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A sus 19 años de edad ha ganado cuatro medallas en concurso en Perú, el derecho a una beca para un curso intensivo en Brasil y un cupo para ir a certamen en Alemania. | Foto: Cortesía para El País

Santiago Rojas, la promesa caleña de la danza contemporánea

A sus 19 años de edad ha ganado cuatro medallas en concurso en Perú, el derecho a una beca para un curso intensivo en Brasil y un cupo para ir a certamen en Alemania.

3 de octubre de 2017 Por: Isabella Salazar / Semillero UAO - El País

Con cuatro medallas en la maleta de viaje regresó Santiago Rojas a Cali después de participar en el concurso internacional ‘Danzando en Lima’. Sus movimientos supieron conquistar la cuna del antiguo imperio inca, logrando dejar el nombre de Incolballet y el de su país en alto.

Una medalla de Oro en la modalidad de Danza Contemporánea Dúo; una de plata en la categoría de Danza Libre Dúo y dos medallas de bronce ganadas en los apartados de Danza Contemporánea Individual y Ballet Clásico Dúo fueron parte de su equipaje al regresar a casa. Su alegría era inmensa por el hecho de haber logrado pisar el podio en cuatro ocasiones.

Esta hazaña había comenzado meses antes cuando, este bailarín de 19 años, averiguó por internet que estaban abiertas las convocatorias para participar en el concurso Danzando en Lima, que se llevaría a cabo, en su tercera edición, del 17 al 20 de agosto en la capital peruana. Y animó a ocho de sus compañeros y a una maestra.

“Yo convoqué a mis amigos, le comenté a uno y él le comentó a una amiga y yo a otra, así concretamos un grupo y luego buscamos a la profe. Compartimos con nuestros papás el sueño de ir a concursar, pero nunca pensamos que de verdad pudiéramos ir y que nos fuera así de bien”, cuenta Santiago al recordar el camino que debieron recorrer él y sus compañeros para llegar a danzar en Lima.

Sin embargo, la historia de Santiago con la danza había iniciado desde mucho antes, exactamente cuándo tenía 7 años y su mamá, Elsa Constanza Castro, quien había sido bailarina de folclore, vio en él habilidades artísticas, musicales y corporales.

En el concurso peruano hubo 14 modalidades, entre ellas, danzas clásicas, contemporáneas y folclóricas. Santiago Rojas participó en cuatro apartados
y en todos obtuvo un reconocimiento.

Al verlo crear su propia batería con las ollas y los cucharones de la cocina, supo reconocer en él un talento especial que iba ligado a la música; por eso, en compañía de su esposo Armando Rojas lo llevaron a una academia de baile, de donde saldría, a sus 9 años, para formar parte del Instituto Colombiano de Ballet Clásico (Incolballet).

Después de pasar dos años de su niñez viviendo bajo la exigente rutina de aprendizaje del ballet clásico, decidió marcharse del instituto donde lo formarían como profesional.

Pasó cuatro años sin practicar un solo paso. Hasta que un día, después de encontrarse con sus antiguos compañeros de Incolballet, vino a él la nostalgia por el olor a teatro, por los nervios que preceden una presentación, por probarse los vestuarios y por los ensayos en horas extras.

Así que tiempo después, mientras escuchaba una pieza de ballet, no pudo resistirse más y se convenció de que su lugar estaba en donde el cuerpo hablaba por él. Pues como lo dice, ser bailarín es “cuando te quedas sin palabras, no sabes qué más decir, entonces empiezan a salir los movimientos”.

Desde entonces, después de pedir el reingreso a Incolballet y ser nuevamente admitido, se ha dedicado a recuperar esos años fuera del baile, ya que su cuerpo había perdido elasticidad, técnica y había olvidado los movimientos.

“Para mí llegar después de cuatro años fue matarme todos los días estirando y levantándome a las 4:00 de la mañana a hacer ejercicio antes de ir a Incolballet. Nivelar en dos años cuatro, fue un reto, es un reto todavía”, cuenta Santiago.

Su determinación y perseverancia lo llevaron el año pasado a poder culminar sus estudios académicos y a graduarse como bachiller; sin embargo, debió seguir estudiando la parte artística durante este año para poder graduarse como bailarín.

Un año extra que agradece, pues ha crecido enormemente como bailarín y persona. Su rutina se mueve entre el ejercicio y los ensayos. Ejercicios para fortalecer músculos y ensayos para perfeccionar el baile, una disciplina demasiado rigurosa que le ha demandado muchos sacrificios.

Pero fue gracias a aquella disciplina que pudo sobresalir en Perú, donde, además de ganar medallas en todas las modalidades en las que concursó, fue merecedor de una beca para un curso intensivo en Brasil y un cupo para participar en el certamen Tanzolymp de Berlín para el año 2018. Premios que han significado para él “el fruto de tanto y tanto esfuerzo, de tanto ensayo, de tanto sudor, de dejarlo todo y salir muy tarde de la escuela”.

De clásico a contemporáneo

Los reconocimientos fueron su recompensa, ya que haber ganado la medalla de oro en danza contemporánea, demandó de él un esfuerzo mayor, como lo cuenta Dayhana Rojas, su compañera de podio y bailarina del Programa de Danza Nacional: “El aprendizaje de la danza contemporánea en él ha sido un poco diferente al mío y al de mis compañeros, pues se formó como bailarín clásico y de un momento a otro empezó a trabajar, a ensayar, a ver las clases de danza contemporánea con nosotros, y para un bailarín de clásico empezar a bailar después de cierto tiempo en el que no vio muchas cosas que se ven en la danza contemporánea, la verdad es que es duro, pero ‘Santi’ es un gran ejemplo de que cuando tienes perseverancia se pueden alcanzar muchas cosas”.

Tanto Santiago como Dayhana debieron hacer muchos sacrificios para estar preparados para su presentación; prácticas hasta tarde y domingos de ensayos fueron parte de su rutina desde meses antes de viajar al concurso. También tuvo mucho mérito el hecho de que ellos mismos tuvieron que pagar los costos de todo, solo contaron con el apoyo de sus padres y familiares. Sin embargo, ninguna dificultad fue tan grande como su deseo intenso de realizar ese viaje a 2569 km de su ciudad natal.

Es por eso que reconoce que sin la ayuda de sus padres, desde el inicio de su vida en el baile, esto no hubiese sido posible.

Aceptar y apoyar que su hijo quisiera ser bailarín, así eso implicara atrasarse en su entrada a la universidad, es algo que su padre se complace de hacer y San. “Yo lo apoyo porque como todo padre de familia uno siempre quiere que los hijos puedan desarrollar sus dones y talentos, poderlos apoyar en todo lo que sea posible. Nosotros mismos hemos quedado sorprendidos de las cosas que hemos hecho como padres, y la gente ha respondido con gran optimismo y alegría, y nos ha dado mucho apoyo en las cosas que hemos querido emprender con nuestros hijos, sobre todo, con Santiago”, dice Armando Rojas.

Para poder reunir los fondos suficientes para realizar el viaje, este bailarín caleño “hizo de todo”: fiestas, ventas, fritanga, rifas, videos y hasta venta de fotos tomadas por su mismo padre, quien es fotógrafo. En cada nueva idea para recaudar fondos que les surgía, pudieron ser testigos del apoyo de su familia y amigos cercanos.

Todas las actividades se realizaban al mismo tiempo en el que Santiago seguía sus ensayos sin parar, pues como dice su padre, “el ballet le ayudó a crecer en su disciplina y a ser determinado con sus cosas”, sin ignorar que aún tiene que “ir creciendo en perder ese miedo escénico, aunque ahora tenga cada vez más confianza. Y debe fortalecer mucho parte de su carácter, que lo edifica bastante”.

Hoy, después de algunas semanas de regresar de aquel sueño que fue conquistar un escenario internacional, Santiago tiene más fuerzas para seguir adelante en su último año de formación en la Danza; para después, rodeado de baile, sobre todo de la danza contemporánea, estudiar Comunicación Social y Periodismo, con el fin de seguir siendo “volcánico y apasionado”, como lo describe su padre, en cada actividad que le toque el alma.

Tenga en cuenta

Los 8 estudiantes de Incolballet ganaron en total 17 medallas.
La maestra Zoraida Miranda fue catalogada como ‘La mejor maestra del certamen’.

Incolballet fue reconocida como ‘La mejor escuela de Suramérica’.

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