que luego son redireccionados al Cuerpo Técnico de Investigación, CTI, que lidera los procesos para imputar cargos a los implicados en estas redes criminales.

Los expertos en estas denuncias les recomiendan a las personas que reciben este tipo de llamadas que primero se debe confirmar la información con los familiares más cercanos, no desafiar al interlocutor y acudir a la Policía.

Si tiene identificador de llamadas las autoridades podrán rastrear el número y determinar de qué sitio se hace la estafa.

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