El pais
SUSCRÍBETE

Una charla con Jeremy Irons, a propósito de 'Tren de noche a Lisboa'

Una charla con el actor Jeremy Irons, recordado por ‘Lolita’, ‘El hombre de la máscara de hierro’ y en TV, ‘Los Borgia’. Ahora nos trae el filme ‘Tren de noche a Lisboa’.

29 de abril de 2014 Por: Patricia Medrano, corresponsal de El País en España

Una charla con el actor Jeremy Irons, recordado por ‘Lolita’, ‘El hombre de la máscara de hierro’ y en TV, ‘Los Borgia’. Ahora nos trae el filme ‘Tren de noche a Lisboa’.

Jeremy Irons aparece caminando despacio, con las manos en los bolsillos, serio, casi tímido ante el bombardeo de los flashes en un salón del elegantísimo Hotel Ritz de Madrid.Lleva una camisa blanca con rayas, un fular vinotinto amarrado al cuello y un chaleco de gamuza negro. Es delgado y alto. Se nota el paso del tiempo en su cabellera rubia ya pintada de canas y en su cara de 65 años. Ahí está esa mirada de intensa melancolía. Pero de pronto sonríe, se ilumina, saca las manos de los bolsillos y deja a la vista una pulsera plateada en su muñeca derecha. Ahí está esa belleza madura, imponente, que trae a la memoria al caballero victoriano de bigote que cortejaba a Meryl Streep en ‘La amante del teniente francés’ (1982), o al padre Gabriel en ‘La misión’ (1986), junto a Robert De Niro.Ha sido villano, mosquetero, escritor, político, amante, banquero inescrupuloso, león y hasta Papa. Este gran actor es ahora un profesor obsesionado en ‘Tren de noche a Lisboa’, la nueva película del director danés Bille August (el mismo de ‘Pelle, el conquistador’ y ‘La casa de los espíritus’, que también protagonizó Irons), que el británico presentó en Madrid hace pocos días.“¿Obsesiones? Las sufro a cada momento, por un trabajo, una historia, mis personajes… mi vida es una serie de obsesiones”.Jeremy John Irons, grande en el cine, en la televisión y en el teatro, lo ha ganado todo. El Óscar, por su papel en ‘El misterio von Bülow’; el Emmy, por su interpretación en ‘Elisabeth I’; el Tony, por la obra ‘The real thing’. Hoy se ríe de los premios y dice que sólo acumulan polvo en una estantería.Irons es pura flema británica. Jamás viviría en Hollywood. Prefiere su castillo irlandés del siglo XV, que restauró en 2001 y pintó de durazno, desatando la furia de sus vecinos. “¡Es que llevaba 500 años gris!”, explica. Le encanta navegar por las costas irlandesas, caminar con sus dos perros, montar a caballo y compartir con su esposa, la actriz Sinead Cusack, y sus dos hijos. “Cuanto más envejezco más valoro pasar tiempo con la gente que me cae bien”, declaró en Madrid.Sí, tiene un castillo, pero en él no hay nada de frivolidad. “Hoy vivimos bajo la ilusión de la democracia. No creo que votar cada cuatro años nos permita cambiar nuestras vidas. Quienes nos gobiernan son las multinacionales que sólo velan por sus accionistas. Los gobiernos llamados democráticos no tratan de resolver la grandísima disparidad entre ricos y pobres”.Su nueva película, ‘Tren de noche a Lisboa’, lo acercó a una de las dictaduras menos conocidas del siglo XX, la de Antonio de Oliveira Salazar, que gobernó Portugal de 1926 a 1974, la más larga de Europa. “La película es un pequeño poema”, cuenta Irons, encantado de haber vuelto a rodar en Lisboa (lo hizo hace 18 años con ‘La casa de los espíritus’), de recorrer sus barrios viejos, la arquitectura destartalada, el río.Los giros de la vida-“Me encantaría ser capaz de dejarlo todo… ¿lo hace frecuentemente?”, le pregunta una optómetra a un profesor, mientras le prueba unas gafas. -“Nunca había hecho algo parecido”, contesta.Un día antes, en Berna (Suiza) ese aburrido profesor (protagonizado por Irons) le salva la vida a una joven a punto de saltar al río. Luego la chica desaparece, pero olvida su abrigo rojo, en cuyo bolsillo hay un libro de un autor portugués desconocido y un billete de tren a Lisboa. Descubrir que en esas páginas están sus mismas reflexiones lo obsesiona hasta el punto de tomar esa misma noche el tren e intentar descubrir quién es el autor. “La vida que vivimos no es necesariamente la que tenemos que vivir, podemos cambiar rápidamente y hacer algo completamente distinto. ¡Sólo se vive una vez y se puede hacer algo muy diferente!”, dice Irons. Además, “todos necesitamos historias de ficción para cambiarnos, es una de las funciones del arte”. Y se anima: “Podemos cambiar nuestras conductas, dando pasos pequeños; si queremos sobrevivir como sociedad, tenemos que cambiar”.Guitarras, faldas y crisisIrons se deja seducir por la energía madrileña (“nada huele como Madrid”), por el jamón serrano y el vino de Rioja. En un programa de TV le regalaron una guitarra española y se puso a tocarla y a cantar, hasta que se acordó que estaba al aire y paró. No necesita posar de seductor. Su sobriedad es seductora. Está orgulloso de sus papales en ‘Lolita’, ‘La misión’, ‘La máquina del tiempo’, ‘La casa de los espíritus’ o ‘El misterio von Bülow’, cuya interpretación de un millonario petrolero le dio el Óscar en 1990. Y recordó su más reciente éxito en la serie televisiva ‘Los Borgia’, en la que encarna al malísimo Papa Rodrigo Borgia. “Estuve 15 meses rodando en Budapest, fue un inmenso placer… y llevar una falda todos los días”.También opina sobre la crisis europea: “Nos dicen que estamos saliendo, pero creo que no. Los gobiernos quieren que sigamos comprando y comprando, creen que si aumentan la producción se acaba la crisis, pero es el camino hacia el caos. Los responsables de la crisis siguen ahí”.El actor, que en 2016 será el mayordomo Alfred, en ‘Batman’, sigue con sus criticas: “Estamos atrapados en esa espiral en la que las grandes corporaciones controlan a los gobiernos y amenazan con llevar sus compañías a sitios donde sea menos caro. Hay que reducir su poder, obligarlas a pagar los impuestos que deben y preocuparse por cerrar la brecha entre los que tienen cada vez más y los que tienen cada vez menos”. Irons también le dice a la gente que se ‘toque’: “Vivimos en un mundo con recursos cada vez más limitados, tenemos que ser personas más sencillas, ganar menos dinero, tener más tiempo”, opina el actor, que propone establecer rutinas de trabajo de dos días semanales y una distribución más equitativa de empleos y riqueza. Y agrega: “Si es verdad que vivimos sólo una pequeña parte de la vida que vivimos, ¿qué pasa con el resto?, lee el personaje de Irons en un tren rumbo a Lisboa. “¿Qué pasa cuando nos damos cuenta que ya no seremos lo que queríamos ser?”.

AHORA EN Entretenimiento