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“Mi papá me dijo: ‘Si considera que puede estudiar y responder por su hijo yo lo sigo apoyando’”, miguel muñoz, odontológo, que fue papá a los 18 años. | Foto: Archivo El País

DÍA DEL PADRE

¿Cómo es ser papá a los 20, los 40 y los 60?

Tres momentos distintos de la vida y la misma responsabilidad. Tres visiones para reflexionar en un día especial.

18 de junio de 2017 Por: Redacción de El País 

Estudios realizados en Francia demuestran que la edad promedio para ser papá está alrededor de los 32 años, sin embargo, las últimas estadísticas arrojan que 1 de cada 10 bebés son hijos de padres mayores de 40 años, una cifra que ha aumentado un 18 % en comparación con otras décadas.

Según médicos y psicólogos, los padres mayores de 60 años tienen menos tolerancia a las actividades físicas de sus hijos, a quienes perciben como hiperactivos. En los padres de más de 40 años la incidiencia de autismo en sus hijos es seis veces mayor, al igual que los problemas de crecimiento. En papás mayores de 50 años aumenta cuatro veces el riesgo de tener hijos con Síndrome de Down.

Sin embargo, los papás menores de 20 tampoco la tienen más fácil, pues carecen de la madurez suficiente y pueden estar agobiados por su situación financiera.

Aquí, retos de la paternidad según la edad.

“Tener un hijo siendo joven es un polo a tierra”

“A los 21 años aún te están formando. Cuando eres padre te vuelves un niño de nuevo y vas madurando de la mano de ese hijo que te enseña tantas cosas”, dice el actor caleño Héctor ‘El Mono’ Mejía, papá de Karina Alejandra, de 14 años.

“Ser padre a temprana edad hace que no seas el experto que se las sabe todas a la hora de dar consejos. Permite mirar juntos los problemas
y aprender unidos a salir de ellos”, agrega.

Según la psicóloga Frauky Jiménez los hijos de los padres de 20 años “son niños que, muchas veces, no fueron planeados, la situación económica de los padres no siempre es la mejor, las familias de ambos les ayudan y los que no tienen red de apoyo familiar trabajan como locos para mantenerse ellos y a sus hijos”.

Ella asegura que “muchos de estos padres precoces ya en la edad madura recuerdan estos eventos como difíciles, pero a la vez con la satisfacción de haber logrado tener éxito en su tarea como padres. Pues los que se comprometen luchan mucho por salir adelante. El padre joven debe dejar de lado muchas actividades de su edad, como la rumba, para que el dinero y el tiempo alcance para sus hijos”.

Ese es el caso del odontólogo Miguel Muñoz, quien fue padre a los 18 años y confiesa: “Asimilar que iba tener un hijo a tan temprana edad no fue nada fácil, mi mayor miedo fue pensar que no podía seguir en la universidad. Hoy, cinco años después, me di cuenta que lo mejor de ser padre joven es tener una razón para salir adelante”.

Dice que una ventaja de ser padre a los 18 años fue adquirir responsabilidades y madurar más rápidamente, “mi hijo se convirtió en mi polo a tierra, me cambió la vida totalmente”. Cuenta que la mayor parte de su carrera trabajó en un restaurante los fines de semana de 5:00 a.m. a 8:00 p.m. “Terminé sin atrasarme y ahora tengo un buen trabajo, muchos proyectos y un hijo que ya tiene 5 años”.

“Padres maduros, hijos planeados”

Los 40 años son, para muchos hombres, una edad ideal para ser padres. “Los hijos generalmente son planeados, al punto en que estos papás se fijan hasta metas financieras para garantizar su educación y su salud”, afirma la psicológa clínica especialista en terapia de pareja Frauky Jiménez.

Según ella “son padres conscientes de la responsabilidad que tienen y pueden llevar a cabo estas metas, hablan más con sus hijos, tienen la madurez en su relación de pareja, lo que les permite tomar decisiones acertadas para la familia”.

No todo es color de rosa: también hay menos energía física que a los 20 y los padres sufren por perder una gruesa cuota de independencia con la llegada del hijo, cuando estaban acostumbrados a darse todos los gustos con su pareja sin pensar en la sillita del carro, el cambio de pañales, las noches de desvelo y demás realidades que conlleva la crianza.

“La diferencia generacional con los hijos puede romper puentes de comunicación”, advierte la psicóloga Jiménez.

Pero el economista Camilo Millán asegura: “Esa brecha generacional abierta entre ambos se compensa con la tranquilidad, la paciencia, el cariño y la experiencia que uno como padre mayor le puede proporcionar a su hijo”.

El exprimer ministro británico Tony Blair no ocultó su nerviosismo al convertirse en padre junto a su esposa, siendo ambos mayores de 40 años y aun teniendo resuelta la parte económica.

David Kesterton, del Family Planning Association, dice que los padres de más edad tienen una relación diferente con sus hijos a la que logran los más jóvenes: “Son más conservadores, aunque tienen una perspectiva de sabiduría. Los papás veinteañeros o treintañeros se pueden sentir más cercanos a sus hijos, aunque más
presionados”.

Si los hijos son deseados, es más fácil perder o ceder espacios de comodidad para entrar al caótico y hermoso mundo de un bebé.

“No es mi nieto, es mi hijo”

A quienes se convierten en padres después de los 60 se les llama ‘Start Over Dad’, literalmente ‘padres que empiezan de nuevo’. Muchos de estos casos se presentan porque hombres ya adultos se enamoran de mujeres muy jóvenes y vuelven a los pañales y a los teteros cuando ya son abuelos para satisfacer el deseo de realización de su joven esposa.

Esposas de la edad de las hijas e hijos de la edad de los nietos es el panorama que por lo general se ve en este tipo de casos. “Tuve a mi tercera hija a los 57 años. Fue producto de un romance que duró poco, sus hermanos de 24 y 36 años la recibieron con mucho cariño y es la consentida de la familia”, reconoce Diego Moreno, médico oftalmólogo, padre de Mariana.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que, según expertos, esta es una edad tardía para ser padre. “Probablemente una persona cercana a los 60 años no estará tan dispuesta para los juegos de sus pequeños. Suelen ser padres más consentidores pero menos pacientes. Lo bueno es que hay, en muchos casos, tranquilidad económica”, asegura Frauky Jiménez.

La psicóloga clinica dice que la desventaja de tener los hijos a edades tardías es que los padres probablemente no conocerán a sus hijos en
la edad adulta y quizá no conocerán a sus nietos. Diego Moreno asegura que su preocupación al tener a su hija a los 57 años es vivir lo suficiente para poder garantizarle una buena educación y su principal anhelo es verla graduada como profesional.

Así crecieron los papás

Para celebrar el Día del Padre, la Universidad de La Sabana publicó los resultados de una investigación que revela cómo han ejercido la autoridad los papás de las últimas tres generaciones.

Los papás baby boomers (Nacidos entre 1920 y 1949)

Basaron sus relaciones familiares en patriarcados, en los que solo por el hecho de ser los ‘hombres de la casa’ y además únicos proveedores del hogar, se sentían con el derecho de ejercer a toda costa el poder sobre la esposa y los hijos.

“Él era el único que podía gastar el dinero, disponía libremente de la voluntad de los hijos y la mujer, sólo él trabajaba y por supuesto era quien mandaba. La esposa, al contrario, tenía que someterse a lo que él dijera e hiciera”, afirmó Andrés Cano, profesor investigador de la Universidad de La Sabana.

Papás de la Generación X (Nacidos entre 1950 y 1979)

Su poder fue cuestionado por los hijos, la pareja e incluso el Estado, pues venían con una herencia muy fuerte de sus padres, donde fueron educados a punta de rejo y gritos; vivieron en carne propia el refrán que dice “La letra con sangre entra”.

En esta generación, la masculinidad estaba asentada en el papel proveedor del hombre y se vio cuestionada por la entrada de la mujer al mundo laboral.

Papás milenarios (Nacidos desde 1980)

Ellos se inclinan más hacía lo racional y teniendo en cuenta que la mujer ya tiene mucho más claro su papel de proveedor, comienzan a aceptar voluntariamente estos cambios, como por ejemplo el cuidado de los hijos. Ya perciben como algo negativo el hecho de castigar o reprimir físicamente a los niños.

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