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Una caleña, el gran amor del periodista Manuel Teodoro

La administradora Ana Isabel Zamorano Holguín es desde hace 20 años la esposa del director de Séptimo Día.

17 de noviembre de 2013 Por: Meryt Montiel Lugo | Editora de Domingo de El País

La administradora Ana Isabel Zamorano Holguín es desde hace 20 años la esposa del director de Séptimo Día.

Más ritmo tiene un cojo, ese ‘man’ no baila nada, comentó entre risas Eccehomo Cetina, ex miembro del equipo de Séptimo Día y director de Crónicas RCN, espacio con el que le compite hoy a su mentor, lo que para el cronista “es una honra”, por cuanto no deja de admirar y respetar a Teodoro como profesional y ser humano.Este iconoclasta de la moda, al que no le importaba hace ya varios años presentar en televisión vistiendo pantalones de colores fuertes como rojo, verde o amarillo, porque “se tiene confianza”, como lo advierte Cetina, tampoco baila ni canta bien, pero es un gran melómano, amante del jazz, del rock, de la música clásica e incluso de canciones populares como ‘La saporrita’. “Es inteligente, seductor, conquista porque es un gran conversador, un tipo jovial, con un gran sentido del humor”.Es un actor frustrado al que le sale muy natural imitar a negros, chinos, costeños y hasta a personajes de la vida nacional; un hombre que se lamenta de no haber aprendido a tocar ningún instrumento musical, pero al que le encantaría aprender a tocar piano.Ese mismo hombre que es imitado por el humorista de Sábados Felices Heriberto Sandoval en la parodia Pésimo Día, fue el que se robó hace 20 años el corazón de la administradora caleña, Ana Isabel Zamorano Holguín.Cuenta Ani, como la llama su esposo, que una amiga caleña y su novio la invitaron a pasear a Girardot, pero antes debían recoger a Manuel Teodoro, ese periodista que había vivido en el mismo edificio donde ella residía en Bogotá y que nunca le había llamado la atención.Por insistencia de sus amigos se fue en el carro de Teodoro y “ahí fue el flechazo. Desde el momento que me senté puso música, me gustó, comenzamos a hablar y listo. Desde ese trayecto Bogotá-Girardot estamos juntos”, manifestó Ani a El País.Tras un año de noviazgo se casaron en Cali, ciudad que frecuentan porque, entre otras razones, a Teodoro le encanta, ya que le recuerda a Manila, Filipinas, por su clima, su gente, su arborización. Padres de dos adolescentes, Camila de 16 y Sebastián de 14, la pareja ha convivido 19 años gracias a su amor a toda prueba. En Ani, por ejemplo, no ha hecho mella el desorden que le toca recoger de Manuel en el hogar, “es terrible, espantoso”. Ha tratado con mil estrategias, como la consabida cantaleta, pero nada le ha servido.Tampoco le ha importado que ella sea quien se encargue de las tareas tradicionalmente masculinas en la casa. “Yo instalo los televisores, cuelgo los cuadros, arreglo las cosas de gas, compro los destornilladores, soy la que hago todo”, revela pícaramente Ani, quien también es la que maneja las finanzas del hogar, “gracias a Dios”, admite entre risas.Ani es correspondida. Para su esposo, ella es una mujer “merecedora de mi total admiración, una persona de unos sentimientos fabulosos”, comenta este hijo de Nueva Orleans, Estados Unidos.Luego de tantos años de matrimonio, la caleña sigue admirando a su marido, porque “cuando ha tenido que hacer cambios positivos los ha hecho; por su respeto por la familia, por mí como pareja; porque me incluye en todas sus decisiones, él no hace nada sino me lo consulta”. Es un hombre transformado y dedicado a su familia hoy en día, añade Ani. “Hacrecido como ser humano y siempre está haciendo un esfuerzo por mejorar, por aprender y hacer las modificaciones, como ahorita, después del infarto”.

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